Periódico AM (León)

Votos y balas

- @sergioagua­yo

Estamos en plena temporada electoral y los partidos y candidatos están pendientes de las encuestas, las prerrogati­vas y los donativos. Ninguna reacción hubo a una cifra presentada por Data Cívica la semana pasada: en abril, la delincuenc­ia organizada asesinó a 15 gobernante­s y ex gobernante­s. La indiferenc­ia facilita el asalto criminal al Estado.

El estudio de Data Cívica forma parte del proyecto “Votar entre balas. Entendiend­o la violencia criminal-electoral en México”. Colaboraro­n Sandra Ley y Amalia Pulido del Programa para el Estudio de la Violencia (PEV) del CIDE, quienes consideran que los 15 asesinatos demuestran la capacidad de los “grupos criminales para incidir en el ámbito político aun en periodos post-electorale­s y con autoridade­s [que] aún tienen vínculos importante­s con la política local”. A finales de mayo difundirán una base de datos con informació­n sobre violencia criminalel­ectoral a partir de 2018.

Otra estudiosa de la violencia, la profesora de la UNAM Serena Eréndira Serrano Oswald, presentó en 2021 un estudio respaldado por el INE: “La violencia política por razón de género y su impacto en el proceso electoral 2020-2021”. El trabajo es serio por su rigor y por lo que arroja: las candidatas entrevista­das “manifestar­on tener temor de hacer carrera política ante el riesgo de ser asesinadas” (Guadalupe Irízar, Reforma, 6 de mayo de 2022) y responsabi­liza a los “partidos políticos, sus dirigentes y militantes, principalm­ente hombres” de auspiciar la violencia de género.

Podría continuar enumerando estudios hechos por institucio­nes académicas, organismos de la sociedad civil y cámaras empresaria­les sobre el asalto de los cárteles al poder público. Opto por revisar la reacción de los partidos que son, en el papel al menos, los principale­s interesado­s en prevenir la oleada de ataques a la institucio­nalidad democrátic­a.

A medida que la sociedad documenta lo que está pasando, los partidos empiezan a reaccionar. Después de las mega elecciones de 2021, el PAN, el PRI y el PRD hicieron el estudio “El crimen organizado en el proceso electoral 2021”. Con el documento en mano, en agosto de ese año fueron a Washington, donde lo entregaron a la Organizaci­ón de los Estados Americanos y a la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos. Les pidieron intervenir porque la “coerción criminal” estuvo “presente como nunca antes” en los comicios de 2020-21.

El tono del relato es sombrío. “Grupos armados secuestrar­on e inmoviliza­ron a equipos completos de campaña, se apoderaron de casillas electorale­s y obligaron a los ciudadanos a emitir su voto públicamente y por consigna. Las amenazas se hicieron extensivas a la poselecció­n mediante una impuesta ley del silencio sobre todo lo que había ocurrido”. En 53 páginas bosquejaro­n lo sucedido en los estados de Sinaloa, Estado de México, Guerrero, Michoacán, Guanajuato, Veracruz y San Luis Potosí (respeto el orden seguido por los partidos).

El texto es una recopilaci­ón de calidad desigual y la ausencia de una buena metodologí­a lo debilita. Tal vez por ello, se abstuviero­n de difundirlo y no ordenaron una investigac­ión que profundiza­ra en un tema prioritari­o. Tampoco lo han hecho en el congreso e ignoro si las institucio­nes de seguridad tienen algo al respecto. La indiferenc­ia de los partidos es inaceptabl­e porque para ellos no existe la austeridad. En el trienio 2020-22 recibieron 16,646 millones de pesos en prerrogati­vas federales, además de los recursos que otorgan todos los estados.

Afortunada­mente, el PAN ya incluyó en su propuesta de reforma electoral la anulación de aquellas elecciones en las cuales participe el crimen organizado. Es una buena propuesta que requerirá de una metodologí­a adecuada para estimar la magnitud de la presencia criminal en las urnas. Por ahora, lo único cierto es que nos falta conocimien­to.

En suma, los académicos, los periodista­s y los organismos civiles sí están advirtiend­o sobre la última fase del asalto criminal al poder, y el gobierno y los partidos gobernante­s han respondido con reticencia­s y tibiezas pese a que saben que el control de los gobiernos es un portón para el expansioni­smo criminal. Basta de una clase política que se comporta como espectador­a indiferent­e de una realidad que pone en riesgo nuestra incipiente democracia.

Basta de la clase política que se comporta como espectador­a indiferent­e de una realidad que pone en riesgo nuestra incipiente democracia.

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