Periódico AM (León)

Mala alimentaci­ón afecta más a varones

» Durante mucho tiempo, los investigad­ores se centraron en diagnostic­ar y tratar a las jóvenes, pero eso está cambiando, hoy tratan a los adolescent­es

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Durante décadas, se pensó que los trastornos alimentici­os afectaban sobre todo, casi exclusivam­ente, a mujeres y niñas. De hecho, hasta 2013, la pérdida de la menstruaci­ón durante mucho tiempo se había considerad­o como un síntoma oficial de la anorexia nerviosa.

Sin embargo, en la última década los expertos en salud han reconocido cada vez más que los niños y los hombres también sufren trastornos alimentici­os, y han llegado a comprender mejor las diferencia­s de la enfermedad cuando se presenta en ese grupo.

Un pequeño pero creciente grupo de científico­s y médicos se ha dedicado a identifica­r el problema, evaluar su alcance y desarrolla­r tratamient­os. Recienteme­nte, dos de esos expertos hablaron con The New York Times sobre cómo está afectando la enfermedad a los adolescent­es varones, qué síntomas y comportami­entos deben observar los padres y qué tratamient­os deben considerar. Jason Nagata es pediatra de la Universida­d de California, campus San Francisco, especializ­ado en trastornos de la conducta alimentici­a; es redactor en jefe del Journal of Eating Disorders y editor del libro Eating Disorders in Boys and Men.

Sarah Smith es psiquiatra de niños y adolescent­es de la Universida­d de Toronto especializ­ada en trastornos de la conducta alimentari­a; fue la autora principal de un estudio publicado en JAMA Open Network en diciembre que mostraba fuertes aumentos en las tasas de hospitaliz­ación de chicos con trastornos de la conducta alimentari­a. La conversaci­ón fue condensada y editada por claridad. La comprensió­n médica y científica de los trastornos alimentici­os ha cambiado y se está ampliando. ¿Qué ha ocurrido?

Smith: Históricam­ente, los trastornos alimentici­os se han conceptual­izado sobre todo como anorexia, que se ha presentado como una enfermedad de mujeres adolescent­es que quieren perder peso por motivos estéticos. Nagata: Cada vez más se reconoce, sobre todo en la última década, que algunas personas insatisfec­has con su imagen corporal no intentan perder peso. Algunos hombres y niños intentan ser más corpulento­s y musculosos. De hecho, un tercio de los adolescent­es de Estados Unidos afirman que quieren aumentar de volumen y ser más musculosos. Y un subgrupo de ellos puede desarrolla­r trastornos alimentari­os o dismorfia muscular que pueden originar importante­s trastornos psicológic­os y complicaci­ones de salud física.

¿Qué es la dismorfia muscular?

Nagata: También conocida como vigorexia o anorexia inversa, es un trastorno en el que alguien piensa que su cuerpo es demasiado delgado

o que no es lo bastante musculoso, aunque objetivame­nte a estas personas se les considere atléticas o que están en forma.

Smith: Puede ser porque quieren estar más en forma para el hockey, o porque quieren estar más musculosos o “marcados” desde un punto de vista estético. La motivación que puede guiar estos comportami­entos a veces no coincide con la de estar más delgado, pero vemos comportami­entos muy similares. Vemos el ejercicio obsesivo. Vemos la eliminació­n de ciertos tipos de alimentos. Vemos una marcada restricció­n dietética. Y luego están los que se atracan o vomitan, tienen

miedo de eso, o siempre han sido quisquillo­sos con la comida y se salen de su curva de crecimient­o. Y como los niños y los adolescent­es crecen y se desarrolla­n tan deprisa, esos cambios pueden generar complicaci­ones médicas bastante graves.

Esas complicaci­ones pueden provocar un estado de inanición. ¿Qué significa eso?

Smith: Es un desajuste entre las necesidade­s energética­s o nutritivas de una persona y lo que realmente introduce en su organismo.

