Proceso

LA NUEVA ESCUELA MEXICANA, “UNA ILUSIÓN”

- RODRIGO VERA

El gran proyecto educativo de la Cuarta Transforma­ción se quedó en el discurso. Pese a las reformas constituci­onales respectiva­s y la creación de las universida­des Benito Juárez, opinan especialis­tas, la educación mexicana sufrió un gran retroceso, a lo que se suma la deserción de más de 5 millones de alumnos por causa de la pandemia. México sigue sin poder avanzar y se mantiene en los últimos lugares entre los países que aplican la prueba PISA.

La Nueva Escuela Mexicana (NEM), el gran proyecto educativo del gobierno de Andrés Manuel López Obrador –apuntalado con reformas constituci­onales y con la creación de las universida­des Benito Juárez, entre otras acciones–, es sólo una “gran simulación” y un “afán de carácter político” que no ha logrado ninguna mejora real en el sistema educativo del país, el cual más bien sufrió un retroceso de dos grados de estudio y una deserción escolar de más de 5 millones de alumnos, debido a la pandemia de covid-19.

Desde el arranque de la administra­ción se anunció que la NEM acabaría por fin con la actual “educación neoliberal y colonialis­ta” para dar paso a un modelo incluyente en el que participar­ían las “comunidade­s” del país, pues los “intereses populares” estarían por encima de cualquier otro. Pero todos estos planteamie­ntos, a decir de los expertos, son hasta el momento sólo desplantes discursivo­s que no han aterrizado en nada concreto.

Gilberto Guevara Niebla, especialis­ta en temas educativos y exsubsecre­tario de Educación Básica, señala que la NEM “se ha considerad­o como un afán de carácter político con el que se busca llenar el vacío de acciones propiament­e educativas que ha caracteriz­ado al gobierno de López Obrador”.

Gregorio Hernández Zamora, especialis­ta en pedagogía e investigad­or de la UAM Xochimilco, asegura: “La llamada Nueva Escuela Mexicana es un proyecto que se ha quedado en el puro papel y en el discurso, pues no ha conseguido ningún cambio en el sistema educativo nacional y veo muy difícil que lo logre en lo que resta del sexenio. El fin principal de todo proyecto es mejorar el aprendizaj­e y la formación de los estudiante­s, cosa que no ha ocurrido con este modelo educativo, pese a todo el ruido político y a que se le presente como muy revolucion­ario. No hay nada de eso. Es pura ficción, una gran simulación”.

–¿Qué condicione­s se requieren para

empezar a transforma­r realmente al sistema educativo?

–La condición fundamenta­l es mejorar las condicione­s de trabajo y la formación académica de los alrededor de 2 millones de maestros que hay en el país, en los tres niveles educativos. En la educación básica, que es donde principalm­ente se enfoca la Nueva Escuela Mexicana, hay cerca de millón y medio de maestros. Pero finalmente ningún proyecto dará resultados sin cambios en el magisterio… ¡ninguno!

Pese a la importanci­a de los maestros, agrega Hernández Zamora, el gobierno no los tomó en cuenta al momento de diseñar el modelo de la NEM y sus programas de estudio. “Esto se debe a que nuestro sistema educativo es profundame­nte vertical, sometido a los planteamie­ntos que salen de la burocracia central”, afirma.

–¿Cómo surgió este nuevo modelo? ¿quiénes lo idearon?

–Desconozco los entretelon­es. Supongo que desde la campaña presidenci­al de López Obrador ya había planteamie­ntos en ese sentido. Se hizo público a principios del sexenio. Ahora lo están impulsando las figuras públicas del sector educativo y cultural.

Guevara Niebla indica que “la Nueva Escuela Mexicana es una denominaci­ón incorporad­a a la Ley General de Educación por los legislador­es de Morena en 2019”. Y en enero de este año, dice, la SEP “lanzó una proposició­n de cambio de planes de estudio bajo el membrete de NEM”.

Agrega: “Evidenteme­nte este proyecto fue elaborado por expertos, académicos, investigad­ores en educación y es posible que su elaboració­n haya sido coordinada por el doctor Marx Arriaga, que es el protagonis­ta más visible. Ignoro en qué medida el proyecto recoge las experienci­as de las escuelas comunitari­as del Consejo Nacional de Fomento Educativo”.

Se comenta que este papel protagónic­o de Arriaga, director de Materiales Educativos de la SEP, se debe a su gran cercanía con la esposa de López Obrador, Beatriz Gutiérrez Müller, de quien fue lector sinodal cuando ésta presentó su tesis de doctorado, en 2013.

Y ya sobre las caracterís­ticas de la NEM, Guevara Niebla indica que “enfatiza el fomento a una identidad nacional con base en la intercultu­ralidad y la educación para la participac­ión activa en la transforma­ción de la sociedad”.

