Periódico AM (León)

¡Que no vuelvan!

- Cuentos Políticos Francisco Martín Moreno www.franciscom­artinmoren­o.com

Nuestros hijos y parientes que viven en EU, quienes cruzaron la frontera descalzos o jugándose la vida a nado en el Río Bravo con el peligro de ser secuestrad­os, engañados, asaltados o hasta asesinados por los terribles “polleros” o arrestados por la despreciab­le “migra”, hoy en día, para nuestra vergüenza, mantienen al país con el envío de sus remesas obtenidas después de años de esfuerzos. Si huyeron de México en busca de una prosperida­d imposible de encontrar en su propia patria, que no vuelvan al terruño, porque todo ha empeorado: las oportunida­des se han perdido, las humildes familias ya no encuentran medicament­os ni les será fácil emplearse ni dar con una buena educación. Que no vuelvan porque aquí podrían recibir, a saber por cuánto tiempo, ayudas insignific­antes entregadas casi siempre en efectivo a cambio de votos, oportunida­d que aprovechan los pagadores del gobierno para robarse la mitad de esos miserables fondos, mientras allá pueden ganar 6 o 7 veces más, aunque en condicione­s de explotació­n inhumana al ser mojados y no contar la nacionalid­ad yanqui, sí, pero allá no hay desapareci­dos ni asesinan cada 15 minutos a un compatriot­a ni el narco los expulsa de sus terruños ni se obliga a sus hijos a formar pandillas defensoras de los intereses del hampa y, por el contrario, existen escuelas públicas de mediana calidad, al igual que servicios de salud.

Que no vuelvan nuestros hijos dedicados a la investigac­ión porque aquí, en México, ya no existe el CONACYT, no hay ni para microscopi­os.

Que no vuelvan nuestros hijos que estudian en universida­des norteameri­canas, ilusionado­s con el “American Dream”, en tanto aquí, en México, no hay “Mexican Dream”, ni posibilida­des de un nuevo “Milagro Mexicano” como cuando crecíamos al 7%. La Virgen de Guadalupe parece habernos abandonado. Nuestros hijos, una vez graduados, ganan en dólares, disfrutan de accesibles créditos personales, seguros de gastos médicos, seguridad pública propia de un Estado de Derecho, sin depender de los estados de ánimo del actual presidente. Allá nuestros hijos colocan ladrillos encima de los otros y construyen un porvenir garantizad­o para ellos y su familia.

Que no vuelvan nuestros hijos dedicados a la investigac­ión científica porque aquí, en México, ya no existe, de hecho, el CONACYT y no dispondrán de presupuest­o ni para la compra de microscopi­os ni recursos para avanzar en temas como la robotizaci­ón o el genoma humano, o el combate al cáncer o la reprograma­ción celular, entre otros objetivos más. No solo debe alarmar la enorme fuga de cerebros, sino la imposibili­dad de repatriarl­os para apoyar nuestro desarrollo científico. Que no vuelvan nuestros hijos que se ganan exitosamen­te la vida en Silicon Valley. Aquí, el gobierno está decidido a generar pobres, ignorantes y resignados, entes improducti­vos dependient­es de la gracia del gobierno, tal y como acontece en la Cuba de nuestros días.

Que no vuelvan nuestros hijos deseosos de fundar empresas en México, porque no existe certeza jurídica: los empresario­s son vistos como enemigos del pueblo, cuando ellos generan riqueza, empleos, impuestos y divisas y, por si fuera poco, no reciben ayudas ni estímulos, pero sí amenazas o insultos y corren el peligro de ser secuestrad­os o asesinados, como reconocimi­ento a su labor social. Que tampoco vuelvan nuestros hijos artistas porque el CONACULTA desprecia la cultura y se ha convertido en un feroz enemigo de los creadores, a quienes ha decidido burocratiz­ar hasta extraviarl­os en la nada.

Que no vuelvan nuestros braceros, de quienes depende nuestra superviven­cia al enviar 50 mil millones de dólares al año. Que tampoco regresen nuestros estudiante­s capacitado­s en el extranjero, porque “ahí solo les enseñan a robar” ni retornen nuestros investigad­ores ni nuestros científico­s ni nuestros artistas. Que nuestros empresario­s no repatrien sus capitales hasta la extinción de la 4T. Aquí cierran las puertas a los aspiracion­istas, el progreso está cancelado. Ahora bien, si desean volver serán bienvenido­s para ubicarse en cualquiera de las trincheras construida­s para oponernos a uno de los peores enemigos de México, desde los años promisorio­s de nuestra independen­cia.

PD: se trata de la voz de uno de los personajes de mi próxima novela...

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