El país de un solo hombre
Si perdemos la independencia del INE y permitimos la concentración del poder en un solo hombre, sin contrapesos tendrá en los errores del presidente AMLO, costos enormes.
México vive su peor crisis en la historia moderna. Ni las devaluaciones, ni los cambios de gobierno, ni los temblores, se pueden comparar con la terrible situación provocada por la pandemia, cuyo drama apenas comenzamos a ver. Nuestro gobierno federal erró en la estimación del tamaño de la crisis sanitaria e instruyendo a tener sub registros de infectados y muertos, y hoy no tenemos una cuantía real del problema. Pero lo que sí ya comenzamos a sentir, son los estragos de la recesión del año pasado (provocada por factores internos) y ahora, las consecuencias del Covid-19 (provocadas por factores externos).
Nuestro Presidente sigue en su estilo de querer concentrar poder y toma de decisiones. AMLO afirmó esta semana que él “vigilará las elecciones”, cuando la Constitución le da esa facultad exclusiva al INE (Instituto Nacional Electoral), olvidando que es Jefe del Estado mexicano, que gobierna para todos, y que durante sus campañas electorales sufrió la injerencia de los presidentes en turno y ahora él amenaza con repetir los mismos errores que sus antecesores.
El INE con este hecho, -así como con el anuncio del “BOA”, supuesto bloque opositor-, ha expresado con toda razón, que puede emitir “medidas precautorias” consideradas en la Constitución, para amonestar al Presidente por utilizar recursos públicos a favor de su partido, Morena. Quizá es la condición humana, quizá es la manera de ser de AMLO, quizá sea su estrategia para intimidar al INE y presionarle en caso de perder las elecciones intermedias, el caso, es que el Presidente claramente está tomando partido desde el poder público.
Los gobiernos socialistas en la era moderna, -contra los principios democráticos que enarbolan en su plataforma social, encaminada a construir una sociedad más justa-, han caído en errores al querer concentrar poder en un solo hombre y en perpetuarse en el poder. A falta de una izquierda moderna, conciliatoria y democrática, se han impuesto esquemas de concentración de poder como con Ortega en Nicaragua, los Kirchner en Argentina, Evo en Bolivia, los Castro en Cuba.
Hoy, su desafío es permitir el juego democrático para que sociedades modernas puedan elegir libremente la mejor opción, incluyendo al socialismo como plataforma que ve primero por las mayorías. Esa es la alternativa que esperábamos con AMLO y que, con el paso del ejercicio de gobierno, veo que no tuvo, ni tiene, ni quiere tener el Presidente. Conforme más tiempo pasa, más intolerante, ofensivo y sectario se muestra.
El INE es valorado desde su origen en el IFE, como una institución que garantiza resultados equitativos, justos, transparentes. El INE recibe las prerrogativas para los partidos políticos que constituyen la mayor parte de sus partidas y tiene, es cierto, un aparato burocrático enorme y el costo de la elección también lo es, pero todo es resultado de la desconfianza que nos llevó al “voto por voto y casilla por casilla. Fue precisamente la reivindicación que tuvimos desde la izquierda mexicana, para que tuviéramos mecanismos seguros para depositar nuestro voto, después del gran fraude de 1988 orquestado por Bartlett, el consentido de la 4T.
Si perdemos la independencia del INE y permitimos la concentración del poder en un solo hombre, sin los contrapesos de los otros dos poderes (el legislativo y el judicial) y sin el peso de la opinión pública y de las organizaciones de la sociedad civil, México tendrá en los errores del presidente AMLO, costos enormes, al perder el futuro. No tenemos todavía muchas alternativas. Los Estados Unidos obligan al Presidente a acudir a Washington –contra todo lo que había manifestado el presidente AMLO de que no asistiría a visitar el imperio-, cuando todas las variables macroeconómicas están en contra del futuro. Si concentramos el poder en un solo hombre y éste no convoca a todos los sectores, seremos frágiles para construir un mejor País; la historia de la humanidad ha demostrado que los proyectos de futuro han sido construidos por medio de la concordia, no de la división. Por todos, y no por uno solo.