Apapachan a héroes de bata blanca
En medio del ajetreo de atender a decenas de pacientes COVID-19, personal del Hospital General Regional No. 58 del IMSS recibió por primera vez un simbólico gesto de apoyo de parte de la sociedad civil.
Poco después de las 11:00 de la mañana, una camioneta roja ingresa al estacionamiento; adentro están ya cuatro cocineros que portan su cubrebocas, careta y filipina negra, la cual contrasta con el blanco que predomina en el hospitalEl vehículo se detiene y comienzan a bajar charolas con comida, paquetes de platos desechables y utensilios para servir los alimentos que una hora antes prepararon.
Unos bordados resaltan entre la ropa negra de los cocineros: el logo de ‘Los Arbolitos de Cajeme’, restaurante que emprendió esta acción a nivel nacional a través de sus diferentes sucursales.
“Están trabajando 8 o 12 horas, hasta doble turno, salen hasta el segundo o tercer día, venimos a darles un poquito de apoyo y a sacarles un poquito de alegría más que nada”, dice Luis Bustamante, gerente de las sucursales de León.
Las charolas están listas, la comida se empieza a calentar mientras el personal médico comienza a formarse.
Hasta el momento, 120 pacientes de COVID-19 reciben atención en este hospital.
El personal a su cuidado no puede abandonar el área debido a las medidas de seguridad que se exigen.
Como los 300 platillos de arroz marinero, chicharrón de pescado y chicharrón de pulpo no podrán entregarse a todos en el comedor, se empacan en platos desechables para repartir por las distintas
áreas del hospital del IMSS.
Durante algunos minutos, Laura espera para entrar al pasillo de la planta baja pues un nuevo paciente ingresó y se tuvo que desinfectar el área.
Finalmente se le permite el paso y entra al elevador, al salir y girar a la izquierda se encuentra con el mismo procedimiento de limpieza, “va a salir paciente por aquí, hay que desalojar”, así que la entrega se hace por otro frente.
El rechinido de una llanta anuncia al carrito que recorre los pasillos, la entrega de alimentos se realiza en áreas comunes que son más seguras.
Es la primera donación de este tipo, “es bonito porque valoran el trabajo de las personas, se siente que estás haciendo las cosas bien”, comenta Betty.
“Es muy satisfactorio porque estamos tanto en la rutina, detallitos como estos son muy bonitos”, añade Dalia.
Es un respiro en medio de la batalla que han librado por más de un mes, y un preparativo para lo que pronostican “ya está ocupado todo el tercer piso, el segundo va a la mitad, la próxima semana es probable que se ponga más difícil”, dice un médico.