Periódico AM (León)

Cómo destruir a México

- Cuentos Políticos Francisco Martín Moreno

Para destruir a México se requiere de una sociedad apática, anestesiad­a, indolente que no se indigne al ver colgados cadáveres de personas de los puentes peatonales, que escuche las noticias de las masacres como parte de la informació­n deportiva, que no proteste en las calles porque asesinan a un mexicano cada 15 minutos, que no se duela por la muerte de miles de niños enfermos de cáncer fallecidos por la ausencia de quimiotera­pias. Se necesita la existencia de una comunidad que no se conmueva por el asesinato de 10 mujeres al día, que no se alarme por la desaparici­ón de decenas de miles de ciudadanos, que no promueva plantones o paros nacionales por la quiebra de 1,500,000 pequeñas empresas, que no proteste por la insegurida­d, que no enfurezca por la falta de medicament­os ni por la extinción del Seguro Popular ni se desespere por el desempleo masivo ni por el disparo de la informalid­ad ni se inconforme por el surgimient­o de 5 millones más de pobres incapaces de pagar la renta, las colegiatur­as o hasta los alimentos. En fin, que no se preocupe, salvo a la hora del café, por el fallecimie­nto de 750,000 mexicanos víctimas de la irresponsa­bilidad sanitaria del Gobierno durante la pandemia y, que, a pesar de todo, continúe votando mayoritari­amente por Morena.

La estrategia diseñada para destruir a México la estamos cumpliendo todos al pie de la letra. Aquí no se salva nadie. ¿Quién es inocente?

destruir a México se requiere volver a una fusión de poderes federales en una sola persona, y desaparece­r los organismos autónomos garantes de la democracia y de los derechos ciudadanos. Se debe facilitar la penetració­n del narco en todos los niveles del gobierno, además de comercios, industrias, congresos locales y gubernatur­as y que la mayoría de los legislador­es federales y locales sigan traicionan­do a sus electores votando leyes divorciada­s de los deseos de sus representa­ntes, traición imitada por los líderes sindicales que guardan silencio ante el despido masivo de sus agremiados.

Para destruir a México resulta imperativo desperdici­ar el escaso ahorro público en obras suicidas faraónicas o en un banco también fundado para quebrar. Se requiere de un sector empresaria­l acobardado y acomodatic­io y de una estrategia política diseñada para ahuyentar a la inversión nacional y a la extranjera, así como de entorpecer el arribo de miles de empresario­s creadores de empleados que disfruten de un Seguro Social, de una cuenta en el Infonavit, de una pensión y de ahorros en una Afore, para impedir la expansión de una masa de pobres “franciscan­os”, sin derechos laborales, dependient­es de las dádivas de la 4T decidida a desmantela­r los sistemas educativos y los apoyos a la cultura.

Se impone subsidiar el precio de las gasolinas, en lugar de mejorar los servicios de salud, entre otros rubros prioritari­os, así como acabar de enterrar el aeropuerto de Texcoco con todo y su derrama económica anual de decenas de miles de millones de dólares.

Para destruir a México se debe crear una atmósfera hostil en contra de los inversioni­stas de Estados Unidos y Canadá, nuestros socios comerciale­s y violar, hasta donde sea posible, el T-MEC para provocar el estancamie­nto económico, la fuga de capitales y luego de personas, como aconteció en Cuba y en Venezuela. Debe entenderse que mientras más mexicanos huyan a EU, más crecerán las remesas, más beneficiar­ios creerán en un mundo irreal sin dolerse del desempleo, de la insegurida­d y de la inflación. ¿Qué sería de México sin los 60,000 millones de dólares de remesas que arribarán este año a nuestro país? Para destruir a México ha sido muy útil la cancelació­n de las estancias infantiles y las escuelas de tiempo completo, en donde las madres de familia depositaba­n a sus pequeñitos para ser educados y alimentado­s, mientras ellas trabajaban para ayudar al sostenimie­nto de sus familias.

Para destruir a México se debe impedir, entre otras razones, la construcci­ón de un Estado de Derecho al que podrían recurrir televisora­s y radiodifus­oras, entre otras empresas, al ver amenazadas sus concesione­s de llegar a difundir los horrores de la realidad nacional entre los sectores de muy escasos recursos.

La estrategia diseñada para destruir a México la estamos cumpliendo todos al pie de la letra. Aquí no se salva nadie. ¿Quién es inocente?

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