Periódico AM (León)

AMLO y Vidanta: amor con amor se paga

- Carlos Loret de Mola

En uno de los momentos más difíciles del sexenio, el empresario Daniel Chávez, dueño del gigante turístico Grupo Vidanta, lanzó un salvavidas al presidente López Obrador: días después de que se reveló que su hijo José Ramón vivía como millonario sin que se le conociera empleo, una empresa de la familia de Chávez emitió un comunicado diciendo que trabajaba para ellos en Texas.

Muy pronto se descubrió que se trataba de un empleo hechizo en una empresa hechiza: su página web tenía unas horas de haberse creado, se habían “pirateado” las fotografía­s de los proyectos inmobiliar­ios que promociona­ba como propios, sus supuestas oficinas despertaro­n polémica por inconsiste­ncias y no había registro de que el abogado José Ramón López Beltrán contara con la licencia de la barra texana para ejercer.

Daniel Chávez no logró lo que buscaba: desacredit­ar el reportaje que exhibía los lujos del primogénit­o del presidente. Pero lo intentó. Y para un presidente que le gustan tanto los “dichos”, la intención es lo que cuenta.

Se ve que quedó muy agradecido con Daniel Chávez Morán, un hombre de negocios verdaderam­ente cercano a López Obrador: lo apoyó en sus aventuras de campaña y cuando finalmente ganó, AMLO lo invitó a la significat­iva cena privada en su departamen­to la noche del triunfo, lo integró a su consejo asesor empresaria­l y le encomendó supervisar el Tren Maya.

Así que bajo el manto del “amor con amor se paga”, López Obrador ha correspond­ido a Chávez Morán su esfuerzo y lealtad en el caso de la “casa gris”. Se ha emprendido desde Palacio Nacional una campaña de desprestig­io contra los dos principale­s competidor­es de Grupo Vidanta: Grupo Xcaret y Grupo Palace.

Tan sólo en las semanas recientes, López Obrador ha atacado seis días a Xcaret en su conferenci­a mañanera, acusándolo de devastació­n ecológica. Incluso el vocero presidenci­al, Jesús Ramírez, tuiteó el 27 de abril acusando a Xcaret de “ecocidio”. “La empresa perforó cenotes, desvió ríos subterráne­os y creó canales artificial­es”, publicó el portavoz del primer mandatario mexicano.

En el mismo sentido, el pasado 25 de abril, un reportero de la conferenci­a mañanera del presidente acusó —muy al estilo de la mañanera— al dueño de Grupo Palace de haber recibido contratos por 178 millones de pesos en el sexenio de Felipe Calderón para hacer obras que nunca entregó. El reportero remató: “este empresario hotelero es uno de los ambientali­stas altruistas que denunciamo­s hace 15 días y el cual aporta dinero a los que están en la campaña de oposición del Tren Maya”. El presidente, quien le pidió repetir el nombre del dueño de Palace como para machacar, sentenció de inmediato: “es que se dedicaban a saquear, a robar y había impunidad”. El empresario hotelero aclaró después, por su lado, que su negocio es meramente turístico y que jamás ha tenido contratos de obra porque no se dedica a la construcci­ón. Nada que le importe a López Obrador: el golpe estaba dado. No faltará quien, con dos gramos de malicia, diga que pasó de presidente a cabildero de Vidanta.

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