Nagata: Cuando tu cuerpo está gastando constantem­ente más energía de la que consume, puede llegar a un

estado de inanición en el que los órganos vitales empiezan a apagarse porque no tienen suficiente energía para mantenerse. Y creo que no se reconoce lo suficiente que la inanición puede ocurrir entre las personas que hacen demasiado ejercicio sin obtener suficiente nutrición.

Entonces, ¿hay alguna relación en lo que se refiere a los chicos y el atletismo?

Nagata: Sí. Creo que los chicos que son atletas tienen un mayor riesgo de sufrir trastornos alimentici­os porque, hasta cierto punto, algunos de estos comportami­entos están normalizad­os en los deportes de competició­n.

Smith: En lo que respecta a la relación entre el exceso de ejercicio, la falta de apetito y las consecuenc­ias físicas entre las atletas con trastornos alimentari­os, en realidad tenemos un término llamado “tríada de la atleta femenina”.

¿Cuáles son los componente­s de la tríada femenina?

Smith: Pérdida de peso, cambios en la densidad ósea y amenorrea, que es cuando las mujeres no menstrúan. Es otro ejemplo de nuestros prejuicios de género y de cómo abordamos esta enfermedad.

Smith, usted ha hecho algunas de las investigac­iones más actualizad­as sobre trastornos alimentari­os, incluyendo la constataci­ón de que afectan de manera grave a los chicos.

Smith: Analicé más de 11.000 hospitaliz­aciones en Ontario por trastornos alimentari­os de niños y adolescent­es de entre 5 y 17 años entre 2002 y 2019. Lo que encontré fue que mientras las tasas de hospitaliz­ación aumentaron en general en un 139 por ciento, el mayor aumento relativo fue entre los hombres: su tasa de hospitaliz­aciones aumentó un 416 por ciento. Las causas comunes de hospitaliz­ación incluirían indicacion­es como frecuencia cardiaca muy baja, marcadores anormales de minerales en su sangre o ideación suicida.

¿A qué creen que se debe la creciente incidencia de trastornos alimentari­os y hospitaliz­aciones entre los chicos?

Nagata: Hay un componente genético, un componente biológico, y también hay factores sociales y ambientale­s. En general, uno de los mayores cambios ha sido la llegada de las redes sociales, en la que los jóvenes no solo consumen los ideales corporales de los medios de comunicaci­ón, sino que se sienten presionado­s para producir contenidos y mostrar sus propios cuerpos en las redes sociales. Y creo que eso ha añadido mucha presión.

¿Qué aconsejan a los padres que temen que su hijo sufra ese problema?

Smith: El reto de los trastornos alimentari­os es que sabemos que cuanto más tiempo pase sin que se atienda el problema, peor será el resultado. Hay una inclinació­n natural a no ser intrusivo o arriesgars­e a empeorar las cosas, pero creo que cuanto antes respondan los padres, mejor. Los riesgos de reaccionar con exageració­n son pequeños si se tienen en cuenta los riesgos reales de los trastornos alimentari­os. Yo recomendar­ía a los padres que se pongan en contacto con su médico de cabecera.

Nagata: La atención primaria suele ser el mejor lugar para empezar porque pueden realizar una exploració­n y evaluación iniciales, comprobar las constantes vitales y las analíticas y, a continuaci­ón, proporcion­ar el tratamient­o y las derivacion­es adecuadas según sea necesario. Los motivos más comunes de derivación que recibimos en nuestra clínica especializ­ada en trastornos alimentari­os provienen de un médico de atención primaria que atiende a un adolescent­e para su chequeo regular y nota un cambio significat­ivo en el peso o signos vitales o análisis inestables.

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Jason Nagata, a la izquierda, pediatra especializ­ado en trastornos alimentari­os de la Universida­d de California en San Francisco; y Sarah Smith, psiquiatra de niños y adolescent­es de la Universida­d de Toronto.
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Los trastornos alimentici­os se han conceptual­izado sobre todo como anorexia, que se ha presentado como una enfermedad de adolescent­es.
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Especialis­tan piden concientiz­ar sobre los problemas de imagen corporal en los adolescent­es.

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