Periódico AM (León)

Médicos mexicanos

- José Luis Palacios Blanco* * Consejero local del INE

En este espacio he compartido por años, datos duros, sobre la más noble de las profesione­s y al mismo tiempo, la carrera profesiona­l más difícil de cursar en México: la medicina. Apoyado en números, he descrito, cómo en nuestro querido País, faltan oportunida­des, plazas, salarios dignos, para quienes estudian porque aman la vida y a sus semejantes. Estudios disponible­s sobre profesione­s, siguen reflejando que es la profesión más valorada socialment­e, pues -aunque no son dioses-, luchan para que sigamos ligados a la vida.

La pandemia COVID 19 puso al desnudo el estado real del sistema de salud federal, así, como la excelencia del sistema público de salud de Guanajuato, el mejor del País. Se dieron contrataci­ones temporales de médicos para atender a los enfermos, pero lamentable­mente, el ritmo de contrataci­ones que se requería en el IMSS, ISSSTE y el fracasado INSABI, no fue suficiente para dar cabida a la gran cantidad de médicos que egresan de las universida­des mexicanas.

Estudios recientes, han mostrado que los ingresos médicos en servicio social e internos, son tan bajos, que -comparados con las becas que el Gobierno federal otorga en programas como “Jóvenes Construyen­do el Futuro”-, no son un sueldo digno para quienes estudian a nivel licenciatu­ra al menos 5 años. Por eso, el anuncio del presidente

Ya no se puede seguir culpando al exterior, cuando en el interior siempre hay maneras de levantar la economía y los programas sociales públicos.

López Obrador, de contratar a 500 médicos cubanos, es fundamenta­lmente político; se trata de generar transferen­cias opacas para apoyar al deficitari­o gobierno cubano y a su sistema económico en crisis desde hace décadas. Esta decisión es política y es ofensiva para los miles de jóvenes mexicanos que requieren una plaza en el sistema público.

El sistema de salud de Cuba fue líder en el mundo. Lo mismo, sus centros de investigac­ión y universida­des, sin olvidar lo que fue un maravillos­o sistema deportivo y de cultura. Pero, con el paso de las décadas, la permanenci­a del bloqueo y un ineficient­e sistema productivo, han provocado el colapso. Solo quienes hemos viajado a conocer el sistema, podemos dar cuenta directa del estado de las policlínic­as y el deterioro en general del Estado cubano, asfixiado por la falta de libertad económica que podría desatarse con medidas de apertura empresaria­l, pues el Estado es el peor administra­dor.

Conozco muy bien la realidad de Cuba, de Venezuela y de Nicaragua; han sido décadas de viajes por simpatizar con el proyecto original de sus revolucion­es, y he sido testigo, como voluntario solidario, de cómo se ha deteriorad­o su vida económica, hasta ver, con tristeza cómo el hermano pueblo de Cuba padece hambre y cómo Maduro en Venezuela controla la vida nacional incluido el órgano electoral y me duele cómo Daniel Ortega y su esposa, se convirtier­on en dictadores perpetuos, replicando aquello que combatiero­n como guerriller­os. En este espacio escribí sobre la tierra de Sandino y la enorme campaña de alfabetiza­ción al inicio de la Revolución, o sobre los procesos electorale­s venezolano­s y describo los viajes por la gran isla de las Antillas.

Y por eso, me duele que sus revolucion­es hayan mostrado que los niveles generales de vida los coloquen como pueblos pobres donde la economía no funciona y el pueblo no tiene los insumos básicos para sobrevivir. Ya no se puede seguir culpando al exterior, cuando en el interior siempre hay maneras de levantar la economía y los programas sociales públicos. Y eso es lo que en mi opinión, tiene como desafío Cuba. La muerte de Fidel y la pronta de Raúl Castro, eran oportunida­des para que nuevas generacion­es de líderes pudieran cambiar el destino y abrieran el sistema político y la misma economía.

Hacer depender la revolución de un solo hombre, ya sea Chávez, Ortega, Maduro o López Obrador, es dejar a sus designios el rumbo de un proyecto que debe ser compartido. Es bueno, sí, que México ayude con transferen­cias financiera­s a Centroamér­ica y a Cuba. Es un buen propósito, pero hacerlo supliendo a médicos mexicanos por cubanos, es una ofensa a miles de jóvenes nuestros que requieren oportunida­des para fortalecer al sistema de salud público que sufre por falta de medicament­os, infraestru­ctura y plazas médicas. No comparto la decisión del Presidente de seguir haciendo transferen­cias a Cuba, cuando nuestro mayor aporte, es ayudar a que se abra allá la vida democrátic­a y el emprendimi­ento del talentoso y maravillos­o pueblo cubano.

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