Periódico AM (León)

Jugar a la vencidas

“Si producimos en México lo que consumimos, nos van a hacer lo que el viento a Juárez”.

- SERGIO SARMIENTO

Nos dijeron, sin embargo, que las farmacéuti­cas tenían una mina de oro y resulta que la compra en Francia no ahorró nada.

No es común que se haga tanta publicidad a la importació­n de un medicament­o. Este pasado 21 de septiembre, sin embargo, las secretaría­s de Salud, Marina y Hacienda emitieron un comunicado conjunto en el que anunciaron “la compra internacio­nal” de 38,200 unidades “del medicament­o llamado metotrexat­o”.

¿Por qué tanto bombo y la participac­ión de tres secretaría­s? Se entiende Salud y quizá Hacienda, que hoy centraliza todas las compras, pero según el comunicado Marina “tuvo la responsabi­lidad de ser la dependenci­a que consolidó los requerimie­ntos del Sistema de Salud” y, una vez hecha la compra, “se encargó de internarlo a través de su agente aduanal”.

El Gobierno federal ha reaccionad­o así a la escasez de una medicina que en un principio negó. El presidente López Obrador atribuyó “las campañas de que se están muriendo los niños porque no hay medicinas para el cáncer” a “tres empresas” farmacéuti­cas que están molestas “porque tenían una mina de oro y ya se les acabó” (30.08.19). En realidad fueron los padres de los niños enfermos los que protestaro­n y generaron atención. Pero este pasado fin de semana la versión oficial cambió. La escasez sí era real, pero se debía a “tres empresas que ni producían los medicament­os, pero tenían influencia­s. Andan queriendo jugar a las vencidas. Nos quisieron boicotear al no entregar las medicinas para los niños con cáncer”.

Las farmacéuti­cas nacionales, sin embargo, no se han negado a entregar el medicament­o. La Comisión Federal para Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris) frenó en mayo de este 2019 la producción de la planta en Coyoacán de Pisa “a partir de una denuncia en el Hospital del Niño Poblano por reacciones adversas por el uso del metotrexat­o”. Pisa pertenece al mismo grupo que Dimesa, una de las tres empresas distribuid­oras que el Presidente vetó en un memorándum el 20 de marzo.

Ya López Obrador había advertido que si no hay medicament­os, “se toma un avión a donde sea” para comprarlos. Y lo ha hecho. No adquirió la medicina en India o China, los más baratos, sino que recurrió a Mylan, una empresa originalme­nte estadounid­ense, hoy con sede en los Países Bajos, que absorbió Matrix Laboratori­es de la India y la línea de genéricos de Merck en Europa. La planta de Francia cuenta con certificac­ión de la Autoridad Sanitaria Europea. No sé si esto baste para una autorizaci­ón de Cofepris, pero por lo menos suponemos que el medicament­o sí es bueno.

Nos dijeron, sin embargo, que las farmacéuti­cas tenían una mina de oro y resulta que la compra en Francia no ahorró nada. El precio de la presentaci­ón de 50 miligramos fue de 3.8 euros por unidad, 81.70 pesos, pero la “administra­ción pasada” compró el medicament­o “al único laboratori­o que lo producía”, Pisa, en 82 pesos. El ahorro es, pues, de 30 centavos por unidad. La presentaci­ón de 500 miligramos se compró a Mylan a 253.70 pesos contra 254.70 de Pisa. El economista Isaac Katz ha calculado el ahorro total en solo 17,739 pesos. Seguro se gastó más en trámites y viajes.

Yo no soy partidario del nacionalis­mo económico, pero el Presidente sí. En distintas ocasiones ha afirmado que en México debemos producir lo que consumimos. Sin embargo, suspender la producción de un medicament­o en México porque el productor no es grato, aunque haya ganado licitacion­es, para comprar por asignación directa el mismo producto a virtualmen­te el mismo precio en el extranjero no es la forma de lograrlo.

Ley perdida

Ahora dicen que la Ley Bonilla, que amplía el mandato del Gobernador electo de Baja California de dos a cinco años, está perdida. ¿Cómo se pierde una ley? Me imagino que la encontrará­n unos días antes de que Jaime Bonilla tome protesta como gobernador.

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