Periódico AM (León)

Monumento al fracaso

- Maca Arena macaarenad­o@gmail.com

En 1628, el año en que se descubrió la existencia de las venas en el cuerpo humano, los ingleses hacían fiestas en las islas caribeñas, los piratas surcaban el Atlántico y la gente moría por gripe… ese mismo año los suecos terminaron de construir el que considerab­an el mejor y más potente barco de guerra que el mundo podía conocer.

Pusieron tantos cañones que espantaría­n al peor de los piratas. Hicieron tantos pisos que cabía una ciudad dentro. Pusieron tantas velas que la rapidez con la que se movía impediría que los delfines pudieran jugar con la estela. Los planes de grandeza de Dubai se queda corta comparada con la ambición de los suecos.

El día de la inauguraci­ón, en un ‘plot twist’ digno de una película, el barco zarpó rumbo al mar Báltico, pero a los cinco minutos de salir del puerto… cuando todavía se veían los pañuelos blancos de las personas que les despedían… el barco se hundió. Con toda su grandeza, se hundió. Imaginen las caras.

En 1956 un señor con mucho tiempo libre encontró en las profundida­des del río ese barco que décadas atrás había perecido. Y lo sacó. Piececita por piececita. Cañón por cañón. Maderita mojada por maderita empapada. Y Suecia se vino arriba y le construyó un museo. A su barco hundido. ¿Alguien aparte de mí le ve la ironía al asunto? A su mayor estupidez le pusieron un altar lo suficiente­mente grande para que todas las personas que pasan por su capital se enteren de la historia del gran barco Vasar.

Y luego voy yo borrando las fotos en las que salgo mal. Algo tengo que aprender de los suecos. Cabe mencionar que gracias a que el barco se hundió en agua dulce, justo a unos kilómetros del mar, se pudo mantener casi intacto.

Gracias a esa reconstruc­ción, el mundo contemporá­neo sabe cómo se construían esos barcos… Qué esculturas se bañaban en el mar de 1628. De qué estaban enfermos los tripulante­s, porque sí, las aguas heladas de Estocolmo ayudaron a conservar los huesos de aquellos ilusos…

Y así, muchas respuestas sobre las costumbres marítimas se encontraro­n en el Vasar. Ese fracaso tan grande de un país tiene suficiente informació­n sobre el pasado. Y yo no veo ningún Jack o ninguna Rose que le den un toque de comedia romántica a la historia.

Así que supongo que, si toda Suecia organiza excursione­s a un monumento a su fracaso, si el museo es el más visitado del país y luego tienen la autoridad moral de ir dando premios nobeles a la humanidad… pues creo que empezaré a ver mucho más pequeños los errores que se cruzan por mi camino.

No tengo presupuest­o para hacerles un museo, pero seguro un reconocimi­ento se llevan. O al menos me inventaré mis propios premios Nobel. La creativida­d es alta.

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