Si salud quieres tener, a tu microbiota debes atender
En este mes se conmemora el Día Mundial del Microbioma dentro del cual están las microbiotas; posiblemente a muy pocos les parezca relevante fuera de los que nos apasiona la salud. Sin embargo, si conociéramos un poquito más sobre la manera en que las diferentes microbiotas influyen en cómo nos vemos, cómo nos sentimos emocionalmente, si sufrimos de fatiga constante, cómo toleramos los alimentos o qué tan frecuente nos enfermamos; estoy segura que aumentaría drásticamente su club de fans.
Partiendo de allí, microbiota es un conjunto de millones de microorganismos, como bacterias, hongos, arqueas, presentes en un lugar específico, y que desarrollan múltiples funciones para mantener la salud. Hay microbiota intestinal, oral, vaginal, pulmonar, nasal y cutánea.
El estudio enfocado en entender a la microbiota intestinal posiblemente representa una revolución en la medicina y el bienestar. Esto no es nuevo, desde el tiempo de Hipócrates se decía que “Toda enfermedad empieza en los intestinos”.
A pesar de que este dicho suena muy totalitario (lo cual en salud no aplica pues casi siempre son varios factores los que influyen para desencadenar una condición positiva o negativa), sí es verdad que el estado óptimo de la microbiota del colon (última parte del intestino grueso) se relacionan estrechamente con muchos padecimientos que azotan actualmente a la salud pública como la diabetes, obesidad, enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer e incluso con la depresión.
Como todo para disfrutar en la vida, el equilibrio, la variedad y la abundancia son claves para una microbiota que favorezca a la salud. No existe la microbiota perfecta, de hecho, cada quién tiene una individual como una huella dactilar. Lo que se sabe es que una microbiota sana tiene más presencia de lactobacilos y bifidobacterias; mientras que se busca mantener a raya a los bacteroides y las escherichias.
El crecimiento y mantenimiento de los microorganismos intestinales se relacionan con muchos factores gran parte de ellos modificables, como no abusar de los antibióticos ni antiácidos, llevar una alimentación con alto aporte de fibra, un buen manejo de estrés, dormir al menos 7 horas y dejar un ayuno de 10-12 horas entre la cena y el desayuno.
Si estás en la dulce espera de un bebé, definitivo haz todo lo que sea posible para que nazca por parto natural pues así empezarás a “construir” su propia microbiota fuerte; prepárate para la lactancia materna exclusiva pues es el primer gran shot de anticuerpos de su vida.
En mi siguiente colaboración abordaré sobre algunos hábitos para hacer más o dejar de lado y así ayudar a nuestra microbiota intestinal; por lo pronto empezar a incluir en desayuno, comida y cena alguna verdura extra puede ser un buen inicio para tu BIEN-ESTAR.