Reflexiones durante la pandemia 2020
Gracias por tu prólogo, Antonio
Hace quince días fue la primera presentación vía Zoom del último libro de mi autoría, “Reflexiones durante la pandemia 2020”, organizada por los compañeros abogados integrantes de la Generación 1970-1974 de la Facultad de Derecho de la UNAM, contando con el análisis y comentarios de la poetisa Maestra Azucena Farías, resaltando con mucha satisfacción que le había encantado el prólogo del libro y leyó parte del mismo, obviamente también comentó varios de los relatos y artículos de su contenido.
Cuando fue al final el espacio para opinión libre de quienes estuvieron conectados, hicieron muy buenos comentarios sobre la fracción que leyó la Maestra Azucena; como un adelanto al día de hoy, reproduzco en dos partes el prólogo, la primera en esta edición y el próximo domingo, la segunda.
Al amable lector:
Sin ánimo de exagerar y menos después de todo lo que hemos vivido, son líneas que evocan alguno de aquellos arranques inolvidables de las novelas de Gabriel García Márquez:
“En estos cuatro días que llevamos de ‘distanciamiento social’ en casa, con la familia…” dice en su inicio la primera de las colaboraciones de Paulino Lorea que integra estas “Reflexiones durante la pandemia 2020” , que ahora tienes en tus manos.
De golpe, con 14 palabras, el autor nos traslada a aquellos días finales de marzo durante los cuales el virus comenzaba a dictar nuestra vida, sin que siquiera nos diéramos cuenta todavía.
El artículo “La burocracia que se fue”, fue publicado el 23 de aquel mes. “Suman 7 casos positivos”, titulaba AM en su portada al día siguiente: Solo recordar cómo comenzó todo aquello nos lleva a ‘confinarnos’ en la lectura de los 41 artículos que integran el volumen.
Ya dije en otra ocasión que los editores de AM disfrutamos de una inmerecida ventaja sobre el resto de la audiencia de nuestro medio: nos adelantamos en la lectura de las reflexiones de nuestros colaboradores, que luego trasladamos a nuestras plataformas digitales o a las páginas de la edición impresa, vecinas de “La Olla”, tradiciones ambas de nuestra tarea de informar.
Pues bien, durante el “home office” esa ventaja de los editores se ensanchó, pues además tuvimos la ventaja de disfrutar de todos esos textos en la comodidad de nuestra casa.
Y es que así como hay colaboradores que envían sus textos dominicales “in extremis”, cuando tenemos ya la edición del sábado encima, hay otros que nos los hacen llegar con tiempo suficiente para conocerlos a fondo antes de compartirlos. Paulino Lorea es uno de ellos.
En fin, que para el segundo artículo de la serie (el primero salió publicado en dos entregas) el autor hablaba ya de “la pandemia del coronavirus que nos agobia”, cuando estábamos a solo dos días de que se anunciaran las primeras víctimas mortales en Guanajuato. Hoy parece ya otro mundo.
Para la tercera colaboración, “La huella de la cuarentena”, el tema de la epidemia irrumpió de pleno en el escrito de nuestro colaborador, que muy consciente de la gravedad del desafío - “probablemente algunos de los que podamos sobrevivir”- pinta sin embargo su fe en un positivo panorama de cambios que a la distancia no perdemos la esperanza de que todavía se produzca.
Pero como ocurre con otras de nuestras costumbres, hay algunas que ni una pandemia universal es capaz de someter. De esta forma, las colaboraciones de Paulino mantuvieron la que para muchos de sus lectores es su característica más apreciada: la versatilidad.
Y es que de la misma forma que muchos editorialistas son comentaristas rigurosos de los acontecimientos significativos que marcan nuestro destino, Paulino prefiere cada semana “sacar de la chistera” un conejo que no solo agrade al lector, sino que lo sorprenda.