Y la verdad... son más baratas
Vale, la explicación es divertida pero, sinceramente, también es poco probable. Porque el verdadero origen de la ventana girada de Vermont es mucho más prosaico, pero también mucho más honesto. La ventana girada era mucho más barata, como sucede con el particular tamaño de las españolas.
Durante el XIX, la construcción estadounidense es esencialmente colonizadora; los edificios se levantaban a gran velocidad para poder consolidar los asentamientos.
Las casas debían construirse en el menor tiempo posible y debían ser baratas porque eran los propios dueños quienes las ponían en pie. Para conseguir esta construcción de gran velocidad, se desarrolla un sistema —el balloon frame— que consiste esencialmente en una estructura de madera ligera y cuyos elementos fuesen lo más parecidos entre sí para favorecer la rapidez constructiva.
Las ventanas de buhardilla eran caras y las que se abren en la cubierta directamente impensables. Cuando una familia construía su casa, a menudo la única manera de meter luz y ventilación a la planta superior era mediante el pequeño paño que quedaba entre el tejado de planta baja y el de la primera. Un paño contenido entre dos líneas de cubierta. Inclinadas.
Si la obra tenía que ser barata, no podía plantearse una ventana hecha a medida con dos lados inclinados y dos ortogonales. Lo que hacían era comprar una ventana convencional y colocarla girada respecto a la vertical, pero perfectamente paralela a los dos paños de cubierta.
Además, pese a lo peculiar de la geometría, la ventana seguía funcionando sin complicaciones: una guillotina simple y listo. Sencillo y eficaz.
Aunque las ventanas de bruja dejaron de instalarse a mediados del siglo XX, aún hay quien pide que le coloquen una ventana girada en su fachada. Son excepciones, claro, y no lo hacen por necesidad sino por algún tipo de homenaje folclórico. Lo que no saben es que, en realidad, están confirmando una verdad tan antigua como la más antigua de las tradiciones: que los aprietos económicos son más poderosos que cualquier superstición.