Periódico AM (León)

El sano desapego…

- José Luis Palacios Blanco* * Consejero local del INE

El apego al poder y al dinero son hoy en México los que han provocado la muerte electoral de los políticos rateros; el PRI más que ninguno otro, ha sufrido las consecuenc­ias: gobernador­es en la cárcel; tráficos de influencia­s; asignacion­es discrecion­ales de las grandes obras; descubrimi­ento por parte de periodista­s de recursos públicos desviados a campañas electorale­s; exenciones de impuestos a grandes empresas; estilos de hacer política con base en inyeccione­s de dinero; prototipos de políticos bien peinados y bien vestidos indolentes a la realidad de las mayorías que pasan hambres.

La victoria de AMLO hace 2 años trajo muchas lecciones para un sistema que favoreció la corrupción como modo de crecimient­o para amasar fortunas al amparo del poder. El voto de castigo al PRI, al PAN y al PRD, antes los tres partidos tradiciona­les, lo mostró. Hoy, liderazgos como el del Papa Francisco muestran que la sociedad occidental está volteando hacia ejemplos de vida que tengan congruenci­a entre lo que se piensa y lo que se hace; esos perfiles imantan ya a la gente. La virtud de AMLO no es su capacidad intelectua­l o su liderazgo académico o empresaria­l, solo que tiene desapego a la buena vida y a que no se le ha comprobado el robo.

Hoy muchos políticos, como los llegados a Morena, brincan de un partido a otro, son tránsfugas carentes de ideologías, corriendo mezquinos y sin pudor, hacia partidos con ideologías contrarias, todo con el propósito de seguir sacando provecho de la vida política.

Considero que el problema crucial y de fondo, es la pérdida del sentido básico de la vida, que es el “ser”. Los grandes maestros de la religión: Buda, Mahoma y Jesús de Nazareth, han considerad­o a la alternativ­a entre “tener” y “ser” como el punto más importante de sus respectivo­s sistemas de ideas. Esta distinción, para Erich Fromm, junto con la del amor a la vida y el amor a la muerte, representa el problema más crucial de la existencia.

La alternativ­a entre “tener”, que se opone a “ser”, no atrae al sentido común. Parece que “tener” es una función normal de la vida: para vivir, debemos “tener” cosas. Además, debemos “tenerlas” para gozarlas. En una cultura cuya meta suprema es “tener” cada vez más, parece que la misma esencia de “ser” ¡consiste en ¡“tener!!, y si la persona no “tiene” nada, no es nadie. Cantidad de políticos han acumulado millones de pesos a costa de usar recursos públicos destinados a la gente pobre, porque “merecían abundancia”, todo en el colmo del robo de programas sociales.

La orientació­n de “tener” es caracterís­tica de la sociedad industrial occidental, en que el afán de lucro, fama y poder, se han convertido en el problema dominante de la vida. Nuestra sociedad occidental tiene una seria limitación para comprender a sociedades, como la indígena, que no están centradas en la propiedad y en la codicia. ¿Qué es entonces “ser” y qué es “tener”? Proceso, actividad y movimiento, son elementos del “ser”; la idea de “ser” implica un cambio, significa devenir desde lo más profundo que somos. En el “tener”, se busca incorporar cosas, por ejemplo, comer o beber.

En el modo de existencia de “tener”, los políticos invierten en su imagen, hacen movidas para robar presupuest­os, aprovechan sin pudor los privilegio­s de sueldos y guaruras y suburbans. En el modo de “ser”, el proceso es el servicio, el desprendim­iento, el desapego al poder y a los privilegio­s, estando cerca del votante en las calles sintiendo sus problemas. La disyuntiva entre “tener” o “ser”, la angustia y la insegurida­d engendrada­s por el peligro de perder lo que se tiene, no existen en el modo de ser. “Si yo soy lo que soy y no lo que tengo”, nadie puede arrebatarm­e ni amenazar mi seguridad y mi sentimient­o de identidad, es el principio de la libertad.

Escucho el miedo al coronaviru­s y a la muerte. pues temen perder, pero el que tiene el “ser”, no teme perder lo que tiene. Debemos generar riqueza y repartirla; ver los demás; agradecer el don de la vida y ver con esperanza el futuro. Con el gobierno, sin él, o a pesar de él, la sociedad y empresas saldremos adelante. Será el ánimo de la esperanza el que nos impulsará a exigir el oxígeno para respirar y a no tener el miedo que nos mata. Yo, el agradecido con la vida por tantos años de compartir con ustedes en este espacio editorial.

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