Tiempos de afinar la mira
Hace 177 días que surgió el terremoto de la COVID-19 en Wuhan, China, que ha inundado la mayoría de los países y regiones del mundo, saturando los sistemas de salud y debilitando la frágil economía. La evolución de la pandemia está cambiando por lo general para peor, las medidas aplicadas han sido ineficaces, aún en los países que por excepción salieron sin tantos daños de la primera oleada, enfrentan ahora la reemergencia de brotes epidémicos.
En México ya pasamos las 25 mil defunciones reconocidas (miles más no reconocidas) y los contagios siguen en aumento. Si utilizamos el semáforo de brocha gorda propuesto por la 4t, se irán por la borda los grandes esfuerzos que la ciudadanía y los empresarios han hecho durante el largo periodo de confinamiento y las incipientes acciones para reactivar la economía.
Una pregunta clave a contestar hoy sería: ¿las medidas que hemos tomado para contener el virus son demasiado leves y genéricas o estamos respondiendo demasiado lentamente? Es obvio que nos falta algo, pues la mayoría de nuestros intentos han sido incapaces de detener la propagación de la infección. Aunque estamos ante un virus nuevo, el SARS-CoV-2, debemos sustentar nuestras acciones en la medicina basada en la evidencia.
Afinemos la mira con foco desde lo local, en los 2,466 municipios del país, células básicas de la nación, que cursan diferentes fases de la pandemia, desde ningún caso en algunos llamados de la “Esperanza” hasta otros con propagación comunitaria generalizada y quizá con mutaciones virales ignoradas.
Si el aislamiento y el distanciamiento social son las medidas más eficaces para contener el virus, afinemos la mira para conocer a detalle qué variantes de virus están infectando qué poblaciones, dado que en México hay cinco regiones genómicas diferentes. Debemos conocer si hay cofactores genéticos, de desarrollo o ambientales que modulen la gravedad de la enfermedad COVID-19, a esto se le conoce como epidemiología genómica o epidemiología de precisión.
Debemos obtener en los próximos tres meses suficiente información para identificar los subgrupos más críticos de cada población y con evidencia genómica, tomar decisiones como, por ejemplo: a quién vacunar primero; a quién tenemos que aislar; quién se está infectando con qué variante del SARS-CoV2, que dicho sea de paso ya hay muchas perfectamente identificadas; así como las localizaciones precisas de las infecciones.
Tenemos que afinar la mira para identificar tanto a los que han estado expuestos como a la mayoría de los infectados a fin de lograr un aislamiento efectivo, que considere la gran variación de entornos sociales y de espacios en los hogares para ser eficientes y mitigar la pandemia hasta que haya una solución definitiva.
Para afinar la mira, requerimos hacer miles de pruebas -mínimas hasta ahora- en las personas que entran en áreas de alto riesgo; en todos los que trabajan en el cuidado de la salud; en la población con alta movilidad dentro de la comunidad; además de muestras sistemáticas por edad, sexo, ascendencia y entorno social.
Son imperativas las pruebas porque hay evidencias contundentes de que la infección por COVID-19 es contagiosa dos a tres días antes de cualquier síntoma y de que una gran proporción de personas infectadas no tienen síntomas; por ello, el aislamiento simple basado en los síntomas clínicos no ha funcionado en México. Además, los países y regiones que han hecho una mayor cantidad de pruebas han tenido éxito en aislar la infección y detener la propagación de la enfermedad, como en Corea e Italia.
Este afinar la mira además de la epidemiología de precisión continuará la siguiente semana.