Regresa Obama
» El presidente número 44 de Estados Unidos anhelaba alejarse de la política; 3 años después, está de regreso obligado por la campaña de Trump
A más de tres años después de su salida, el 44° presidente de EU está otra vez en el campo de batalla político, que lo obliga a participar en el enfrentamiento de un enemigo, Trump, empecinado en borrarlo de la historia.
Justo después de saber que Donald Trump había sido electo presidente, Barack Obama se desplomó en su silla del Despacho Oval y se dirigió a un asistente que estaba de pie cerca de un frutero con manzanas colocado en un lugar prominente, un emblema de su política de refrigerios saludables que, como tantas otras, estaba a punto de desaparecer.
“Ya estoy harto”, dijo Obama acerca de su trabajo, según varias personas familiarizadas con el intercambio.
Pero él sabía, aún entonces, que un retiro convencional de la Casa Blanca no era opción. Obama, quien en ese momento tenía 55 años, se había quedado varado con la estafeta que planeaba pasarle a Hillary Clinton todavía en la mano. Encima debía lidiar con un sucesor que, creía, tenía una fijación en su contra basada en una extraña antipatía personal y una política de reacción racial violenta ejemplificada en la mentira sobre el lugar de nacimiento de Obama.
“No hay ningún modelo capaz de predecir el tipo de vida que tendré después de la presidencia”, le dijo Obama al asistente. “Es evidente que no puede dejar de pensar en mí”.
Lo que no quiere decir que Obama estuviera dispuesto a olvidar cómo había vislumbrado su retiro antes del triunfo de Trump: una vida plácida dedicada a escribir, disfrutar juegos de golf en días soleados, impulsar políticas a través de su fundación, producir documentales con Netflix y gozar mucho tiempo en familia en su nueva finca de 11.7 millones de dólares en Martha’s Vineyard.
De cualquier forma, más de tres años después de su salida, el 44.° presidente de Estados Unidos está otra vez en el campo de batalla político que tanto deseó abandonar. Lo obligan a participar en el enfrentamiento un enemigo empecinado en borrarlo de la historia —Trump—, y un amigo que ha demostrado la misma determinación por aprovechar su presencia, Joe Biden.
Era bien sabido que volver al campo de batalla sería muy arriesgado. Obama ha demostrado un gran interés en proteger su legado, en especial de los múltiples ataques de Trump. Pero después de realizar entrevistas con más de 50 personas que rodean al expresidente, el retrato que percibimos es el de un combatiente atribulado que intenta equilibrar el profundo enojo causado por su sucesor con el instinto de evitar el enfrentamiento por temor a que pudiera dañar su popularidad y afectar su lugar en la historia.
Sin embargo, es posible que el cálculo de ese equilibrio haya comenzado a cambiar tras el asesinato de George Floyd a manos de la policía en Mineápolis. Como el primer presidente negro de Estados Unidos, ahora el primer expresidente negro, Obama ve la concientización social y racial actual como una oportunidad para darle un valor más significativo a las elecciones de 2020, que habían estado marcadas por el estilo de lucha sucia de Trump, y canalizar un nuevo movimiento juvenil hacia un objetivo político, como sucedió en 2008.
Actúa con cautela, con su intención característica de mantener la calma, ser fiel a su reputación, conservar su capital político y mantener intactas sus aspiraciones de un retiro tranquilo.
“No creo que tenga dudas. Más bien, creo que ha adoptado una actitud estratégica”, señaló Dan Pfeiffer, uno de sus principales asesores durante más de una década. “Siempre ha usado su voz de manera estratégica; es su posesión más valiosa”.
Obama también está atento a un ejemplo aleccionador: en 2008, los ataques de Bill Clinton en su contra fracasaron de tal manera que el personal de campaña de su esposa tuvo que reducir sus apariciones.