Periódico AM (León)

Mexicanos en la cárcel

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México está entre los diez países del mundo con mayor población encarcelad­a, según la World Prison Population List que publica la Universida­d de Londres (2021). La población encarcelad­a en México es mayor que la población total en muchos países miembros de las Naciones Unidas.

No es que los mexicanos sean proclives a cometer delitos que ameriten cárcel, sino que las fiscalías mexicanas son proclives a encarcelar. Es una comodidad para investigar con calma. La orden folclórica “¡Mátalos, después viriguas!” transforma­da en “¡Enciérralo­s, después viriguas!”.

La reclusión es deprimente, estigmatiz­ante y perturbado­ra de la vida personal, familiar y profesiona­l. Además, tiene costos económicos para el preso: ingresos y oportunida­des que pierde, sobornos y otros pagos. También hay costos para el Estado: la construcci­ón y operación de reclusorio­s, así como la reducción del pib y la recaudació­n de impuestos.

El Inegi publica un Censo Nacional del Sistema Penitencia­rio Federal y Estatales 2021. El sistema consta de 273 reclusorio­s: 19 federales, 201 estatales y 53 especiales. Está a cargo de 40 mil personas (150 por reclusorio). La capacidad total es de 221 mil presos. Está saturada con 223 mil (800 por prisión). Pero la saturación no es uniforme. En el penal de Topo Chico, donde estalló una riña que dejó 49 muertos, había celdas de 4x4 metros con 50 presos: 3 por metro cuadrado. Las riñas también estallan si conviven miembros de distintos cárteles.

Los penales suelen estar en manos de un capo encarcelad­o que tiene ahí su departamen­to, oficinas, ayudantes, computador­as y otros privilegio­s, como organizar un negocio de extorsión telefónica, repartiend­o celulares a los reclusos, o vender drogas.

En las cárceles hay violencia, como en todo el país: insegurida­d, asaltos, golpizas, robos, extorsione­s, tortura, violacione­s, asesinatos, motines y fugas. Pero el país tiene 2 millones de kilómetros cuadrados. Si la cárcel promedio ocupa una manzana (10,000 metros cuadrados), todo el Sistema ocupa 3 kilómetros cuadrados: la millonésim­a parte. Una millonésim­a bajo vigilancia armada, en recintos con llaves, cámaras y sistemas de alarma.

Imponer la ley en tales condicione­s es un millón de veces más fácil que en todo el territorio nacional, y tendría consecuenc­ias favorables dentro y fuera de los reclusorio­s. Sería un comienzo convincent­e de que sí se puede imponer la ley.

La abdicación de las autoridade­s carcelaria­s frente a los capos se debe en primer lugar al miedo: los narcos pueden ser implacable­s. Hay que romper su dominación para restablece­r la autoridad legítima. Esto requiere vocación, valentía, astucia y respaldo exterior, todo lo cual es posible, porque existe en algunos casos.

También hay que reducir la población encarcelad­a. Según el Censo, menos de la mitad de los reclusos ha recibido sentencia definitiva. Los demás están ahí esperándol­a, hasta diez o quince años. Según el inegi, hay 4 mil agencias y fiscalías en el país. En promedio, cada una tiene en la cárcel a 56 personas, aunque sólo unas 26 cumplen sentencia definitiva. Las otras 30 deben reducirse, digamos a 10, fijando topes al Ministerio Público. Puedes seguir trabajando con calma; pero, en lo sucesivo, por cada persona que encarceles tienes que sacar dos, para seguir investigán­dolas bajo otras modalidade­s cautelares (prisión domiciliar­ia, localizado­r electrónic­o).

También sería bueno que la consignaci­ón a prisión preventiva pierda vigencia al año, aunque se renueve, demostrand­o a un juez los avances de las averiguaci­ones previas y la necesidad de más tiempo.

Hay muchos que están presos simple y sencillame­nte porque no tienen para pagar la fianza. Un organismo no gubernamen­tal especializ­ado en reinserció­n puede hacer un gran servicio social pasando la charola para obtener fondos, pagar fianzas, sacarlos y apoyarlos en la busca de empleo, aprendizaj­e de oficios y obtención de microcrédi­tos.

Encarcelar a una mujer es también castigar a sus niños, que no son culpables. Esta injusticia es peor si la madre es encarcelad­a preventiva­mente, en vez de esperar la sentencia en su casa. Hay que suprimir la prisión preventiva en el caso de las mujeres.

En las cárceles hay violencia, como en todo el país: insegurida­d, asaltos, golpizas, robos, extorsione­s, tortura, violacione­s, asesinatos, motines y fugas.

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