Golpe genial de la 4t
En su mandato, el presidente Calderón increpó a las grandes empresas, exigiéndoles que pagaran sus impuestos. “Son 400 grandes grupos empresariales, que a través de huecos en la ley y el uso indiscriminado de facturas de outsourcing, no pagan lo que les corresponde… además, son los que más exigen”.
Hace días, en la mañanera, el presidente Andrés Manuel López Obrador advirtió del gran fraude: “Se toleraba la evasión fiscal, una especie de huachicol, donde están involucradas 8 mil empresas y personas, que con operaciones simuladas de facturas evadieron 350 mil millones al Fisco. Ya hay las denuncias penales.” Esto será muy aplaudido por MORENA, y los que sí pagan impuestos. Será algo así como el ‘Panem y circenses’, para las bases de AMLO, sustentado en un acto de justicia.
En este sexenio, el Congreso aprobó sancionar la evasión fiscal, mediante la simulación con facturas, como delincuencia organizada y un delito contra la seguridad nacional; así las cosas, Gustavo De Hoyos, presidente de la COPARMEX, advirtió que si las reformas afectaban el interés de las empresas la COPARMEX promovería amparos. Pero, ¿cómo? ¿Entendimos bien…? A confesión de parte, relevo de pruebas, dicen los letrados. El Presidente le respondió duro y a la cabeza: “Esa postura los deja muy mal parados”.
Pero, ¿por qué en México hay tanta resistencia a pagar impuestos, si apenas se cobra una tasa media en referencia al resto del mundo? El problema fundamental es el flagelo de la corrupción de gobiernos y la desconfianza del contribuyente en el buen uso de los recursos; además de la falta de correspondencia entre el pago de impuestos y los beneficios para la población, como educación, salud y seguridad... Entonces, los impuestos se pagan por miedo, no por convicción.
El ensayo dialectico de Friedrich Hegel, “Del amo y el esclavo”, podría ilustrar el tema de obedecer por miedo. Pone como ejemplo la religión positiva, en la cual el hombre sólo se somete a Dios porque le teme, un dios vengativo y castigador, el amo absoluto. Según Hegel, la Historia empieza cuando hay dos conciencias enfrentadas, que son dos conciencias deseantes del mismo deseo. La resolución del conflicto surge cuando una de las dos conciencias cede por temor a la otra y prefiere ser una conciencia sometida antes que una conciencia muerta. Es decir, la conciencia que cede prefiere vivir en la servidumbre antes que morir; es entonces, más potente su miedo a morir que defender su derecho al deseo.
Así, la conciencia con el deseo de dominar es más potente que su temor a morir, es la que somete a la conciencia que cedió por miedo. Así pues, aquí tenemos a un amo y a un esclavo: Hacienda y el ciudadano. Hacienda desea tu dinero, pero tú también lo deseas; y, por miedo, acabas sometiéndote al deseo del amo.
Las autoridades hacendarias sabían perfectamente bien que muchas empresas evadían al Fisco, porque solo se recaudaba el 12% del PIB, en contraste con Chile, el 21%, y Brasil que recauda el 22%. Pero, de cierta manera, los gobiernos toleraban esto para que el ciudadano viviera amordazado por el sentimiento de culpa como evasor, y así nunca alzara la voz contra su amo. “Con el sentimiento de culpa y el miedo, la Iglesia y el príncipe han controlado al mundo.”
El ex director de Pemex, Emilio Lozoya pactó con la Fiscalía un quid pro quo: brindar información útil sobre los verdaderos beneficiarios de los fraudes a Pemex, a cambio de inmunidad. Sus superiores eran: Luis Videgaray, de Hacienda, y el ex presidente Peña Nieto. Sería un golpe genial de la 4T rumbo a las elecciones del 2021, algo sin precedentes, que refrescaría a Morena.