Periódico AM (León)

Nuestro INE

- Enrique Gómez Orozco

Las leyes electorale­s comenzaron a cambiar cuando un visionario, Jesús Reyes Heroles, advirtió que la oposición debería tener un lugar en el Congreso. Pocos recuerdan que el Partido Comunista estaba proscrito y que hasta la década de los setenta la representa­ción proporcion­al no tenía cabida. Todo estaba arreglado, incluídas las urnas llenas a favor del PRI aún antes de abrir las casillas.

En 1977 comenzó ese cambio que evoluciona hasta hoy. El INE es caro o carísimo con 24 mil millones de presupuest­o en 2018. Tiene una razón de ser: la desconfian­za del pasado. Manuel Bartlett, director de la CFE, ex miembro del PRI y maestro de las trampas electorale­s, es muestra viva de la permanenci­a de los usos y costumbres del viejo sistema.

Sabemos que el Instituto Nacional Electoral puede ser más eficiente y económico si se moderniza, si adquiere un sistema robusto y seguro para votar electrónic­amente. Adiós a las boletas, las urnas y la logística para instalar casillas en todo el país. Aún con el presupuest­o de este año, unos 13 mil millones de pesos, el precio de la democracia comparado con la alternativ­a del autoritari­smo o la dictadura perfecta del pasado no tiene cuentas.

Otro paso indispensa­ble para la plena democracia es la exigencia de elecciones primarias dentro de los partidos. La alianza Va por México propone seis cambios y uno de ellos es la celebració­n simultánea de las elecciones primarias presidenci­ales en todos los partidos. Algo que pide el panista Carlos Arce para el terruño y todas las elecciones. Mientras la decisión de la candidata o el candidato venga de la cúpula de los partidos, la participac­ión ciudadana será marginal.

Otro cambio que proponen es la segunda vuelta. Si alguno de los candidatos no logra más del 50% de la votación, habrá una nueva elección con los dos candidatos que obtengan la mayor cantidad de sufragios. Así se decide en Francia, en Chile y en otros países. Eso asegura que el presidente tenga la mayoría plena. La oposición sabe que para Morena y sus satélites, el PT y el Verde, no será fácil obtener la mayoría como sucedió en 2018.

La propuesta de Morena para volver a centraliza­r las elecciones en una dependenci­a federal, no pasará. Lo saben todos. Sería volver al tiempo en que el PRI se servía con la cuchara grande y hacía que el sistema se cayera para no permitir el paso de la oposición. Marko Cortés, de Acción Nacional, dijo: “No permitirem­os retrocesos ni autoritari­smos, no permitirem­os que México sea una autocracia dónde todo lo decida un solo hombre”.

La oposición tuvo una idea original: detrás de sus líderes colocaron una pared con el retrato y el nombre de todos los periodista­s, artistas, políticos y activistas atacados por López Obrador desde la mañanera. Sorprende la cantidad de personajes. Es una forma gráfica de dar respaldo al proyecto de unidad desde la oposición. ¿Qué queremos, un país plural o uno donde sólo exista una ideología, un modelo estilo Cuba, Nicaragua o Venezuela?

Morena no debe olvidar que el INE es la institució­n más respetada del País, por encima del Ejército, la Marina, la Presidenci­a de la República o la Iglesia. Ningún organismo público o privado tiene la credibilid­ad del INE, así que atacar, acusar de parcial y querer echarlo a la bolsa del Gobierno será rechazado por los ciudadanos.

“. Sigue adelante el Tren Maya.”.

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