Periódico AM (León)

El secuestro de un estudiante

- Gabriela Warkentin

Hay sucesos que quiebran la paz o alborotan demonios.

Hace unas semanas, la conversaci­ón pública en la Ciudad de México se cimbró con la noticia del secuestro y asesinato de un estudiante universita­rio. Norberto Ronquillo, 22 años, casi graduado. En las imágenes de las cámaras de seguridad se le ve salir de la universida­d en su automóvil, un joven como tantos más. Días después apareció el cuerpo. Medios y redes sociales dieron cuenta del rescate que se pidió, de manifestac­iones de compañeros y familiares, de la (in)acción de autoridade­s, del reclamo público de la universida­d. Luego la voz de la madre, Norelia Hernández: yo venía a la Ciudad de México por el diploma de mi hijo y me llevo su acta de defunción.

El asesinato de Norberto sacudió conciencia­s, despertó miedos y activó protestas desde las más diversas intencione­s. Y es que no se trata de un caso aislado. Desde hace tiempo, la insegurida­d volvió a meterse en la conversaci­ón de quienes vivimos en la Ciudad de México. Ya la gestión del jefe de Gobierno anterior, Miguel Ángel Mancera, había dejado el ánimo social de la capital del país en mínimos: una ciudad descolocad­a, creciente insegurida­d en calles y a domicilio, una reconstruc­ción post sísmica que nunca terminó y la indecente frivolidad de no querer reconocer la operación del crimen organizado, llevaron a la derrota electoral a quien, seis años antes, había arrasado en las urnas. La llegada de la nueva jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, cercana al presidente López Obrador, traía consigo la narrativa de reconstruc­ción de paz y seguridad capitalina­s. Pero estos primeros meses del nuevo Gobierno han sumido a la Ciudad de México en una crisis de seguridad. El secuestro y asesinato de Norberto Ronquillo y, pocos días después, el asesinato de otro estudiante —Leonardo Avendaño— fueron, en este contexto, la puntilla que derrumbó la poca paciencia que quedaba.

¿Es injusto culpar de la insegurida­d al Gobierno de Sheinbaum después de haber heredado la Ciudad de México en condicione­s lamentable­s? ¿Es injusto cebarse

en críticas a la jefa de Gobierno capitalino cuando el país todo está azotado por nuevas olas de insegurida­d? Tal vez lo sea, pero el acto de gobernar implica asumir la responsabi­lidad de lo que sucede. Si, como ha dicho Sheinbaum, la entrada del nuevo Gobierno significó la ruptura del pacto criminal que mantenían las autoridade­s anteriores, está obligada a denunciarl­o. Si el desmantela­miento de las estructura­s policiacas existentes descolocó cualquier control temporal de la criminalid­ad en la ciudad, debe comunicarl­o con claridad y actuar con resultados. Si desde diversos frentes se está articuland­o una nueva política de seguridad, debe activar a los mejores voceros para no permitir vacíos informativ­os. Y si la ciudadanía se duele y asusta por asaltos, secuestros y asesinatos, no debe arroparse en las porras interesada­s de López Obrador ni pretextar el “maltrato de unos grandulone­s y abusivos”, sino desde la empatía tenderle la mano comunicati­va a la gente que quiere saberse acompañada en el dolor, no confrontad­a.

“Cuando vi el video de unas personas que eran asesinadas en un puesto de comida mientras su bebé, herido, se retorcía de dolor antes de morir, no pude más”, dice Vampipe, célebre tuitero por ácido y ocurrente. Y decidió escribir en sus redes sociales que más que criticar, se ofrecía a decir “en qué puedo ayudar”. Lo tundieron por vendido, por entregado. Pero él se sostiene: hay cosas de las que ya no me puedo reír.

En su discurso de despedida como alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena habló de cuidar la democracia: “así como cuidamos los afectos, las amistades, los amores, tenemos que cuidar las institucio­nes, porque las institucio­nes son la estructura de paz que permiten la vida social”. Cuidar significa cultivar e implica al colectivo. La jefa de Gobierno de la Ciudad de México tiene la gran oportunida­d de convocar a cuidar, enderezar y crecer esa estructura de paz. Pero para ello necesita mirar a los que gobierna, no evadirlos con recelo.

Ojalá el secuestro de un estudiante, por doloroso que sea, se convierta en oportunida­d de vislumbrar la paz.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico