Conflictos

Cuando leía algunos conflictos en mis cursos de historia, me preguntaba cómo carajos (perdonen el lenguaje) es que habían llegado a tal punto del problema en que entraba la idea de que aquella situación iba a ser irreparable. La Guerra Civil Española, Israel vs Palestina, Chipre o las Balcanes… todos, un claro ejemplo de lo lejos que puede llegar el ser humano a odiar a su vecino.

Un ejemplo que leí recientemente fue el de Irlanda del Norte e Irlanda del Sur. El problema se remonta a los años veinte cuando se efectuaba la Guerra del la Independencia de Irlanda. La cuestión aquí, es que el resultado de tal guerra fue la división de dos entidades políticas dentro del territorio irlandés. La del Norte que seguiría siendo parte del Reino Unido y, por ende, fiel a la Reina y a la religión protestante; y la del Sur que se declaraba una República, y que profesaba la religión católica.

Todo, sobre el papel, podría parecer que los integrantes del territorio del norte y del sur estaban conformes. Pero nunca, en la historia de la humanidad, se le ha dado gusto a todo el mundo. La discriminación y los conflictos religiosos se hicieron latentes en ese pequeño pedazo del mundo. Tanto así, que la violencia y los disturbios duraron hasta las décadas de 1960 y 1970 y se volvieron una preocupación mundial.

Los gobiernos se movilizaron para tratar de que esa comunidad pusiera herramientas para resolver el conflicto. Existe una historia en la que cuentan como el senador de

Estados Unidos, George Mitchell, organizó una cena en la que intercaló irlandeses del norte y del sur; y la única condición era que hablaran de temas personales.

¿Se imaginan al Primer Ministro y líderes políticos hablando sobre el problema que tienen con la subida de la renta o la larga lista de espera que hay para acudir con su cardiólogo de confianza? O que no están de acuerdo con la maestra de historia de sus hijos pequeños. O que la juventud ya no es la que era antes, típico comentario de adulto que tiene adolescentes. O el problema de la sobre población de ovejas que tiene su región y como el Border Colie de turno no está haciendo su trabajo como debería.

Resulta que la paz se logró y en 1994 se anunció un alto al fuego. Comenzaron los avances diplomáticos hacia un futuro de mayor comunicación u búsqueda de temas comunes. Esto no quiere decir que el pasado y las diferencias hayan desaparecido. Pero es interesante saber que la puerta pacífica de la resolución de conflictos ha permanecido a lo largo de estos años.

La maravilla de enfocarse en los puntos de unión. Luego pienso que los problemas en la oficina, en la familia o con los vecinos se abordan como si fuésemos diplomáticos con conflictos bélicos a nuestras espaldas. No muchos problemas se resuelven, pero los que sí… traen muchísima paz. O incluso esperanza para el resto de problemas que están en la fila buscando la solución sin saber que la tienen en la palma de su mano o en las palabras que salen de su boca.