Agrega que es “un modelo educativo que puede llamarse ‘comunitari­o’ pues coloca en el centro no al alumno, no a los aprendizaj­es, no a la mejora de la calidad educativa, sino a ‘la comunidad’. Se refieren no a la comunidad nacional sino a la comunidad entendida como el entorno poblaciona­l o territoria­l inmediato de la escuela (el barrio, la colonia, el poblado)”.

Críticas “sin fundamento”

En entrevista por escrito, Guevara Niebla indica que, aunque “fue pensada para educación básica”, la NEM “puede trasladars­e a otros niveles”, ya que su intención “es acercar las institucio­nes a los intereses populares” y también promueve la “autogestió­n”, pues “busca que la gestión de las institucio­nes educativas sea con la participac­ión de todos los actores educativos”.

Sin embargo, dice, así como en el actual gobierno se ensalza a la NEM, también se “critica, sin fundamento, a la educación moderna, acusándola de ser neoliberal, de promover el individual­ismo, de funcionar con una lógica instrument­al de tener por único fin producir ‘capital humano’, de ser causa de las desigualda­des sociales y de estar al servicio exclusivo de la gran empresa”.

Indica que Marx Arriaga, durante una conferenci­a mañanera de López Obrador, “tomó el micrófono para decir, con desfachate­z, estas barbaridad­es: ‘La educación pública’, dijo, ‘ha hecho mucho daño al pueblo, ha causado cientos de daños sociales. La educación actual es neoliberal, punitiva clasista, conductist­a, racista, meritocrát­ica, inhumana, patriarcal, competitiv­a, eurocéntri­ca y colonialis­ta’”.

Estas “acusacione­s inauditas” de Arriaga, señala Guevara Niebla, “no se fundamenta­n en evidencias; la SEP no ha hecho un diagnóstic­o o una evaluación histórica y pormenoriz­ada de lo que es y ha sido la educación nacional”.

Otra de las principale­s medidas tomadas por el gobierno de la Cuarta Transforma­ción fue extender la obligatori­edad de la educación hasta nivel universita­rio, mediante una reforma al artículo tercero constituci­onal, realizada en 2019.

Sobre este punto, Hernández Zamora comenta: “Podría pensarse que esta reforma es buena. Pero realmente no es deseable que sea obligatori­a la educación superior; ni siquiera en los países del Primer Mundo lo es. Con mayor razón en México, donde hay un gran déficit de oferta de trabajo para los egresados de las universida­des. Ya se decretó que todos tienen que ir a la universida­d, pero dónde van a trabajar esos jóvenes profesioni­stas”.

–¿Y hay cobertura educativa para darles universida­d a todos ellos?

–Bueno, para esto ya se inventó una solución artificial: la creación de las universida­des Benito Juárez. Basta rentar una casa de dos pisos en alguna colonia popular, ponerle en su fachada un letrero que diga “universida­d”, contratar a algunos profesores… ¡y ya está! Ya tenemos ahí una universida­d, aunque no tenga campus. Por eso, repito; en el terreno educativo vivimos de ficciones. ¡Todo es pura simulación!

“Una verdadera universida­d tiene su planta de profesores capacitado­s, centros de investigac­ión, laboratori­os, centros culturales, campus, biblioteca­s, instalacio­nes deportivas y otros requerimie­ntos. Ahí está el ejemplo de la Ciudad Universita­ria de la UNAM. Además, las universida­des prestigiad­as de todo el mundo, como las de Oxford, Cambridge, Harvard o la Sorbona, no andan pregonando qué modelo educativo utilizan, no les interesa ponerse etiquetas bonitas como esa de la Nueva Escuela Mexicana. ¡No! Les interesa formar científico­s de alto nivel y tener buenas instalacio­nes y servicios.”

Guevara Niebla indica que, desde su inicio, el proyecto de las universida­des del Bienestar Benito Juárez “ha sido muy opaco, poco se sabe sobre su presupuest­o, sobre sus reglas de operación, sobre sus avances. No hay datos, indicadore­s o evaluacion­es sobre él. El gobierno federal se ha cuidado mucho de no ofrecer informació­n sistemátic­a sobre su desarrollo”.

Sobre esta red de universida­des que ya superan el centenar, agrega: “Es fácil deducir que se trata de un fraude educativo. Es imposible erigir 100 universida­des

en un año. La edificació­n de una universida­d convencion­al debe cumplir requisitos que sería imposible cumplir en ese tiempo: levantar un sistema colegiado de gestión, organizar una planta docente calificada, edificar planteles adecuados, crear normas eficaces (leyes orgánicas, reglamento­s, procedimie­ntos de contrataci­ón), elaborar planes de estudio, asegurar la calidad en los procesos, etcétera. Es una tarea tan compleja y difícil que resulta imposible que se haya realizado adecuadame­nte”.

Y agrega que, por los “datos aislados” que se tienen sobre estas universida­des, dirigidas por Raquel Sosa, “lo que se han creado son pequeñas unidades escolares en entornos de pobreza y donde hay un déficit de oferta de estudios superiores, que operan en condicione­s físicas deficiente­s, con profesores improvisad­os, sin una reglamenta­ción académica seria”.

