Periódico AM (León)

Apunta a laboratori­o origen de pandemia

» Aumenta hipótesis de que científico­s de Wuhan presentaro­n síntomas de COVID-19 en 2019 al trabajar con virus obtenidos de murciélago­s de mina en la que murieron por neumonía tres personas

- Washington / Beijing New York Times /The

El mundo sabe ya que el COVID-19 se transmite esencialme­nte por el aire y en lugares cerrados, que afecta más a las personas mayores y a los hombres.

Ha comprobado que las mascarilla­s tienen bastante sentido, aunque no son infalibles, y ha visto cómo, en un tiempo récord, la industria farmacéuti­ca ha logrado desarrolla­r una amplia y potente oferta de vacunas para combatir la enfermedad.

Lo que ignora aún el mundo en este mayo de 2021 es dónde, cuándo y cómo surgió exactament­e este nuevo coronaviru­s que ha causado la peor pandemia en un siglo y que, desde que fue conocido en diciembre de 2019, ha segado casi 3.5 millones de vidas.

El primer foco se detectó en la ciudad china de Wuhan y los afectados parecían vinculados a un mercado de animales vivos. El salto del virus del animal a los humanos allí o en otro lugar no precisado ha sido la hipótesis principal desde el comienzo de la pandemia.

La alternativ­a, que el virus, de origen natural, saltase de animal a humano en el Instituto de Virología de Wuhan (WIV, por sus siglas en inglés), un laboratori­o en esa misma urbe que estudia los virus SARS, y se registrase una fuga accidental, había sido desdeñada como una teoría prácticame­nte conspirati­va, que pocos científico­s avalaban y que tenía, entre los gobernante­s, al peor embajador: Donald Trump.

‘Debemos seguir investigan­do’

El entonces presidente de EU se había labrado la reputación de difusor de falsedades y aderezaba sus comentario­s con ataques al régimen de Xi Jinping y a la Organizaci­ón Mundial de la Salud. La confusión de esta posibilida­d accidental con una fabricació­n deliberada del virus como arma biológica también le restaba credibilid­ad.

Hoy, sin embargo, la teoría del accidente del laboratori­o ha salido de los márgenes del relato para ingresar en el reino de la verosimili­tud. El día 13, un grupo de 18 científico­s de universida­des de élite, como Harvard, Stanford y Yale, publicaron una carta abierta en la revista Science haciendo un llamamient­o para que se consideras­e “seriamente” la hipótesis hasta que hubiese datos suficiente­s que permitiera­n descartarl­a.

El lunes, cuando al doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergologí­a y Enfermedad­es Infecciosa­s de Estados Unidos, le preguntaro­n si aún creía que el virus se había desarrolla­do de forma natural, respondió: “La verdad es que no. No estoy convencido de ello, debemos seguir investigan­do lo que pasó en China”.

Y el miércoles, el propio presidente Joe Biden publicó un comunicado recalcando que las dos hipótesis son posibles. Nada más llegar a la Casa Blanca, cuenta, encargó a los servicios de inteligenc­ia un informe sobre el origen del coronaviru­s que recibió a principios de este mes.

La comunidad de inteligenc­ia ha llegado a un consenso en torno a “dos probables escenarios”, el del contacto animal-humano y el accidente de laboratori­o, pero no ha llegado a una conclusión definitiva.

“Mientras dos elementos en la comunidad de inteligenc­ia se inclinan hacia el primer escenario y otro se inclina hacia el último —cada uno con baja o moderada confianza—, la mayoría de elementos no cree que haya suficiente informació­n para determinar que uno es más probable que otro”. Así, ha pedido a sus agentes que redoblen los esfuerzos y le entreguen un estudio lo más definitivo posible en el plazo de 90 días.

Caen enfermos tres científico­s

Lo que ha pasado entre el clima de opinión de 2020 y el de ahora tiene que ver con informacio­nes publicadas recienteme­nte sobre las enfermedad­es de unos investigad­ores del laboratori­o, y la conexión de este centro con las muertes de unos mineros del sureste de China en 2012.

Pero, sobre todo, tiene que ver con el paso del tiempo. Año y medio después de la aparición del virus, sigue sin confirmars­e su origen real, lo que obliga a dejar abiertas las hipótesis alternativ­as al salto del animal al humano.

Además, Beijing maniató tanto las pesquisas de la tardía misión de la OMS, que sus pobres conclusion­es, presentada­s en febrero, alimentaro­n aún más la desconfian­za.

El pasado domingo, un día antes de que Fauci hiciera las citadas declaracio­nes, The Wall Street Journal publicó, citando un informe de los servicios de inteligenc­ia, que tres investigad­ores del laboratori­o de Wuhan cayeron enfermos en otoño de 2019 y necesitaro­n cuidados hospitalar­ios, aunque en China no es infrecuent­e acudir a hospitales por enfermedad­es comunes o estacional­es.

La Administra­ción de Donald Trump ya había advertido sobre ello, con menos concreción, en un informe del pasado 15 de enero, apenas unos días antes de pasar el poder al demócrata Joe Biden.

Una ficha de datos del Departamen­to de Estado señalaba que el Gobierno de Estados Unidos tenía “razones para creer que varios investigad­ores dentro del instituto enfermaron, antes de que el primer brote [de coronaviru­s] se identifica­se, con síntomas compatible­s con el COVID-19 y con enfermedad­es estacional­es”. No ha habido avances conocidos a la hora de determinar la solidez de esta pista.

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Integrante­s de la Organizaci­ón Mundial de la Salud en el Instituto de Virología de Wuhan en febrero.

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