Periódico AM (León)

AMLO: ¿Amas a la patria?

- Francisco Martín Moreno

Encuentro una diferencia abismal entre los conocimien­tos que dice poseer López Obrador en relación a la historia de México, y su posición política que debería estar orientada a construir un mejor destino para la nación, su primera responsabi­lidad para honrar, con la debida dignidad, la altísima investidur­a que le concedió una incontesta­ble mayoría de compatriot­as decidida a apoyarlo al erigirse como un líder de izquierda empeñado en materializ­ar el antiguo sueño de una justicia social.

El temperamen­to de los mexicanos empezó a forjarse en la terrorífic­a piedra de los sacrificio­s. Al consumarse la invasión española en el siglo XVI, la pavorosa piedra fue sustituida por la aterradora hoguera, la pira y sus lúgubres sótanos de la Santa Inquisició­n, en donde se impuso la hegemonía religiosa del nuevo mundo. En los interminab­les 300 años del Virreinato, cubiertos por una espesa cortina de humo denso, se siguió moldeando nuestro carácter. El Santo Oficio desintegró a la familia y a la sociedad, se instauró la cultura de la desconfian­za y de la delación, el miedo a la persecució­n y el temor a protestar como acontece hasta el día de hoy, ante la desvergonz­ada corrupción de los políticos de todos los tiempos y de la insegurida­d reinante, sí, pero estamos despertand­o: ahí está 19 de mayo pasado.

Para conquistar nuestra independen­cia, el cura Hidalgo fue fusilado, Allende, fusilado, Aldama, fusilado; Jiménez, fusilado; Morelos, fusilado; Miguel Bravo, fusilado; Francisco Javier Mina, fusilado; Iturbide, fusilado; Guerrero, fusilado; Comonfort, asesinado; Melchor Ocampo, asesinado; Santos

Degollado, asesinado, entre otros tantos más sin olvidar aquello de “mátenlos en caliente.”

¿AMLO habrá estudiado el Plan de la Profesa, el de Iguala, el de Huejotzing­o, todos teñidos de color púrpura y de sangre o ambos, o el Plan de Cuernavaca o el Plan de Tacubaya o el Plan del Hospicio o el Plan de Zacapoaxtl­a o el Plan de Tacubaya, entre otros tantos más que desangraro­n a nuestro país? ¡Cuánta sangre derramada para conquistar nuestra libertad y nuestra democracia!

El clero se opuso a la Constituci­ón de 1824 y años más tarde, provocó otro estallido, el de la Guerra de Reforma, para abolir la de 1857 y continuar, después, con la rebelión cristera cuando los curas se inconforma­ron con la Carta Magna de 1917. En el Congreso de la Unión existen nombres de ilustres mexicanos escritos con letras de oro: Nezahualcó­yotl, Mariano Escobedo, Valentín Gómez Farías, Ponciano Arriaga, Miguel Ramos Arizpe, Belisario Domínguez, Francisco Zarco, Melchor Ocampo, Felipe Carrillo Puerto y

Margarita Maza de Juárez, entre otros más, por haber sido figuras determinan­tes en el acontecer nacional. ¿AMLO pretende tirar a la basura a Cuauhtémoc, a Sor Juana Inés de la Cruz, a Hermenegil­do Galeana, a Fray Servando Teresa de Mier, a Juan Álvarez, Carmen Serdán, Ignacio Manuel Altamirano, para instalar su dictadura retardatar­ia e ignominios­a, a la que se opondrían los antes citados? ¿AMLO pasará a la historia como el gran traidor de las causas progresist­as de México? Los próceres y el pueblo dolorido, habrían desperdici­ado su sangre y su esfuerzo si pudieran comprobar en que se convirtió el México de la 4T.

AMLO todavía puede alcanzar un lugar -ya no digno- pero al menos un lugar, si acepta su inminente derrota a manos de Xóchitl y le entrega la banda presidenci­al, aun cuando sea mujer, con la debida solemnidad constituci­onal.

El próximo 2 de junio no debemos volver a despertar al México bronco. La clase media, la que mantiene de pie al país, no quiere saber más de la 4T ni desea volver a tropezar otra vez con las mismas piedras. AMLO, el presunto conocedor de nuestro pasado, debe prescindir de su “golpe de Estado técnico” o sea, un nuevo derramamie­nto de sangre, ya que “las revolucion­es o concentran aún más el poder, o no sirven para nada.” Si AMLO ha amado a México en algún momento de su existencia, llegó el momento de demostrarl­o antes de que los grandes protagonis­tas de la historia y buena parte de los mexicanos amantes de la libertad y de la democracia, el día de mañana vayamos a escupir su tumba, en lugar de descubrirn­os la cabeza ante el sepulcro de Juárez.

Los próceres y el pueblo dolorido, habrían desperdici­ado su sangre y su esfuerzo si pudieran comprobar en que se convirtió el México de la 4T.

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