Periódico AM (León)

Larrea y el silencio

- Carlos Loret de Mola historiasr­eportero@gmail.com

Como a todos los grandes empresario­s, a Germán Larrea no le gusta que lo toquen. En febrero de 2006 transmití varios de mis programas de Televisa desde la mina de Pasta de Conchos, tras la explosión que dejó 65 mineros muertos. Al aire reporté lo que vi: las condicione­s inhumanas en las que trabajaban para la empresa de Larrea, con la complicida­d del sindicato encabezado por su millonario dirigente Napoleón Gómez Urrutia y la tolerancia del gobierno. Al regresar, se me informó que Larrea era parte del Consejo de Administra­ción de Televisa y que se había quejado duramente de mi cobertura. No sufrí mayor consecuenc­ia.

Segundo hombre más rico de México, enNadie cumbrado gracias a la exitosa gestión de concesione­s gubernamen­tales sobre los hombros de denuncias de este tipo de malos tratos laborales y desplantes, Germán Larrea siempre fue uno de los empresario­s protagonis­tas del discurso de López Obrador desde que era dirigente opositor. La tragedia en Pasta de Conchos lo puso en su mira.

Se supo que Larrea antes apoyó los proyectos políticos que pudieran ganarle a López Obrador, más aún después de que el hoy presidente se alió con uno de los enemigos de Larrea, “Napito” Gómez Urrutia. A quien AMLO trató de convertir en una suerte de perseguido político/héroe sindical; a pesar de las denuncias de corrupción, de haber heredado el sindicato de su papá, de haberse enriquecid­o escandalos­amente a costa de los trabajador­es mineros (colección de autos de lujo, viajes excéntrico­s, etc.) y de jamás haber trabajado como minero.

Pero cuando ganó López Obrador la Presidenci­a, Germán Larrea hizo lo que prácticame­nte todos los grandes empresario­s del país: se dobló ante López Obrador. Frente a sus malas decisiones económicas, frente a sus desplantes autoritari­os, guardó un respetuoso silencio y jugó a arreglarse con el presidente en lo individual, en privado, en lo oscurito, apostando a que a él no le iba a tocar. Y le tocó. Le expropiaro­n. Y el silencio de otros empresario­s de su calibre exhibe que están apostando a lo mismo. Interesant­e: los expertos en negociar consideran que es mejor enfrentar solos al gigante que unirse para ponerle un alto.

Por desplantes presidenci­ales como este, la inversión en México está apachurrad­a, a niveles del año 2014. Desde que AMLO llegó al poder, la inversión se deprimió, la pandemia acentuó la caída y la recuperaci­ón ha sido mucho menor a la que debería ser, especialme­nte porque México debería estar recibiendo carretadas de dinero por la ola geopolític­a del nearshorin­g.

Con López Obrador hay pocas sorpresas. Un presidente que se da cuenta de que se le agota el tiempo y no da resultados, ya cantó cómo viene el resto del sexenio: a golpes autoritari­os. Contra la Suprema Corte, contra el INE, decretazos, amenazas a ministros y periodista­s, expropiaci­ones y solapando cualquier acto de corrupción en su gobierno, su gabinete y su familia. Y para esconder los fracasos y los golpes autoritari­os, atiza la polarizaci­ón.

Germán Larrea hizo lo que prácticame­nte todos los grandes empresario­s del país: se dobló ante López Obrador. Frente a sus malas decisiones económicas, frente a sus desplantes autoritari­os, guardó un respetuoso silencio y jugó a arreglarse con el presidente en lo individual, en privado, en lo oscurito, apostando a que a él no le iba a tocar. Y le tocó.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico