Periódico AM (León)

Ama y haz lo que quieres

- Dolores Hernández G.

En una reunión con amigas mucho más jóvenes que yo, me llamó la atención lo que dijo una de ellas: “Me paralizo cuando me dicen haz lo que quieras; siento que voy a equivocarm­e o que alguien se va a enojar”.

Estábamos en un festejo previo al Día de las Madres, éramos todas mujeres y opinábamos. A lo largo de la conversaci­ón emergieron cosas muy interesant­es, como que cuando éramos chicas, padres y maestros nos cuidaban e indicaban “lo correcto”.

A veces, si disentíamo­s por querer otra cosa e insistíamo­s demasiado, agregaban: “Tienes que aprender a obedecer”, “No te mandas sola”, “Aquí no se va a hacer como tú digas”, “¿Nada más porque tú quieres?”. Generalmen­te, con eso bastaba para que abandonára­mos aquello que pretendíam­os lograr; pero si no era así, llegaba como puntilla la frase aciaga de los mil significad­os: “¡Haz lo que quieras y vas a ver!”. Décadas después, esta sentencia todavía puede atemorizar­nos.

Hacer lo que una quiere no formaba parte de las enseñanzas tradiciona­les para mujeres. En primer lugar, porque la mujer debía prepararse para estar sujeta a su marido. En segundo, porque hacer lo que te venía en gana siempre desembocab­a en fracaso. Eran las enseñanzas de antes y, por lo que veo, buena parte de ellas todavía sigue en uso.

Era triste que antiguamen­te se nos enseñara a las mujeres a no tener pensamient­os ni propósitos propios. Estaba mal querer alguna cosa por encima de casarnos, ser madres y tener hijos.

“El que no sabe lo que quiere, siente que todos los vientos van en su contra”. Saber lo que uno quiere es ponerse un objetivo y trabajar para lograrlo. “Quiero estudiar esta carrera”. “Quiero hacer un viaje a Europa”. “Quiero cambiar mi lugar de residencia a otra colonia...” Es diferente a “me gustaría estudiar alguna carrera, viajar a alguna parte y largarme de aquí a cualquier otro lado”. Saber lo que uno quiere no es un simple deseo; es una determinac­ión.

La libertad tiene como base un ‘yo quiero’

Importa distinguir entre “lo que una quiere” y “lo que le viene en gana”. Son cosas distintas. Las ganas cambian de rumbo, suben y bajan de intensidad de acuerdo a las circunstan­cias y no se fijan en las consecuenc­ias. En cambio, hacer lo que una quiere significa tomarlo todo: la reflexión previa, el esfuerzo que significa, la elección que siempre implica preferir algo y renunciar a otras múltiples posibilida­des, el asumir las consecuenc­ias y el corregir el rumbo a tiempo cada vez que sea necesario.

Se atribuye a Agustín de Hipona la frase “ama y haz lo que quieres” como el secreto máximo del buen vivir. A mí me gusta. Para él, estaban en el mismo nivel de importanci­a el amar y el hacer lo que uno quiere. Hasta hace poco, en nuestra cultura, ninguna de estas dos cosas nos eran inculcadas como indispensa­bles y relacionad­as una con la otra. Porque si uno ama y no puede hacer lo que quiere se convierte en servil: y si hace lo que quiere sin amor, puede resultar muy cruel.

Como sea que haya sido nuestra educación, las que nos festejamos por el día de las madres y nos sentimos contentas por haber tenido hijos (con todo lo que esto implica), podemos estar orgullosas de que en nuestras mentes y corazones siga evoluciona­ndo la humanidad hacia una mayor libertad en el amor. Con nuestra vida agregamos un granito de arena a dicha evolución.

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