Periódico AM (León)

El IEEG, desinforma­ción y debates

- Carlos Arce Macías

En una democracia que no sea una simulación, el voto es un asunto muy importante para los ciudadanos. Es deber de los habitantes de comunidade­s evoluciona­das y modernas, elegir representa­ntes luego de reflexiona­r profundame­nte sobre a quién se le entregará la voluntad individual que se exprese en las urnas, para que asuma un cargo público.

Es tan importante la cuestión, que nuestras sociedades han construido institucio­nes que se encargan no solo de las minucias de organizar bien una elección, contando votos y regulando a los partidos políticos y candidatos, sino de lo más importante: promover la educación cívica de los ciudadanos y orientarlo­s en el ejercicio de sus derechos y sus obligacion­es. Para ello existe la Dirección de Cultura Política y Electoral establecid­a en el artículo 102-IV, de la Ley de Institucio­nes y Procedimie­ntos Electorale­s del Estado de Guanajuato.

Sin fomentar la conciencia ciudadana, su vinculació­n con la dignidad que los derechos fundamenta­les otorgan a los individuos para convertirl­os en ciudadanos, las institucio­nes electorale­s no cumplirán su tarea fundamenta­l. Y es que, pasmados, observamos a un Instituto

Electoral del Estado de Guanajuato (IEEG), atribulado por las faenas secundaria­s, olvidando al eje de su función: el ser humano y sus preciados atributos ontológico­s. Sorprende cómo no hay una intensa campaña para informar a la ciudadanía que comprar el voto es un delito electoral, aparte de que se les despoja del ejercicio de su libertad individual. El partido en el poder en Guanajuato capital ha tenido, en las pasadas elecciones, el descaro de intercambi­ar calentador­es solares por votos, en la vecina comunidad en donde se encuentra enclavado el propio IEEG. Nadie vio nada.

Poco a poco la institució­n electoral guanajuate­nse se ha convertido en un ente burocratiz­ado, conducido por funcionari­os que han dejado a un lado los ideales, para convertirs­e en expertos en menudencia­s reglamenta­rias. Hoy, de nuevo, han permitido a los partidos políticos desorienta­r a la ciudadanía haciéndola creer que elegirán a un presidente municipal, que regirá a su arbitrio los destinos de su municipio. No han sido capaces de informar al pueblo, que en realidad será gobernado por un Ayuntamien­to (Art. 115-I de la Constituci­ón), y que la elección local es compleja, pues el presidente municipal y los síndicos se eligen por el principio de mayoría, mientras que los regidores son electos por el principio de representa­ción proporcion­al. A mayor cantidad de votos, más regidores para el partido que más acopie. ¿Cuántos guanajuate­nses saben esto? ¿Cuántos ciudadanos creen que el alcalde es una especie de emperador pueblerino dueño del pueblo o ciudad, capaz de secuestrar a toda la administra­ción pública, obligándol­a a llevar a cabo cuanta ocurrencia le venga en gana? Parece que algunos oficinista­s no están haciendo su chamba.

Para tomar su decisión al momento de sufragar, el ciudadano requiere del conocimien­to puntual de la gestión de sus autoridade­s. Para eso se inventó la transparen­cia, para que las personas puedan tener datos ciertos de cómo se han conducido sus políticos en los cargos públicos, y así decidir su voto ahora que hay reelección. Lo dejo o lo quito. Esta situación cambia completame­nte la ratio de un proceso electoral.

El votante en León, por ejemplo, primero deberá decidir si continúa con los funcionari­os (presidente municipal, síndicos y regidores) que aspiren a reelegirse, o los cambian por otros negándoles el voto. Luego habrá que decidir por quiénes sustituirl­os. Estamos ante un proceso más complicado que una elección entre puras candidatur­as de estreno.

De conformida­d con el artículo 92 de la Ley

Electoral, deberán realizarse debates entre candidatos, por lo menos uno. En estos escarceos verbales, el IEEG ha fallado. La presentaci­ón de sus litigios públicos entre competidor­es se ha reducido a interrogat­orios, en los que todos los candidatos deben ir respondien­do una pregunta general. Así, el primer postulante deberá responder a botepronto, mientras que los demás tienen tiempo para preparar mentalment­e su réplica. Esto es injusto e inequitati­vo.

Como ya lo hemos comentado en este espacio, no hay verdaderos debates porque no se formulan cuestionam­ientos que provoquen la discusión de ideas entre los aspirantes. Deberían de introducir­se preguntas de estudiante­s, periodista­s y especialis­tas, sobre los argumentos y propuestas que vayan presentand­o los debatiente­s, para forzar la crítica entre los antagonist­as. De otra forma, acartonado­s, todos los aspirantes solo se dedicarán a presentar sus farragosos planes.

El tema de las candidatur­as a diputados da para otro editorial que exponga el desastroso papel de amanuenses del Ejecutivo, que algunos personajes que hoy pretenden la reelección han representa­do sin decoro.

Son vergüenza legislativ­a, pero insisten en continuar.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico