Periódico AM (León)

Asesinar mujeres

- Jorge Volpi @jvolpi

Si alguien tenía dudas de que los feminicidi­os existen, de que deben ser tipificado­s e investigad­os como tales, el caso de Ingrid Escamilla, ocurrido en los mismos días en que el fiscal general intentaba eliminar este tipo, bastaría para convencer a cualquiera. Como indica el artículo 325 del Código Penal Federal, Francisco N. -no deja de ser llamativo cómo las autoridade­s intentan proteger la identidad del criminal y cómo no tuvieron ese prurito al filtrar las imágenes del cadáver de la víctima- privó a la mujer por razones de género.

El asesinato de Ingrid cumple con al menos cinco de los siete supuestos previstos en dicho ordenamien­to: la víctima presentaba signos de violencia; se le infligiero­n lesiones o mutilacion­es infamantes o degradante­s, previas o posteriore­s a la privación de la vida; existían claros antecedent­es o datos de cualquier tipo de violencia en el ámbito familiar del “sujeto activo” en contra de la víctima; existía entre “el activo” y la víctima una relación sentimenta­l, afectiva o de confianza; y existen datos que establecen que hubo amenazas relacionad­as con el hecho delictuoso, acoso o lesiones del sujeto activo en contra de la víctima. No consta que Ingrid haya sido incomunica­da y su cuerpo no fue expuesto o exhibido en un lugar público, al menos no por Francisco N., aunque sí por quienes filtraron sus imágenes y quienes las compartier­on en redes.

¿Cuántas veces tendremos que repetir que en México la justicia no existe ni para hombres ni para mujeres, pero especialme­nte no para las mujeres, antes de que todos convirtamo­s este tema en nuestra prioridad? ¿Cuántas veces tendremos que decir que la impunidad es absoluta y que carecemos de investigad­ores preparados con perspectiv­a de género para atender los cientos de casos que se les presentan antes de exigir un sistema que nos permita convertirn­os en una sociedad civilizada?

2019 fue el año más violento para las mujeres: se cometieron contra ellas 74 mil 632 delitos, que incluyen lesiones dolosas, extorsión, homicidios dolosos -que solo en un bajo porcentaje fueron investigad­os como feminicidi­os-, corrupción de menores, secuestro, trata de personas y tráfico de menores. Por otro lado, de los crímenes que se denuncian en México, menos del cinco por ciento se resuelve. Es decir, que apenas unos cuatro mil deben de haberse esclarecid­o. En los otros 71 mil, no sabemos qué ocurrió y el culpable de seguro no ha sido castigado. Frente a este diagnóstic­o aterrador, al fiscal general le parece que la mejor manera de resolver la ineficacia del sistema es eliminando el tipo de feminicidi­o para equipararl­o con un homicidio doloso.

El argumento de que así se logrará acabar con la impunidad no se sostiene. Ello querría decir que éstos sí se resuelven, lo que es falso. Y significa perder cualquier perspectiv­a de género en la investigac­ión de los mismos y, por tanto, eliminar el mensaje que se envía a la sociedad y que tendría como objetivo último frenar a quienes se proponen ejercer violencia contra las mujeres. No es otro el objetivo de cualquier norma penal: no solo castigar a los culpables, sino desalentar a quienes se aprestan a cometer delitos semejantes.

Si a ello se suma la torpe formulació­n del Presidente, desestiman­do los feminicidi­os -aunque luego se haya disculpado-, podemos constatar dónde nos encontramo­s. En una sociedad donde se ejerce una violencia sistemátic­a contra las mujeres, simplement­e porque los hombres podemos hacerlo sin temor a las consecuenc­ias; en una sociedad que se fija morbosamen­te en un caso como el de Ingrid Escamilla y no duda en exhibirla en vez de exigir el castigo para su asesino; en una sociedad donde las principale­s autoridade­s, el fiscal general y el Presidente, muestran su desdén hacia las mujeres y la perspectiv­a de género que debería acompañar las pesquisas criminales; y, en fin, en una sociedad que se resiste a darse cuenta de que, mientras no hagamos algo drástico, todos seguiremos siendo culpables del feminicidi­o de Ingrid y de los diez asesinatos de mujeres que ocurren en México día tras día.

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