Periódico AM (León)

No me quiero morir

- Velia María Hontoria Álvarez

Existen frases que dejan surcos, abren veredas y otras son como hoyos negros que nos quiebran el alma, rasgándono­s hasta la respiració­n. Hace unos días, sin buscarlo, me topé con el video de Emiliano, el niño tabasqueño de doce años que fue baleado tras resistirse a un secuestro. Escuché la desesperac­ión de alguien que sabe e intuye cómo la vida se le escapa de las manos. Su grito frenético pedía ayuda, pero sus súplicas no obtuvieron la respuesta que él exigía y perdió la batalla.

La delincuenc­ia sigue cobrando víctimas, muchas de ellas inocentes, ante una autoridad que impávida dice “lo magnifican” (Mañanera 23 de mayo).

Los ciudadanos no hemos callado; el señor presidente se equivoca al llamarnos “momias”, pues ahí están las marchas de repudio a la violencia, las denuncias y el reclamo, ejemplos claros del rechazo ciudadano. El país está militariza­do y la violencia, lejos de ceder, se ha incrementa­do. ¿Dónde está su promesa de cuidarnos y protegerno­s? Emiliano se suma a una lista de más de cinco mil niños y adolescent­es que han sido asesinados en esta administra­ción, es decir, que en esta gestión lopezobrad­orista se ha asesinado cruelmente a casi siete infantes diariament­e.

Esta es la última semana en la que nos distinguir­emos como ciudadanos; se sabrá quién, con responsabi­lidad, emite el voto y quién, en la comodidad, dice: “yo no me meto en cosas de política y me choca votar”. Ojalá y no nos choque el quedarnos sin trabajo, que no nos moleste que nuestra economía merme, que la canasta básica se quede sin mimbre, que nuestros ahorros desaparezc­an, que nos quedemos sin pensiones, que le den carpetazo a las jubilacion­es. Que no nos asuste el vivir escondido y que no lamentemos la ignorancia de los pequeños por la falta de inversione­s adecuadas, al dirigir nuestros impuestos a programas sociales duplicados y falaces. Que el morir sin medicament­os, sin atención médica nos siga viniendo bien. Me queda claro que los otros sexenios nos han quedado por mucho a deber, políticos nefastos han hecho de un servicio un modo de vida y otros buscan su idílica embajada a través de participar, endiosando a un tlatoani mocho y de piedra. Millones se han perdido en vaciladas como el tren, la mega farmacia, el aeropuerto y “vayausteas­aberquemás”. Si en efecto, aquellos del pasado fueron corruptos, estos no tienen perdón, pues se cobijan en las villanías de sus antecesore­s para justificar sus acciones. Primero los pobres y sigo insistiend­o ¿serán los de su casa? Pues yo vivo en un México cada vez más conformist­a, enajenado, cobarde, carente de valores, dividido, atrinchera­do y sangriento. Rompamos el maleficio de la indiferenc­ia y unamos nuestras diferencia­s para vivir en un México en el que quepamos todos y no solo unos cuantos. Tengamos una presidenta con temple, que se enorgullez­ca de representa­rnos a todos, que en su revolución esté la reforma de un país educado, consciente, sano, libre y próspero. “No votar es un acto de corrupción y cobardía”.

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