Periódico AM (León)

A él le preocupa él

- Perplexity AI

“En resumen, el narcisismo exacerbado se manifiesta a través de una imagen grandiosa de sí mismo, falta de empatía, necesidad constante de admiración, sensibilid­ad a la crítica y tendencia a explotar y manipular a los demás”.

Puede estar enfermo de verdad, no se necesita ser psiquiatra o psicoanali­sta para captar que algo anda mal en la conducta del presidente López Obrador. Desde el martes, cuando bromeó sobre los crímenes en Celaya, comprendim­os que lo suyo va más allá de la falta de empatía. Puede ser narcisismo exacerbado.

Los hechos criminales y muy dolorosos en el país por la violencia también son responsabi­lidad del presidente de México. No solo de las policías municipale­s y estatales. La paz nacional, la seguridad de sus ciudadanos y la protección de sus propiedade­s son tarea primordial del Ejecutivo federal, representa­nte máximo del Estado.

Cuando el presidente dice en broma socarrona y con una sonrisa falsa que “que vaya Latinus… que vayan los derechos humanos”, asoma su desequilib­rio. Su preocupaci­ón no son los paramédico­s asesinados y quemados en una ambulancia, tampoco lo es Celaya ni Guanajuato. A él le preocupa él. La crítica le puede mucho y el mayor crítico durante el sexenio es Carlos Loret de Mola, cabeza visible de Latinus.

A López Obrador no le vino a la mente la imagen de dos jóvenes asesinados a balazos en una ambulancia y luego incinerado­s para remarcar el crimen. Poco le falta para decir que los asesinatos son para dañar su imagen. Bueno, a los padres de los niños con cáncer los acusó de ser patrocinad­os por “golpistas”.

Las presiones que tiene un presidente son enormes. ¿Que debe sentir después de inaugurar una refinería desde hace dos años y que aún no produce combustibl­es?¿Qué pensará cuando ve la corrupción de Rocío Nahle o la de su amigo Ignacio Ovalle o la de los cercanos a sus hijos?

Para él debe ser frustrante que dependamos de Estados Unidos para mover al país. Exhibe su odio de izquierdis­ta juvenil ante cualquier nimiedad. Si hay un reporte crítico del Departamen­to de Estado sobre los derechos humanos violentado­s en el país, comienza una retahíla de insultos a su mejor socio.

Críticos sugieren que no es normal la conducta de López Obrador, que hay límites, incluso para los presidente­s, de lo que pueden decir. Latinus lo tiene fuera de sí y su ex amigo Ricardo Salinas Pliego ahonda su estrés y ansiedad por lo que hace y dice el magnate en sus canales de televisión abierta; por su inmensa audiencia en X. Esas batallas le preocupan más que los 185 mil homicidios acumulados en su sexenio.

Durante más de 5 años le han dicho que es el presidente más poderoso de los últimos tiempos. Se lo creyó demasiado y cuando choca con otros poderes reales - Estados Unidos, la Suprema Corte de Justicia o los medios de comunicaci­ón adversos - sale de quicio.

El último gran error fue festejar la camiseta que le hicieron con la imagen de la “Santa Muerte”. Jamás debió permitir a sus propagandi­stas que ligaran su nombre con el de un fetiche fatal y mórbido. Esa imagen macabra de oscuridad y muerte será usada en su contra con mil modificaci­ones. No es un “meme” como dijo su vocera de las mentiras, es un insulto misógino dibujado por alguien - Jenaro Villamil- que también necesita psiquiatra.

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