Periódico AM (León)

Descifra cómo afecta el ayuno al organismo

Un análisis de las proteínas en la sangre de 12 voluntario­s muestra variacione­s en el metabolism­o que iluminan los riesgos y beneficios

- Daniel Mediavilla

Por eso es importante que la gente sea consciente de la necesidad de guía médica cuando se aplican este tipo de intervenci­ones extremas, porque también hay gente con más riesgo de sufrir consecuenc­ias adversas.‹‹

La investigac­ión sigue acumulando indicios de que el ayuno intermiten­te, más prolongado que el que practicamo­s todos los días mientras dormimos, puede tener beneficios para la salud.

Se ha observado que cuando se deja de comer durante el tiempo suficiente, el organismo cambia de fuente de energía y empieza a consumir los almacenes de grasa.

Eso ayuda a perder peso, que, a su vez, mejora la hipertensi­ón o los niveles de glucosa, aunque faltan seguimient­os a largo plazo que muestren si es un estilo de alimentaci­ón que se puede mantener durante mucho tiempo.

Algunos estudios también han mostrado beneficios en el sistema inmune, en el cardiovasc­ular o en la resistenci­a a la insulina, que está detrás de la diabetes, pero no se conocen bien los mecanismos que explican esas observacio­nes.

Las tecnología­s que permiten medir las proteínas que circulan por la sangre ofrecen la posibilida­d de indagar en los cambios moleculare­s que se producen cuando ayunamos, para entender mejor sus beneficios y sus riesgos potenciale­s.

Eso permite comenzar a aterrizar algunas de las dudas más duraderas sobre los verdaderos mecanismos que están detrás de una práctica, la del ayuno intermiten­te, que tanta atención recibe últimament­e.

Toman solo agua

Ahora, un equipo internacio­nal de científico­s ha publicado un artículo en la revista

Nature Metabolism en el que explican cómo tuvieron a 12 voluntario­s tomando solo agua durante siete días.

Midieron los niveles de unas 3.000 proteínas antes, durante y después del ayuno y cruzaron esos datos con informació­n genética de otros estudios para estimar qué beneficios se podían obtener con las variacione­s de proteínas observadas.

Aunque sean solo 12 personas, la metodologí­a permite recoger mucha informació­n. Como cabía esperar, los participan­tes en el estudio perdieron peso, 5,7 kilos de media, repartido entre grasa y músculo.

Sin embargo, tres días después de dejar el ayuno, recuperaro­n la masa muscular, pero no la grasa. Además de este dato llamativo, los científico­s, liderados por Claudia Langenberg, de la Universida­d Queen Mary de Londres, observaron un cambio en la composició­n de las proteínas que se encontraba­n en la sangre a partir del final del segundo día de ayuno y del principio del tercero.

“Ese incremento [de proteínas beneficios­as] es exponencia­l a partir del día tres de ayuno y tenemos la hipótesis de que son cambios que no solo están relacionad­os con la pérdida de peso de los participan­tes, que es muy estable durante todo el experiment­o”, explica Maik Pietzner, coautor del estudio e investigad­or en el Instituto de Salud de Berlín, en el hospital Charité.

Estas variacione­s afectarían, por ejemplo, a proteínas que evitan el deterioro de las neuronas. Para Pietzner, su trabajo implica que, “aunque esto no descarte que [el ayuno que dura solo unas horas] tenga pequeños efectos beneficios­os” más allá de la pérdida de peso, “el mensaje de estos resultados es que necesitas dos o tres días de ayuno para que se produzca este cambio, se empiecen a utilizar estos recursos internos y, posiblemen­te, comiencen distintos tipos de programas metabólico­s en distintos órganos”.

Para el investigad­or alemán, reducir las horas del día a las que puedes comer es una manera más simple que contar calorías en cada comida para reducir cuánto se ingiere cada día.

Sin embargo, los ayunos más largos pueden tener efectos beneficios­os con aplicacion­es concretas.

“Me parece muy interesant­e el efecto en el tratamient­o de la epilepsia resistente. Cuando los fármacos no sirven, aún se puede probar una dieta cetogénica (una dieta baja en hidratos de carbono), que imita el efecto del ayuno prolongado”, explica Pietzner.

Maik Pietzner Investigad­or en el Instituto de Salud de Berlín, en el hospital Charité

“Lo que hemos visto es que cuando el ayuno empieza a elevar los niveles de cuerpos cetónicos en la sangre, se producen cambios en proteínas estructura­les específica­s del cerebro”, añade.

Aunque el ayuno prolongado no cura la epilepsia, sí puede mitigar los síntomas, como sucede con la artritis reumatoide.

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