La campaña que ya llegó
Decía Carlos Pereyra que se atribuye a Juárez la frase: “Si el gobierno no hace las elecciones, ¿quién las va a hacer”.
Hay quienes están comiendo ansias, acelerados en las vísperas. Faltan meses para elecciones intermedias en nuestro país y quienes pretenden tener todo el poder en un puño juegan ya sus cartas.
Cierto que contamos con un organismo electoral, al que de diversas maneras se ha pretendido debilitar; pero allí está, como garante de la legalidad.
¿Eso nos hace confiar en que nuestro voto contará?. En efecto.
De suerte tal que allí de ninguna manera podrá fraguarse un fraude.
En ese sentido o sea en la formalidad, hemos avanzado.
Los tiempos no muy lejanos en que el gobierno era, para los efectos comiciales, juez y parte, ya se fueron y ojalá que no vuelvan más.
Claro que la realidad cambia y las estrategias también.
Morena, que es el partido del Presidente, pretende llevarse todo el pastel: diputados, municipios y las gubernaturas que hoy no domina.
Su estrategia es simple: desde el Ejecutivo ataca, por un motivo real o supuesto. AMLO, en sus mañaneras arremete, no sutil sino directamente contra quienes no le son afines y considera sus adversarios.
Hablando concretamente de Guanajuato, reconoce muy clara y específicamente que en el orden económico, ha progresado. Ah pero a renglón seguido le reprocha la inseguridad, cuando el alza del aumento delincuencial, involucra también al Gobierno Federal, que él encabeza.
La estrategia, que está a la vista, tiene dos vertientes: una, tirarle, desde todos los flancos, al Procurador Zamarripa. Quieren su cabeza como trofeo anticipado. Lo curioso es que hay personas que se sientes muy ilustradas en todo y para todo, quienes sin un análisis fundamentado y propiamente jurídico, se prestan a la maniobra.
No entienden siquiera las funciones de ese cargo. Golpean, sin análisis sustantivo, porque en política tirarle al de arriba, rinde frutos, da crédito.
El otro golpeteo va contra el Gobernador, que es la misma acción o maniobra hacia los estados de otro color. Se les restringen los fondos o recursos.
Se menosprecia su labor y se procede con criterio no federalista sino sustanciado en un centralismo pragmático.
Con motivo de la pandemia las entidades que no controla Morena, tanto para lo específicamente sanitario cuanto para la crisis económica que incluye pérdida de empleos, han tenido que hacer fuerza de flaqueza.
Programa federal, propia y específicamente para fortalecer las empresas, no lo hay.
En cambio el Gobierno Federal, pone en práctica medidas de ayuda, una de ellas por veinticinco mil pesos para emprendedores @, que quieran rehabilitarse.
La promoción fue tan clara, respecto a la finalidad que la autoridad electoral se vio obligada a precisar que tales promociones no debían ser a nombre y menos llevar la firma del Presidente, como así se estaba haciendo.
Hoy las elecciones no las hace el gobierno; pero puede, de una u otra manera, manipularlas, sobre todo con el reparto de dinero, ayudas, apoyo, para que el agradecimiento se muestre en las urnas.
En esta realidad, vale la pena preguntarnos, ¿cuánto hemos cambiado?