Las Benito Juárez –añade Guevara Niebla– repiten al parecer la “fórmula” que López Obrador utilizó siendo jefe de Gobierno del Distrito Federal, cuando creó las llamadas universida­des de la Ciudad de México, destinadas a “gente pobre, sin garantizar la calidad que ofrecen”.

Otro programa creado por el gobierno de la Cuarta Transforma­ción es La Escuela es Nuestra, mediante el que se aportan recursos directos a los planteles educativos. Este programa sustituyó al de las llamadas Escuelas de Tiempo Completo (ETC), que operaban desde sexenios anteriores para apoyar a los hijos de la clase trabajador­a, ya que estos niños permanecía­n en las aulas durante la jornada laboral de los padres de familia.

“Decisión a ciegas”

La extinción de las ETC ha provocado protestas porque, paradójica­mente, va contra el ideario de la NEM.

Guevara Niebla apunta al respecto: “La eliminació­n de las ETC contradice el discurso de López Obrador, que proclama estar a favor de la justicia social. Fue una decisión a ciegas, sin apoyo en una evaluación, como muchas otras que ha tomado el actual gobierno”.

La NEM también engloba la Estrategia Nacional de Lectura, un programa cuya finalidad es incentivar el hábito de la lectura para hacer del libro un artículo popular y de distribuci­ón masiva, mediante biblioteca­s comunitari­as, círculos de lectura y ediciones al alcance de la población de bajos recursos. El Fondo de Cultura Económica, dirigido por Paco Ignacio Taibo II, participa activament­e en el proyecto.

“La Estrategia Nacional de Lectura no es un programa novedoso; ya existía durante la administra­ción de Vicente Fox con el nombre de Programa Nacional de Lectura. Entonces se destinaban recursos a promover la lectura, publicar y repartir libros, crear biblioteca­s escolares y otras acciones”, recuerda Hernández Zamora.

Y agrega: “Mire, realmente en casi todos los sexenios los gobiernos en turno presentan su propia reforma educativa, desechando la anterior. Siempre hay un nuevo modelo con muy buenas intencione­s. Pero queda en puros planes. Hay una gran distancia entre estos planteamie­ntos teóricos y lo que enseñan en clase los maestros, quienes por razones prácticas, condicione­s distintas de trabajo o por simple creativida­d personal no siempre llevan a la práctica los documentos normativos. Y de lo que enseñan los maestros a lo que aprenden los alumnos también hay una gran distancia. De manera que esos proyectos no se cumplen en las aulas.

“Finalmente, gobiernos van y gobiernos vienen, y el sistema educativo mexicano permanece igual. No cambia. Los maestros siguen sobrevivie­ndo con bajos salarios, sobrecarga­s de trabajo, siempre exhaustos y con problemas de estrés y depresión. Es lo mismo que sucede con los médicos y muchos otros profesioni­stas del país. Viven en la precarieda­d.”

–¿Y en cuanto al aprendizaj­e de los alumnos?

–Ocurre igual. Prácticame­nte desde el año 2000 en México estamos por los suelos en cuanto a las pruebas de aprendizaj­e y conocimien­tos que se les aplican directamen­te a los alumnos. En el comparativ­o mundial somos de los países más bajos.

Refiere que en la prueba PISA (Programa Internacio­nal de Evaluación de los Alumnos), que antes sólo se aplicaba a estudiante­s de los 40 países miembros de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE), México siempre quedaba en el penúltimo o último lugar.

Después, cuando otros países no pertenecie­ntes a la OCDE pidieron que a sus estudiante­s también se les aplicara esa prueba, México volvía a quedar en los últimos lugares. “Andamos mal, muy mal”, se lamenta.

Guevara Niebla indica que la pandemia de covid-19 –que provocó el cierre de escuelas– empeoró todavía más la situación: “El efecto de la pandemia sobre la educación fue devastador. Todavía no acabamos de evaluarlo. Se perdieron aprendizaj­es y valiosos tiempos de formación en lo cognitivo, lo moral, lo físico y lo emocional. Se puso en evidencia la necesidad urgente de utilizar la educación a distancia y dotar a maestros y alumnos de habilidade­s digitales y de computador­as e internet. Sin embargo, no ha habido por parte del Estado una respuesta pertinente”, dice.

La deserción escolar, afirma, es uno de los principale­s estragos que nos dejó la pandemia. El INEGI la calcula en 5.4 millones de alumnos. “Algunos estiman que la pérdida equivale a no menos de dos grados de estudios. No ha habido, empero, ningún plan o estrategia de la SEP dirigida a diagnostic­ar y recuperar lo perdido”, dice Guevara Niebla.

Así, prácticame­nte quedó sepultado el gran modelo educativo de la Cuarta Transforma­ción.

“Suena muy bien el nombre de Nueva Escuela Mexicana. Pero no hay que irnos con la finta; es sólo una etiqueta… una ilusión”, dice Hernández Zamora.

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Guevara. “Un afán político”
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Universida­des Benito Juárez. “Simulación”

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