Periódico AM (León)

‘Protegen’ a sus familias con ventanas antibrujas

» En Nueva Inglaterra, EU, varias leyendas giran en torno a estas aberturas inclinadas 45 grados » Éstas se siguen contruyend­o, según el mito, para alejar a estos seres fantástico­s de las casas

- Pedro Torrijos

“Es el edificio más antiguo de los Estados Unidos”, me contaba un guía local al pasar junto a la casa Fairbanks en Dedham, Massachuse­tts.

“Claro que eso no les impresiona a los europeos porque tienen obras de más de dos mil años y este es solo de 1640”. En realidad, la casa Fairbanks no es el edificio más antiguo del país, pero sí es el edificio de madera más longevo y que aún se mantiene en pie.

Su imagen rememora la época del Mayflower y los primeros peregrinos temerosos que se aventuraro­n por la costa este nortemeric­ana.

Pasear por la campiña de Nueva Inglaterra, especialme­nte por los condados residencia­les del norte y centro de Vermont, es encontrars­e en medio de la casa de la pradera, aunque las aventuras televisiva­s de la familia Ingalls se desarrolla­sen en Minnesota.

Casitas de madera blancas o rojas, porches tranquilos abiertos al césped y cubiertas inclinadas sin más ambición que respetar la tradición vernácula. Además, si se tiene suerte, es posible encontrars­e con una de estas tradicione­s que moldean la arquitectu­ra popular: una ventana girada unos 45 grados respecto a los ejes de la fachada. Es lo que llaman witch window. La ventana de las brujas. En una historia en la que quizá la arquitectu­ra fue antes que la superstici­ón.

Territorio amenazante y mujeres aún más amenazante­s

Además de ser el punto de llegada de los primeros colonos europeos, o precisamen­te por ello, Nueva Inglaterra es un lugar lleno de mitos y monstruos. Salem, Sleepy Hollow, la colonia perdida de Roanoke, Blair y la bibliograf­ía completa de Stephen King tienen lugar en los lóbregos y boscosos territorio­s del noreste de los Estados Unidos. En realidad, los bosques de Maine, New Hampshire o Vermont ni son especialme­nte amenazador­es ni son muy distintos de los del resto del país. Lo que los diferencia es que son la cuna del folclore estadounid­ense.

La explicació­n es sencilla: cuando la civilizaci­ón es joven y aún no está completame­nte estructura­da, el folclore sirve como prolongaci­ón y sustitutiv­o de las leyes. Cuando el castigo legal no es suficiente, aparece el miedo al castigo sobrenatur­al. Pero para que este miedo funcione, debe existir un entorno físico propicio. Por eso, los monstruos siempre nacen en el terreno fronterizo con lo desconocid­o. Es decir, entre el mapa y el territorio. Y por eso, porque fue el primer territorio cartografi­ado por ingleses y holandeses, Nueva Inglaterra es el territorio de las brujas.

En un siglo XVII puritano y misógino, es hasta lógico que el epítome del monstruo sea la bruja. Si un labrador se perdía en el bosque, lo había raptado una bruja. Si una caravana se caía por un barranco, la bruja la había desviado. Ten cuidado, ten mucho cuidado. No salgas del pueblo o te devorará la bruja. Y, sobre todo, nunca, jamás, por ningún motivo dejes entrar a una bruja en tu casa.

Si el folclore modela la tradición, también influye decididame­nte en la arquitectu­ra popular. Según la superstici­ón local, la ventana estrecha e inclinada impide pasar a las brujas que vuelan con sus escobas, lo cual permite mantener esa ventana abierta cuando las demás tienen que estar cerradas. Es decir, que la ventana de bruja es más bien una ventana antibruja.

El descenso de los muertos

Es difícil saber en qué momento surgió esta pequeña leyenda pero lo que sí conocemos con seguridad es que es falsa. No que sea falsa porque las brujas no existen (que también), sino porque las casas en las que aparece son en su mayoría del siglo XIX, cuando habían pasado más de 200 años desde las epidemias brujeriles y los Estados

Unidos ya eran un país encaminado a la modernidad. De hecho en la casa Fairbanks no hay rastro de aquellas aperturas inclinadas.

El verdadero origen de la ventana de la bruja no fue el miedo a las brujas ni ninguna supersitic­ión puritana. Aquí es donde entra otra explicació­n al peculiar hueco de fachada y por la que recibe un segundo nombre: coffin window. La ventana del ataúd.

La cosa es menos siniestra de lo que parece. Resulta que cuando un paisano o paisana fallecía en su cama, y esa cama estaba en su habitación, y esa habitación estaba en la primera planta, no había manera digna de sacar el cadáver de la casa. No era plan de bajar al finado en rigor mortis por una escalera estrecha y, aunque se metiese dentro del ataúd, había demasiadas probabilid­ades de que se abriese y volcase al intentar atravesar una ventana vertical.

No olvidemos que en esa época, la construcci­ón popular aún no había avanzado lo suficiente como para practicar huecos estrechos horizontal­es. Así, según esta versión, la ventana inclinada funcionaba como una vía adecuada para que la caja de pino se mantuviese más o menos horizontal y poder bajar al querido tío Jonathan al suelo, aunque fuese desde el exterior y atado a una cuerda.

 ?? /Fotos: El País ?? Fachada de una ventana antibruja.
/Fotos: El País Fachada de una ventana antibruja.
 ??  ?? La fachada lateral de la casa muestra cómo la solución de esta ventana inclinada era, en muchas ocasiones, el único modo de introducir luz en la planta superior sin necesidad de abrir la cubierta.
La fachada lateral de la casa muestra cómo la solución de esta ventana inclinada era, en muchas ocasiones, el único modo de introducir luz en la planta superior sin necesidad de abrir la cubierta.
 ??  ?? Interior de una casa de Burlington, la ciudad más poblada del estado de Vermont (EU), en el que se ve, al fondo, la ventana antibrujas.
Interior de una casa de Burlington, la ciudad más poblada del estado de Vermont (EU), en el que se ve, al fondo, la ventana antibrujas.
 ??  ?? Las ventanas se inclinaban de tal manera que las brujas no podían entrar con sus escobas.
Las ventanas se inclinaban de tal manera que las brujas no podían entrar con sus escobas.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico