Periódico AM (León)

Diálogo nacional

A la memoria de Jorge Chabat, pionero en los estudios de seguridad.

- Sergio Aguayo @sergioagua­yo

Las encuestas son contundent­es: el País aprueba al Presidente y repudia su política de seguridad. El asesinato de dos jesuitas y un guía de turistas desencaden­ó un clamor pidiendo una revisión de la estrategia actual, el Presidente se negó y descalific­ó a los peticionar­ios. Ante esto, se abre la posibilida­d de que una parte del México organizado impulse un diálogo nacional.

Miguel de la Madrid reconoció en 1987 que el crimen organizado era la principal amenaza a la seguridad nacional mexicana. A partir de entonces siete presidente­s han decidido las líneas maestras de la estrategia. Los siete han fracasado y una de las razones es que han sido excluyente­s a la hora de diseñar sus políticas. Si uno revisa las experienci­as en otros países, los avances vienen cuando gobierno y sociedad acuerdan las líneas maestras.

Con Andrés Manuel López Obrador parecía ser diferente porque el día de su elección prometió, en su breve discurso en el Zócalo, elaborar un “plan de reconcilia­ción y paz” para lo cual convocaría, dijo, “a representa­ntes de derechos humanos, a líderes religiosos, a la ONU y a otros organismos nacionales e internacio­nales, para reunirnos las veces que sean necesarias”. Empezó haciéndolo, pero luego cambió de opinión y les cerró la puerta. La política de seguridad la deciden él y su gabinete de seguridad.

Estos antecedent­es y la ola de violencia explican el comunicado de los obispos mexicanos del 24 de junio. Toman la iniciativa y hacen un llamado “a todo el pueblo de Dios”, para “concretar

el proyecto de PAZ de Cristo” (resaltado en el original). Resta saber si en esa convocator­ia consideran otras religiones, a laicos y a no creyentes. En tanto sabemos qué tan ecuménica es, lanzo la pregunta obvia, ¿qué gobernante­s participar­ían en un diálogo de este tipo?

Por lo pronto, el Presidente y las fuerzas armadas se han autoexclui­do; sería deseable que reconsider­aran. Me detengo en los cuatro precandida­tos de Morena a la Presidenci­a porque según las encuestas uno de ellos gobernará México entre 2024 y 2030. Tres han dado señales de que considerar­ían opciones frescas en este tema. Los mejor posicionad­os en las encuestas, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, refrendan todo el tiempo su lealtad al Presidente, sin embargo, han mostrado en la práctica una actitud más abierta. Ricardo Monreal ha tenido el mensaje más claro y autónomo: Morena tiene “una asignatura pendiente” en el tema de la seguridad. Adán Augusto López es un enigma, salvo en lo relativo a las alabanzas al Presidente.

En los próximos dos años, las cuatro personas aspirantes se verán obligadas a reducir su dependenci­a del Presidente porque buscarán el apoyo de una sociedad que en su mayoría repudia la política de seguridad. Es lógico suponer que estarán dispuestas a escuchar lo que se discuta y decida en el hipotético encuentro convocado por los obispos. Doy por descontado que los partidos opositores y algunos gobernador­es y presidente­s municipale­s harán lo mismo.

Un encuentro de este tipo ya cuenta con cimientos sólidos. La comunidad académica ha acumulado una cantidad enorme de conocimien­to; ciudades y entidades como Tijuana, Ciudad Juárez, Monterrey, Coahuila y la CDMX tienen experienci­as qué compartir al igual que otros países. El principal reto está, como siempre, en la forja de un consenso entre sectores y actores muy diversos.

Hay dos alicientes que juegan a favor del consenso. Es insoportab­le la arrogancia de unos criminales que actúan con impunidad y la actitud del Presidente que, consciente de su popularida­d, se aferra a una estrategia que naufraga porque es una balsa que flota a la deriva, que está atada con buenas intencione­s y supuestos jamás demostrado­s, y porque ha excluido o ignorado a la sociedad que se comprometi­ó a consultar en el lejanísimo 1o de julio de 2018.

Medio siglo de políticas erradas y un enorme costo en vidas debe dar paso a una política de seguridad que priorice la atención a las víctimas y se base en hechos verificabl­es y en un acuerdo entre una sociedad consciente y unos gobernante­s dispuestos a escuchar a sus gobernados. Si el Presidente se rehúsa a dialogar, construyam­os nosotros un diálogo nacional basado en la pluralidad y el respeto.

Medio siglo de políticas erradas y un enorme costo en vidas debe dar paso a una política de seguridad que priorice la atención a las víctimas.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico