El gasolinazo que viene
Los precios del petróleo rebotaron al doble que hace un año cuando la pandemia los noqueó. La inflación en Estados Unidos fue más alta que en México y llega ya al 6% anual. El arranque de la economía genera distorsiones en miles de productos. La gasolina y el diésel subieron un 50% por galón en promedio según la AAA.
En junio del 2020 el precio promedio del galón de gasolina en Estados Unidos era de 2 dólares. Hoy supera los 3 dólares. El problema: el pronóstico para los próximos meses es de mayores incrementos. Ayer el precio del barril West Texas llegaba a 72 dólares.
Hay quienes compran opciones para fin de año a 100 dólares. No quiere decir que necesariamente vaya a estar a ese precio pero las posibilidades existen.
Antes al Gobierno mexicano le convenía el aumento de precios del petróleo. Ahora no tanto porque importamos más en hidrocarburos de lo que vendemos. En la parte más dura de la pandemia el rango de la gasolina variaba entre 17 y 19 pesos. Hoy no baja de los 19 y el promedio es superior. Al aumentar el valor de lo que importamos, el Estado tiene dos opciones: dejar el mercado en libertad sin cambiar la carga fiscal al consumo, o reducir el IEPS, el Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios.
Si no cambia esa carga fiscal el precio podría llegar a un rango de entre 22 y 25 pesos (la Magna) o más. Reducir el impuesto para que no suba durante meses haría un boquete en las finanzas públicas. Pocas cosas son tan sensibles en la opinión pública sobre el Gobierno como los “gasolinazos”.
El tema lo usó Morena para ganar la elección del 2018 por el aumento en 2017. Pocos comprenden que es un acto de responsabilidad gubernamental no intervenir en forma permanente en el mercado, por el costo para el contribuyente. Al final la cuenta la paga el consumidor o el erario con los recursos de los ciudadanos. Nada es gratis.
Qué hará el nuevo secretario de Hacienda, Rogelio Rodríguez de la O, si recomienda mercado libre, Morena se funde; si reduce impuestos a los combustibles no le alcanzará el presupuesto. Tendría que pedir prestado o aumentar impuestos. Una solución sería producir más petróleo pero no está al alcance de la mano en el futuro próximo. Mi pronóstico es que va a mediar. Un poco de reducción de IEPS y un poco de aumento de precios para salvar el momento.
Otra gran incógnita en los mercados es lo que decidirá la Reserva Federal el día de hoy. Con la inflación desbocada al 6% anual, lo ortodoxo sería subir las tasas de interés para evitar un sobrecalentamiento. Los especialistas dicen que los gobernadores de la Fed no lo harán. Sólo darán señales de no meterle más dinero a la economía. Aunque parezcan decisiones lejanas al país, nos afectan en todo, desde los pagos en las tasas de interés de las hipotecas, las tarjetas de crédito o las compras a plazos de bienes y servicios.
Si la gasolina se desboca en Estados Unidos tendremos problemas serios de inflación. Ni con la mentada refinería de Deer Park se resuelve el asunto. Pero seamos optimistas, de situaciones peores hemos salido con o sin gasolinazos.