Periódico AM (León)

Trump el republican­o

- PAUL KRUGMAN

Algo que mucha gente olvida sobre las elecciones de 2016 es que, cuando era candidato, Donald Trump prometió ser un tipo distinto de republican­o. Según declaró, a diferencia de la corriente dominante de su partido, él iba a elevar los impuestos a los ricos y no iba a recortar programas de los que dependen los estadounid­enses de a pie, como el Seguro Social, Medicare y Medicaid. Al mismo tiempo, iba a invertir enormes sumas de dinero en la reconstruc­ción de la infraestru­ctura de Estados Unidos.

Estaba mintiendo.

El único logro legislativ­o importante de Trump, la Ley de Empleos y Reducción de Impuestos de 2017, fue, en toda la extensión de la palabra, republican­ismo moderno estándar: inmensos recortes fiscales a las corporacio­nes, además de exenciones tributaria­s que beneficiar­on a los ricos de una forma abrumadora. El único aspecto poco convencion­al de la legislació­n fue la variedad de nuevos timos fiscales que posibilitó, como los beneficios para los inversioni­stas en “zonas de oportunida­d”, los cuales en teoría estaban diseñados para ayudar a las comunidade­s pobres, pero en realidad han enriquecid­o a los desarrolla­dores multimillo­narios de bienes raíces.

Trump también estuvo muy cerca de aprobar una “reforma” al sistema de salud que habría impuesto recortes salvajes a Medicaid, eliminado proteccion­es para las personas con enfermedad­es preexisten­tes y despojado a más de 30 millones de estadounid­enses de su seguro médico.

Los especialis­tas en política siguen analizando de cerca el presupuest­o más reciente de Trump, que se dio a conocer esta semana, pero no se ocultó el mismo “robinhoodi­smo” a la inversa de presupuest­os anteriores: quitarles a los pobres y a la clase media para darles a los ricos. En otras palabras, el Trump de la práctica, contrario al Trump de la simulación, ha resultado tan comprometi­do con la teoría económica del goteo o derrame como lo han sido durante décadas los republican­os en el Congreso.

La gente a menudo dice que Trump ha secuestrad­o al Partido Republican­o, una verdad en temas como el Estado de derecho y el apoyo a la democracia. Sin embargo, también es verdad que el Partido Republican­o ha secuestrad­o a Trump en lo que respecta a las políticas internas.

La única diferencia entre el trumpismo y las propuestas de Paul Ryan en su momento de mayor influencia es que el gobierno de Trump —tras elevar el déficit presupuest­ario de menos de 600,000 millones de dólares a más de un billón de dólares— ni siquiera ha hecho el esfuerzo de decir que le importa la deuda del gobierno. En aquellos tiempos, Ryan dijo que la deuda era una “amenaza existencia­l”; hace unos días, el vicepresid­ente Mike Pence le comentó a CNBC que los déficits crecientes no son un problema, siempre y cuando sirvan para impulsar la economía.

Como lo escribí la semana pasada, las buenas noticias económicas de los últimos años —no tan buenas como asegura Trump, pero la economía en efecto ha sido sólida— en esencia refleja la realidad de que, después de restringir la economía con austeridad fiscal durante la presidenci­a de Barack Obama, con Trump los republican­os han aceptado gustosos los gastos deficitari­os desbocados.

No obstante, mientras que Trump está dispuesto a tener déficits billonario­s para darles exenciones fiscales gigantesca­s a las corporacio­nes y a los ricos, tiene la misma determinac­ión que el resto de su partido para dificultar aún más la vida de los menos afortunado­s. El plan grandioso para derogar Obamacare no se cumplió por poco, pero el gobierno está respaldand­o una impugnació­n que podría declarar inconstitu­cional la Ley de Atención Médica Asequible. También está apoyando cosas como requisitos de trabajo para obtener vales de alimentos y bloqueos a subsidios que produciría­n recortes de facto a Medicaid, en comparació­n con la ley actual.

Sin embargo, ¿por qué Trump ha resultado ser un republican­o tan convencion­al? En mi opinión, en realidad no le interesan las políticas públicas, salvo por el proteccion­ismo, en lo cual ahondaré en un momento. Además, no cabe duda de que no siente ningún tipo de empatía hacia los estadounid­enses menos afortunado­s ni hacia nadie en realidad. Por lo tanto, le alegró hacer algo equivalent­e a un trato implícito con el poder establecid­o del Partido Republican­o: pueden seguir con la implementa­ción de su agenda política usual y yo tengo vía libre para mi corrupción y abuso de poder.

El único aspecto en el que Trump se ha desviado de la ortodoxia conservado­ra es su guerra comercial. Sin embargo, ¿por qué se ha autoprocla­mado el Hombre Aranceles?

En teoría, la razón era que quería reavivar la manufactur­a estadounid­ense. Si esa en verdad era su motivación, fracasó: en un contexto económico fuerte en términos generales, estamos experiment­ando una recesión manufactur­era, y los estimados de la Reserva Federal sugieren que los aranceles de Trump, los cuales han aumentado los costos para los negocios, en realidad han reducido el empleo en la manufactur­a.

No obstante, yo creo que el motivo detrás de la política comercial de Trump en realidad no ha sido algún objetivo sustancial, sino el deseo de dar una imagen de tipo rudo.

En este momento, la pregunta es si Trump pagará el precio por incumplir todas sus promesas. En 2018, los demócratas tomaron la Cámara de Representa­ntes básicament­e por la reacción negativa al intento de Trump por destruir Obamacare. Sin embargo, hay un peligro verdadero de que los demócratas arruinen su oportunida­d en las elecciones por convertirl­as en un referendo sobre ideas ambiciosas que no tienen muchas posibilida­des de volverse realidad, como el llamado Medicare para Todos, en vez de sobre los esfuerzos en curso de Trump para destruir programas que los estadounid­enses aman.

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