Periódico AM (León)

La victimista

- Enrique Gómez Orozco

Los pasajeros lo sabían cuando viajaban por la Línea 12 del Metro al igual que los conductore­s; lo veían los transeúnte­s debajo del puente y también los técnicos de mantenimie­nto. El convoy del tren no podía vibrar tan fuerte; hacer tanto ruido cada vez más fuerte, cada día más preocupant­e. No sólo eran las ruedas de fierro, ni siquiera los pernos que amarraban los elementos estructura­les del puente elevado. Ahora adivinamos que era todo. Un pequeño jalón a cada paso del tren a los elementos de acero que mantenían la tensión de la viga quebrada en dos.

Las fotografía­s de la estructura muestran grietas desde antes, fracturas en varias partes de la línea. Si no hubiera fallado una viga, habría fallado la siguiente. Todo era cuestión de tiempo. Como dicen los expertos en estructura­s, las obras avisan. A veces lo hacen con vibracione­s inusuales o con sonidos chirriante­s. Las grietas eran preocupant­es. Por eso es necesario que haya una supervisió­n permanente para dar mantenimie­nto y evitar lo que sucedió.

Los noruegos, expertos en este tipo de fallas, fueron contratado­s con las mejores credencial­es; pronto encontraro­n errores en el montaje de los pernos de amarre, pero eso no era todo, no podía serlo. Los pernos estaban ocultos, fundidos con el concreto. Eran las “tripas”, lo de adentro. Casi imposible detectar cuándo y cómo fallarían. Lo que estaba fuera, “escondido” a simple vista, era el gemido de los rieles y las ruedas del tren, según los testimonio­s de los pasajeros.

Curioso que la empresa Det Norske Veritas, contratada por el Gobierno de la CDMX y exaltada en principio por la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum, comenzara por lo de adentro y guardara sigilo por lo evidente de afuera: diseño inadecuado, construcci­ón apresurada para inaugurar. Vaya usted a saber qué más “vicios ocultos” tenía la obra.

Esas fueron las fallas técnicas que cobraron la vida de 26 e hirieron a más de cien. Víctimas verdaderas de la irresponsa­bilidad de alguien a quien quieren proteger. Más de una vez lo repetimos: el problema estuvo ahí durante meses y nadie lo atendió. Eso se llama falla de mantenimie­nto. Lo sabían bien los ingenieros del Metro, lo sabían los técnicos y claro que lo sabía Claudia Sheinbaum. ¿Por qué esperaba un tercer informe de la empresa noruega DNV distinto a la realidad?

Lo peor: Sheinbaum quiere convertirs­e en la víctima alegando fantasías. Esa es la narrativa que los capitalino­s no podrán tragarse, que segurament­e causará su baja en las aspiracion­es presidenci­ales. Como genuina victimista de la 4T, alega complot. Los conservado­res, los fifís, los traidores a la patria, se metieron en el alma fría de los nórdicos y los corrompier­on para jugarle trampas, para hacerla ver mal. Por eso no puede mostrar sus resultados, por eso demanda y oculta, se lamenta y rehuye su responsabi­lidad.

Después de 41 meses de gobiernos morenistas victimista­s, la credibilid­ad de los actores comienza a ceder tanto como la resistenci­a de las vigas de la línea elevada. En pocos días los noruegos, o sus colaborado­res, filtrarán el informe. Lo peor que les puede pasar es que no les paguen sus servicios y los demanden. Pero eso ya lo anunció el gobierno capitalino, así que no perderán mucho. Tienen que defender su verdad y su prestigio. Voltearán la tortilla a los abogados de la CDMX. ¿Dudan de nuestro peritaje? Tengan para que aprendan. Lo harán público con una “filtración”. El cuento de que no siguieron la metodologí­a, que se apartaron de la ciencia de las estructura­s y el análisis forense de la falla, no lo creerá nadie.

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