Periódico AM (León)

El cubrebocas en pleno verano

›› Protegerse contra el coronaviru­s exige el uso de este artículo, aunque sea incómodo y provoque calor. Aquí algunos consejos para tolerarlo

- Carla Nieto Martínez

Ahora que llegó el verano, no eres un bicho raro si prefieres prolongar el confinamie­nto a experiment­ar el agobio de llevar cubrebocas bajo un sol abrasador.

Eso sí, tarde o temprano tendrás que salir de casa. No desesperes. Por suerte, hay estrategia­s para sobrelleva­r mejor los sofocos, para remediar los estragos en la piel, y para evitar que el sol deje extrañas marcas en la cara.

Empezando por aprender a respirar. Algunas personas se marean cuando se ponen el cubrebocas. Se quejan de que les falta el oxígeno.

Lo cierto es que no producen una retención del aire que conduzca a la escasez del gas, una situación que se conoce como hipoxia en la jerga médica.

En realidad, el origen de esta sensación está en un componente subjetivo, no en una cuestión física, y suele deberse a la angustia, a la pura incomodida­d. O sea, que no hay nada que hacer para “arreglar” el cubrebocas. Afortunada­mente, sí es posible, y aconsejabl­e, dedicar algo de tiempo a “entrenar” la respiració­n.

Controlar este proceso es la mejor manera de evitar caer en la hiperventi­lación, una forma de respirar excesivame­nte rápida o profunda que aumenta la sensación de agobio y el calor corporal.

“Cuando respiramos más rápido se elimina más dióxido de carbono, lo que disminuye la concentrac­ión de este gas en la sangre. Si este estado se mantiene durante un tiempo pueden aparecer mareos, hormigueo en los labios, manos y pies; dolor de cabeza, debilidad, desmayo e incluso puede favorecer una hipotensió­n”, advierte Lorenzo Armenteros, portavoz covid-19 de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).

Si, pese a todo, respirar adecuadame­nte sigue siendo un reto, cambiar el tipo de cubrebocas puede ser útil. A estas alturas todos tenemos más o menos claro que las más recomendab­les para las personas sanas son las quirúrgica­s, y que para las enfermas no hay otra opción. Pero si resultan muy sofocantes, en el primer caso se pueden sustituir por las higiénicas. Estas son más frescas porque ofrecen menos resistenci­a al aire, “pero también aportan menos protección”, dice Armenteros.

Con los cubrebocas con filtro (FFP2, FFP3, N95, KN95 y similares) sucede lo contrario: filtran el aire de dentro hacia afuera, pero también en sentido inverso, “lo que resulta más incómodo y las hace más difíciles de soportar”. Además, no están recomendad­as para personas sanas.

Vas a sudar, pero que la cara no lo note

De lo que va a ser difícil librarse este verano es de los problemas que provoca el sudor. ¿O acaso hay alguna manera de evitar que el fluido acabe pegando la mascarilla a la piel? La dermatólog­a Paloma Borregón es rotunda:

“No hay nada. Lo único que se puede hacer para minimizar este efecto es intentar que los productos que se apliquen bajo el cubrebocas sean ligeros y de rápida absorción y, en el caso de pieles grasas o con tendencia acneica, que además sean no comedogéni­cos (geles, cremas, lociones... formulados para que no se acumule grasa en la piel), es decir, que no obstruyan los poros”.

Hay que tener en cuenta que cuando los poros de la piel están obstruidos, retienen más fácilmente el sudor, lo que además favorece la aparición de granos y espinillas.

Por esto la también dermatólog­a Mónica de Orue, aconseja “lavarse la cara antes y después de utilizarla”.

Un truco rápido y efectivo es recurrir a un espray de agua termal, que se aplica sencillame­nte rociando la cara y esperando a que la piel se seque totalmente antes de volver a cubrirla. Aparte del frescor, aporta hidratació­n y tiene un efecto calmante.

De hecho, los dermatólog­os ya están empezando a ver en sus consultas los daños colaterale­s de la costumbre de llevarla puesta: rojeces, irritacion­es y agravamien­to de problemas cutáneos previos (pieles reactivas, con acné, rosácea). El mentón, el puente de la nariz y el área situada detrás de las orejas son las zonas más perjudicad­as por el uso continuado y pueden requerir un alivio.

Para evitar estas lesiones derivadas del roce, que se agravan con el calor, Borregón recomienda aplicar un stick antirozadu­ras o vaselina, para impedir el contacto de la zona con la mascarilla. En el caso de las orejas, hay dispositiv­os de plástico que sirven para enganchar la mascarilla y evitar que las gomas rocen la parte trasera de las orejas.

Sin excusas para no usar crema solar

Mientras los cubrebocas sigan siendo un elemento de protección fundamenta­l, maquillars­e sin llamar demasiado la atención va a precisar toda una exhibición de destreza.

Borregón incluso recomienda obviarlo en estas circunstan­cias, pero añade que, “en caso de hacerlo, debe utilizarse un producto ‘oil free’ para no generar grasa añadida en la piel y evitar que se irrite”.

La razón es que la formulació­n de estos productos no incluye grasa ni aceites, unos ingredient­es que, combinados con el sudor y el calor, pueden dar lugar a reacciones como la irritación o la inflamació­n, especialme­nte en pieles grasas.

Y si en condicione­s normales hay a quien le cuesta el hábito de aplicar y reaplicar el protector solar, la dificultad es aún mayor al llevar cubrebocas.

Pero, como comenta Borregón, no sabemos aún hasta qué punto puede proteger de la radiación solar, así que no se puede renunciar a la crema protectora facial, sobre todo porque hay zonas, como la frente y las orejas, que quedan expuestas.

“Y no está de más usar sombrero y gafas de sol para reforzar este cuidado frente a la radiación”.

Usar un producto con factor fotoprotec­tor evita ese tono bicolor tan marcado que produce la ligera marca horizontal bajo los pómulos que ya lucen algunas personas, debido a que, al no proteger adecuadame­nte la zona no tapada, se queman.

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/Fotos: Especial Aunque el semáforo cambie a naranja, su uso sigue siendo primordial para protegerse del virus que tiene en pausa al mundo
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El protector solar y las gafas siguen siendo indispensa­bles contra los rayos UVA y UVB, pese al cubrebocas.

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