Velan cuerpos de hermanos
» Giovanni, Christian y Omar son tres de las víctimas de la masacre del miércoles en un anexo de Irapuato
Rosaura y Miguel recibieron ayer en la madrugada los cuerpos de sus tres hijos.
Christian, Omar y Giovanni fueron asesinados el miércoles junto con otros 24 jóvenes en el anexo “Recuperando mi vida”, en Irapuato.
Giovany no estaba internado, había ido al centro de rehabilitación a ver a sus hermanos mayores, Omar de 39 años, y Christian de 30, cuando ocurrió el ataque la tarde del miércoles.
Los restos de los jóvenes fueron entregados a la familia a las 5 de la mañana de ayer, se esperaba que ayer mismo a la 2 de la tarde una carroza llevara los ataúdes al cementerio, pero no fue posible.
Personal de la funeraria que haría el traslado dijo a familiares que no tendrían ayer carrozas disponibles.
“Nos entregaron a mis hijos y nos dejaron abrir las cajas, cuando los vimos ya estaban todos hinchados, ya los cuerpos se están descomponiendo y nos dicen que hasta mañana (hoy) en la mañana nos van a mandar una carroza para poderlos llevar”, dijo Rosaura, mamá de los malogrados jóvenes.
La familia ayer lo único que quería era sepultarlos, no podía tener más tiempo los ataúdes a mitad de la calle.
Los papás mostraban tranquilidad, aunque expresaban su enojo y dolor por la pérdida de sus tres hijos, y por la desesperación de no encontrar la manera de sepultarlos.
“Ya sólo quiero que se los puedan llevar, ya aunque sea en una carreta de mulas”, dijo la mamá.
La familia confía en que temprano lleguen los vehículos para trasladar a Christian, Omar y Giovanni, y despedirse de ellos en el cementerio.
Sepultan a Marco
En la vivienda contigua otra familia velaba a un ser querido.
Marco Antonio Castillo Acosta, de 31 años, también falleció masacrado en el anexo el miércoles.
A la casa llegó una camioneta pick up que familiares adornaron con flores, y allí subieron el ataúd para llevarlo al cementerio.
Atrás de la camioneta caminaron familiares y amigos, el cortejo estuvo encabezado por la mamá de Marco, Natalia Acosta Medina, quien no podía contener el llanto de dolor.
“¡¿Por qué?! ¡¿Por qué se los llevaron?! ¡Me mataron a mi hijo, mataron a mi hijo chiquito!”, gritaba mientras caminaba al cementerio donde serían depositados los restos de su hijo menor.