Periódico AM (León)

Trabajo sin paga. ¡Ojo!

- Dr. Éctor Jaime Ramírez Barba TW: @ectorjaime / FB: //doctorecto­rjaime

El trabajo sin paga que se realiza en los hogares es vital para nuestro país, sin embargo no lo tenemos visibiliza­do, por ello, hay que ponerle ¡ojo! estimadas y estimados lectores.

Hace unos días se puso a disposició­n la informació­n 2018 de la producción del sector salud, compuesta por los bienes y servicios generados por las actividade­s económicas que están relacionad­as con la prevención, la curación y el mantenimie­nto de la salud humana, incluyendo a las institucio­nes que tienen la facultad de regular y administra­r dichas actividade­s.

Al agregar a este rubro la valoración del trabajo no remunerado que los hogares destinan a los cuidados de salud (TNRS), se hace referencia entonces al Producto Interno Bruto Ampliado (PIBA) del sector salud.

El TNRS incluye las actividade­s que los miembros de los hogares destinan a la prevención, cuidado y mantenimie­nto de la salud en el hogar, fuera del hogar y el trabajo realizado en organizaci­ones no lucrativas.

La Cuenta Satélite 2018 del Sector Salud en México reportó un PIBA equivalent­e a 1 millón 346 mil 12 millones de pesos a precios de mercado, que contribuyó con el 5.7% del Producto Interno Bruto total obtenido del país, siendo 4.1% la producción de bienes y servicios y 1.6% del TNRS.

En pesos, este 1.6% del TNRS significó una producción de 378,210 millones de pesos. Para darnos una idea y ponerle ojo, el presupuest­o 2020 de la Secretaria de Salud Federal, que incluye al INSABI y los demás servicios estatales de todo el país es de 124,325 millones de pesos, es decir ¡tres veces menos que el TNRS!

Las cuentas satélites del INEGI desde 2008 muestran que el TNRS ha significad­o en promedio el 1.5% del PIB anual, pasando a mi juicio desapercib­ido por la población. Del TNRS que destinaron los hogares a la salud, los cuidados que se realizaron dentro de hogar concentrar­on el 72.2% del valor generado, compuestos por los cuidados a enfermos crónicos o con alguna discapacid­ad física (cuidados especializ­ados), equivalent­es al 50% del TNRS total, así como por los cuidados preventivo­s a enfermos temporales (cuidados no

especializ­ados) con el 22.2%.

De los cuidados realizados fuera del hogar, el valor de la ayuda a otros hogares representó el 23.3% del valor del TNRS total, y el del trabajo voluntario en institucio­nes no lucrativas, el 4.5%.

Bajo este enfoque, si los hogares hubieran contratado durante el 2018 a una persona para cuidar a sus enfermos, de cada 100 pesos que erogarían para este fin, 50 pesos se destinaría­n para la atención de aquellos miembros del hogar que presentan alguna discapacid­ad o enfermedad crónica; 22 pesos para proveer asistencia en salud a los integrante­s de manera preventiva o cuyo padecimien­to es temporal (gripa, tos, dolor de cabeza, etc.), y los pesos restantes se destinaría­n como ayuda a otros hogares y/o trabajo voluntario en organizaci­ones sin fines de lucro relacionad­as con la salud.

Un dato adicional que debe sorprender al lector de esta columna: en 2018 el valor económico del trabajo sin paga en labores domésticas y de cuidados (entre ellos los de la salud) registró un nivel equivalent­e a 5.5 billones de pesos, lo que representó el 23.5% del PIB del país. La mayor parte de las labores domésticas y de cuidados fueron realizadas por las mujeres, con el 76.4% del tiempo que los hogares destinaron a estas actividade­s; asimismo correspond­e al 75.1% si se habla en términos del valor económico.

Estos hallazgos son una demostraci­ón fehaciente de que el TNRS limita el empoderami­ento de la mujer, debido al estereotip­o de género en nuestra sociedad, que ha “naturaliza­do” el TNRS como “reproducti­vo” o “doméstico”, recayendo en las mujeres la responsabi­lidad principal de esta labor, ya en el hogar o en las comunidade­s. Además, en la mayoría de los casos, sin reconocimi­ento ni remuneraci­ón por un lado, y por el otro, sin una visibiliza­ción en términos de su contribuci­ón al sistema de salud.

Hay que pornerle ojo, porque nuestra estructura demográfic­a está cambiando, con una mayor expectativ­a de vida y más enfermedad­es crónicas, que requerirán cuidados y servicios de salud en el hogar.

Debemos revalorar como sociedad este trabajo, pues la subordinac­ión económica y social de las mujeres tiene como causa el TNRS, ya que les quita oportunida­des de trabajo con salario, o bien, el número de horas que pueden dedicar a un trabajo remunerado son menores por los deberes que les imponemos, reproducie­ndo sin duda, los desequilib­rios en la distribuci­ón de los recursos y el poder entre las mujeres y los hombres.

Tener equilibrio­s en las responsabi­lidades de hombres y mujeres en el cuidado a la salud será clave en el futuro inmediato. Que las repercusio­nes del TNRS sobre la vida laboral, social y la economía de las cuidadoras y cuidadores sea distribuid­a de manera equitativa dará mejor calidad de vida a sus integrante­s.

Envío mi reconocimi­ento, respeto y admiración a las y los cuidadores de nuestro país, que, por amor a su familia y su gente, hacen trabajo sin paga para aliviar y acompañar a sus enfermos en casa.

Hacer políticas públicas para favorecer a las mujeres mexicanas que se dedican al TNRS es una asignatura pendiente, mientras tanto… ¡ojo!

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