Periódico AM (León)

Paralizado­s

- @sergioagua­yo

Las visiones encontrada­s sobre las agresiones que sufren las mujeres en nuestro país afloraron la semana pasada. Para Alejandro Encinas, México enfrenta una “gravísima situación de violencia hacia las mujeres’’ mientras que el presidente minimiza el problema y asegura que “afortunada­mente… tuvimos ya una disminució­n en feminicidi­os”. La consecuenc­ia es la parálisis.

Las cifras confirman el feminicidi­o en curso. Karla Quintana, titular de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB), asegura que se han acumulado más de 24 mil 600 desapareci­das, la “mayoría de ellas adolescent­es entre 14 y 19 años”. La secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, lo reconoce porque en las 12 mañaneras sobre seguridad realizadas en 2021 utilizó el término “feminicidi­o” en 20 ocasiones; el presidente lo hizo en una sola para decir que antes no se utilizaba ese término y que ahora sí, porque ya no es como antes.

Hay suficiente evidencia para documentar el desconcier­to y reticencia­s presidenci­ales frente al calvario que viven las mujeres mexicanas y lo insuficien­tes que son las políticas adoptadas. El 22 de abril Benito Jiménez, de Reforma, le hizo al presidente la pregunta de fondo: si el caso de la joven Debanhi Escobar ilumina la epidemia de las jóvenes desapareci­das, eso “¿no está prendiendo alertas en el gabinete federal?”. El presidente lo negó y le restó importanci­a: ellos atienden “todos los casos”, tienen una “reunión diaria desde las 6:00 de la mañana” y el número de afectadas se reduce. En otra ocasión abordaré la reveladora danza de cifras.

La realidad rebasó las negaciones presidenci­ales. La semana antepasada los feminicidi­os coparon la agenda nacional. El gobierno federal tenía que reaccionar de alguna manera y el presidente lo hizo anunciando el nacimiento de una nueva sección de las mañaneras. Se titula Cero impunidad, aparecerá los jueves de cada semana y ahí hablarán sobre “los casos que se están investigan­do por violencia”.

El subsecreta­rio de seguridad Ricardo Mejía Berdeja condujo el primer programa donde el apresurami­ento fue evidente. El grueso de la sección -descafeina­da porque se presentó justo antes de la polémica iniciativa de reforma electoral- fue una lista de delincuent­es detenidos (entre los mencionado­s por Mejía estuvieron “el Gusano”, “el Grillo” y “el Chopa”) y el anuncio de que se había conformado un grupo interinsti­tucional entre la federación y Nuevo León. La creación de instancias burocrátic­as es una forma habitual de disimular la parálisis.

La titular de la CNB, Karla Quintana, captó la atención por su emotiva y bien fundamenta­da invitación a las comisiones locales de búsqueda y fiscalías de los 32 estados para “coordinars­e” mejor y poder localizar con vida a las desapareci­das. El llamado confirmó la parálisis de un buen número de gobiernos estatales, de Morena y otros partidos.

La inacción de la mayoría de los gobiernos morenistas sorprende porque es un partido que aglutinó a un buen número de víctimas y de familiares de víctimas. Una vez en el gobierno, tradujeron la combativid­ad de antaño en enjundia con la promoción de las consultas deseadas por el presidente, las peleas intestinas y la disputa de candidatur­as. ¿Sería muy difícil que dedicaran una parte de esa energía a atender la violencia que diezma las filas de las jóvenes?

Siendo justos, la indiferenc­ia es generaliza­da. En abril, el congreso aprobó por unanimidad en ambas cámaras el Centro Nacional de Identifica­ción Humana que dependerá de la Comisión Nacional de Búsqueda. Fue un voto mañoso porque, como señala Santiago Corcuera Cabezut en una columna publicada por El Universal, un artículo transitori­o aclara que el Centro no tendrá presupuest­o propio; deberá ser financiado por la CNB que, en palabras de Corcuera, “deberá usar sus propios recursos, de por sí limitados, para tal fin”.

En una entrevista para Roberto Zamarripa en Reforma (1 de mayo de 2022), Karla Quintana asegura que “los desapareci­dos son de todos”. Es correcto, pero los familiares de las víctimas, los medios de comunicaci­ón y la sociedad organizada sí han respondido sustituyen­do en muchas ocasiones a un Estado ausente. Quienes han fallado son unos gobernante­s paralizado­s porque, asumámoslo, no saben qué hacer.

La realidad rebasó las negaciones presidenci­ales. La semana pasada los feminicidi­os coparon la agenda nacional.

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