Ama y haz lo que quieres
En una reunión con amigas mucho más jóvenes que yo, me llamó la atención lo que dijo una de ellas: “Me paralizo cuando me dicen haz lo que quieras; siento que voy a equivocarme o que alguien se va a enojar”.
Estábamos en un festejo previo al Día de las Madres, éramos todas mujeres y opinábamos. A lo largo de la conversación emergieron cosas muy interesantes, como que cuando éramos chicas, padres y maestros nos cuidaban e indicaban “lo correcto”.
A veces, si disentíamos por querer otra cosa e insistíamos demasiado, agregaban: “Tienes que aprender a obedecer”, “No te mandas sola”, “Aquí no se va a hacer como tú digas”, “¿Nada más porque tú quieres?”. Generalmente, con eso bastaba para que abandonáramos aquello que pretendíamos lograr; pero si no era así, llegaba como puntilla la frase aciaga de los mil significados: “¡Haz lo que quieras y vas a ver!”. Décadas después, esta sentencia todavía puede atemorizarnos.
Hacer lo que una quiere no formaba parte de las enseñanzas tradicionales para mujeres. En primer lugar, porque la mujer debía prepararse para estar sujeta a su marido. En segundo, porque hacer lo que te venía en gana siempre desembocaba en fracaso. Eran las enseñanzas de antes y, por lo que veo, buena parte de ellas todavía sigue en uso.
Era triste que antiguamente se nos enseñara a las mujeres a no tener pensamientos ni propósitos propios. Estaba mal querer alguna cosa por encima de casarnos, ser madres y tener hijos.
“El que no sabe lo que quiere, siente que todos los vientos van en su contra”. Saber lo que uno quiere es ponerse un objetivo y trabajar para lograrlo. “Quiero estudiar esta carrera”. “Quiero hacer un viaje a Europa”. “Quiero cambiar mi lugar de residencia a otra colonia...” Es diferente a “me gustaría estudiar alguna carrera, viajar a alguna parte y largarme de aquí a cualquier otro lado”. Saber lo que uno quiere no es un simple deseo; es una determinación.
La libertad tiene como base un ‘yo quiero’
Importa distinguir entre “lo que una quiere” y “lo que le viene en gana”. Son cosas distintas. Las ganas cambian de rumbo, suben y bajan de intensidad de acuerdo a las circunstancias y no se fijan en las consecuencias. En cambio, hacer lo que una quiere significa tomarlo todo: la reflexión previa, el esfuerzo que significa, la elección que siempre implica preferir algo y renunciar a otras múltiples posibilidades, el asumir las consecuencias y el corregir el rumbo a tiempo cada vez que sea necesario.
Se atribuye a Agustín de Hipona la frase “ama y haz lo que quieres” como el secreto máximo del buen vivir. A mí me gusta. Para él, estaban en el mismo nivel de importancia el amar y el hacer lo que uno quiere. Hasta hace poco, en nuestra cultura, ninguna de estas dos cosas nos eran inculcadas como indispensables y relacionadas una con la otra. Porque si uno ama y no puede hacer lo que quiere se convierte en servil: y si hace lo que quiere sin amor, puede resultar muy cruel.
Como sea que haya sido nuestra educación, las que nos festejamos por el día de las madres y nos sentimos contentas por haber tenido hijos (con todo lo que esto implica), podemos estar orgullosas de que en nuestras mentes y corazones siga evolucionando la humanidad hacia una mayor libertad en el amor. Con nuestra vida agregamos un granito de arena a dicha evolución.