Periódico AM (León)

Derrama bendición entre insegurida­d

Destaca obispo Enrique Díaz la veneración al Cristo Negro, en recorrido por las calles del Centro de Salamanca, en el aniversari­o 464 de su llegada

- Alejandro García Vizcaíno Salamanca

En el marco del 464 Aniversari­o de su llegada a Salamanca, el Cristo Negro del Señor del Hospital recorrió en peregrinac­ión las calles del Centro de Salamanca.

Al mediodía de este martes, el obispo de la Diócesis de Irapuato, Enrique Díaz Díaz, ofició una misa concelebra­da y durante todo el día la milagrosa imagen fue visitada por miles de feligreses.

A las 10:30 de la mañana y con el retumbar de los tambores, la algarabía de los danzantes y de los cantos religiosos, el Cristo Negro del Señor del Hospital empezó su recorrido por el Andador Revolución.

La marcha de fieles católicos que lo acompañaro­n llegó a la calle Álvaro Obregón y siguió por Juárez hasta llegar al Jardín Principal.

En el trayecto la milagrosa imagen se detuvo en tres estaciones, donde el cura del Santuario Diocesano, Sergio González López y el presbíse tero Roberto Pablo Landa, hicieron oración y pidieron por la salud de los enfermos, por las necesidade­s de la población y por la paz de Salamanca.

Antes del mediodía la imagen del Cristo Negro del Señor del Hospital regresó al Santuario Diocesano y dio comienzo la misa de celebració­n.

El obispo Enrique Díaz Díaz resaltó que ante las quejas y los lamentos de un clima de insegurida­d generado por muchos males que han surgido, lo más importante es que Cristo sigue en el centro de la diócesis.

Así como en el centro de las familias y en el centro de la comunidad.

“Cada uno de nosotros nos acercamos a contemplar la imagen bella del Señor del Hospital, la Iglesia nace del costado de Cristo, la Iglesia diocesana de Irapuato nace también del costado de Cristo, para nosotros representa­do en esta queridísim­a imagen del Cristo Negro, que en medio de nosotros derrama tantas bendicione­s”, fue parte del mensaje que emitió el obispo Enrique Díaz Díaz.

Historia de la imagen

La sagrada imagen del Cristo Negro se fabricó en el año 1540 en un taller artesanal de Pátzcuaro, Michoacán. Fue un trabajo artesanal y artístico de manos purépechas, tiene un alma interior de madera y está revestido con pasta de caña de maíz.

Cuando el dueño del Cristo murió se lo heredó a un mayordomo de nombre Juan Cardona, quien vivía en Jilotepec, Estado de México, ahí fue llevada la imagen y empezó a ser venerada y se le conocía como el Cristo de los Agonizante­s.

Cuenta la historia que, en un sueño, el Cristo le hizo una revelación a Juan Cardona y le pidió que reuniera a su familia y a fieles devotos y que caminara tierra adentro, hacía la meseta central de México.

Obedeciend­o la revelación, Juan Cardona y los devotos tomaron camino llevando la imagen cargada en hombro. Entre los límites del estado de Hidalgo y Querétaro hicieron una parada para descansar, ocultaron el Cristo entre milpas de maíz, porque eran perseguido­s por un cacique otomí de nombre Jitzín, quien venía con su ejército para recuperar la imagen.

El cacique de Jilotepec y sus tropas pasaron a pocos metros de la imagen, pero no la vieron porque milagrosam­ente el Cristo cambio de color blanco a negro y se confundió con el manto de la oscuridad de la noche.

La imagen llegó a una aldea conocida como Xidoo, lo que hoy es la ciudad de Salamanca y cuando Juan Cardona murió, llevaron su cuerpo ante el Cristo y los feligreses descubrier­on que la imagen había cambiado, sus manos y brazos ya no eran las del Cristo agonizante, ahora su postura era de un Cristo muerto con la cabeza inclinada hacía su costado derecho.

Esto fue tomado como una muestra de que el Cristo Negro quiso quedarse en estas tierras a las que ha bendecido desde hace 464 años.

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Fotos: Alejandro García Vizcaíno Luego del recorrido por el Centro Histórico, la imagen milagrosa regresó al Santuario Diocesano donde se celebró la misa de aniversari­o, oficiada por el obispo Enrique Díaz Díaz, ante decenas de fieles. /

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