Está en la mira Instituto de Virología
Mercado de mariscos de Huanan, que ha sido vinculado al coronavirus.
El Instituto de Virología de Wuhan es sospechoso debido a su investigación con virus obtenidos de murciélagos, y el hilo investigador conduce a unas muertes por neumonía detectadas en una mina de la provincia de Yunnan, en el suroeste de China.
Según el Journal, en abril de 2012, seis trabajadores cayeron enfermos, con síntomas similares a los causados por el COVID, después de entrar en la mina para eliminar heces de murciélago.
Las pruebas indicaron que padecían una neumonía y, para mediados de agosto, tres de ellos habían muerto. Expertos del Instituto de Virología de Wuhan se pusieron a investigar y acabaron obteniendo cerca de un millar de muestras en la mina.
Los investigadores encontraron en esas muestras nueve tipos de coronavirus. Entre ellos, uno conocido como RaTG13 y del que en el inicio de la pandemia indicaron que tenía un código genético similar en un 96,2% al SARS-CoV-2.
Es el “pariente” más cercano encontrado hasta ahora al causante del COVID, aunque aún a una enorme distancia evolutiva: ambos tipos se separaron hace varias décadas. La viróloga Shi Zhengli, principal experta en este tipo de virus en el WIV, ha asegurado que los mineros no enfermaron de COVID.
En un informe publicado el viernes de hace una semana en formato preprint en el repositorio BioRxiv, sin revisión de otros expertos, los científicos del WIV aportan detalles sobre los coronavirus encontrados en la mina, e indican.
“Estos resultados sugieren que [los coronavirus] que encontramos en los murciélagos pueden ser solo la punta del iceberg”.
No obstante, sostienen que los ocho que no son el RaTG13, casi idénticos entre sí, son solo similares en un 77% al SARS-CoV2. No mostraron capacidad de infectar una célula humana utilizando el receptor que sí emplea el causante del COVID, según estos investigadores. Tampoco lo hizo el RaTG13.
“Aunque hay conjeturas que hablan de la posibilidad de una fuga del RaTG13 del laboratorio que causara el SARSCoV-2, las pruebas en los experimentos no lo corroboran”, concluye el informe.
Pero la desconfianza es, aun así, evidente. La misión de la OMS solo pasó tres horas en el Instituto de Virología de Wuhan y sus miembros no pudieron acceder más que a datos procesados.
Su informe concluía el pasado 9 de febrero que la hipótesis del accidente de laboratorio era “extremadamente improbable”, mientras que la transmisión natural desde un reservorio animal era “probable o muy probable”.
Y dos días después, el 11 de febrero, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, advertía de que no se podía descartar esa posibilidad y era necesaria una investigación más exhaustiva.
El miércoles, un portavoz de la OMS respondió a el País por correo electrónico que la organización se encuentra ahora revisando las recomendaciones del informe sobre el origen del virus a un nivel técnico, y estos equipos técnicos elaborarán una propuesta para los próximos estudios que se lleven a cabo.
Las próximas investigaciones incluirían la hipótesis del accidente del laboratorio, pero no está claro que se vayan a realizar.
Beijing siempre ha rechazado tajantemente esa teoría y se aferra a las conclusiones del informe de la OMS.
“Estados Unidos sigue promocionando la teoría de la fuga de un laboratorio. ¿Le preocupa la trazabilidad, o solo está intentando distraer la atención?”, se preguntaba el lunes el portavoz chino de Exteriores Zhao Lijian, después de que The Wall Street Journal publicara la información sobre los tres supuestos trabajadores enfermos del Instituto de Virología de Wuhan.
Aunque China no ha descartado, al menos en público, de modo definitivo la idea de una segunda misión, es improbable que acceda a ella si entre sus objetivos se incluye una nueva visita al Instituto de Virología u otras
instalaciones similares.
El país asiático no solo niega la posibilidad de una fuga. También acusa, por su parte, a Estados Unidos. En plena lucha de esgrima verbal con Washington sobre las causas y la gestión del COVID cuando la pandemia comenzaba a llegar a EU, el propio Zhao —estandarte de una nueva generación de diplomáticos chinos conocida como “lobos guerreros”, mucho más agresivos en la retórica a favor de su país— daba pábulo el año pasado en su cuenta de Twitter a una teoría conspiratoria: que el virus hubiera llegado a Wuhan en octubre de 2019 traído por soldados estadounidenses que participaron en los Juegos Militares celebrados en esa ciudad.
Beijing también insiste en que Estados Unidos debe permitir en sus propios laboratorios militares de armamento biológico en Fort Detrick una inspección similar a la que llevaron a cabo los expertos de la OMS en Wuhan a principios de año.
Las acusaciones entre Washington y Beijing han acompañado a la evolución de la propia pandemia, en paralelo a la entrada en barrena de las relaciones entre las dos grandes potencias mundiales
Y, arrastrados al medio de esta disputa, se encuentran los trabajos científicos de búsqueda del origen del COVID.