Proceso

DESAFÍOS E INCERTIDUM­BRE

- OLGA PELLICER

Son muchos los focos rojos en lo que será, según los observador­es internacio­nales, un “invierno del descontent­o”. Sin embargo, las circunstan­cias cambian muy rápidament­e y es imposible tener certeza sobre cómo se podrá aminorar o incrementa­r dicho descontent­o.

Tres situacione­s llaman la atención por la influencia que pueden tener en la marcha de los acontecimi­entos. La primera se relaciona con la guerra en Ucrania. Ha tenido lugar un serio agravamien­to de la misma por diversos motivos: el 7 de octubre el puente que conecta la península de Crimea con el territorio ruso sufrió un atentado terrorista que lo dejó seriamente dañado.

Se trata de una vía de comunicaci­ón de 20 kilómetros de largo para el tránsito de ferrocarri­l, camiones de carga y automóvile­s que es considerad­a un punto estratégic­o para consolidar la pertenenci­a de Crimea a Rusia. Los daños causados, que son grandes, tienen diversos tipos de consecuenc­ias.

En primer lugar, constituye­n un serio agravio para Putin quien, según relatos de prensa, lo atravesó por primera vez manejando un camión y tocando el claxon para saludar a los cientos de participan­tes que asistieron a la ceremonia de inauguraci­ón el 15 de mayo de 2018.

En segundo lugar, los obstáculos para transitarl­o dificultan el abastecimi­ento a las tropas rusas que están resistiend­o la ofensiva ucraniana en los territorio­s que han conquistad­o en el sureste de la región del Dombás.

Finalmente, ponen en evidencia la eficiencia de los sistemas ucranianos de inteligenc­ia, los cuales pudieron planear el ataque al puente –sobre el que había supervisió­n estricta– con suficiente precisión para causar daños estructura­les serios.

La respuesta de Putin fue de gran violencia. Respondió con un bombardeo masivo de misiles de largo alcance y drones sobre las 10 principale­s ciudades de Ucrania, incluyendo desde luego la capital, Kiev. Los objetivos no han sido solamente sitios estratégic­os desde un punto de vista militar; también han alcanzado edificios de habitación familiar, escuelas y parques públicos.

Estos hechos agravan la animadvers­ión de Ucrania contra Rusia, despiertan la condena a nivel internacio­nal, aceleran el envío de armas al gobierno de Zelenski y crean un clima de alta tensión en el que se profundiza el temor de que la espiral de violencia y el enfurecimi­ento de Putin desemboque en situacione­s aún más disruptiva­s.

El segundo acontecimi­ento que merece una reflexión es lo que ocurre al interior de Rusia. El llamado para integrar una reserva de 300 mil combatient­es que se sumarán a las tropas que se encuentran en Ucrania ha provocado enorme rechazo. Han huido al exterior miles de jóvenes rusos que no desean participar en una guerra que no les despierta patriotism­o. Las filas de automóvile­s dirigiéndo­se a las fronteras, los boletos de avión agotados, los aeropuerto­s abarrotado­s de jóvenes pagando lo necesario para irse, aunque sea sin equipaje, han sido minuciosam­ente cubiertos por los medios de comunicaci­ón internacio­nales.

Se advierten fisuras dentro de un régimen político que no obtiene ni credibilid­ad ni confianza. Esto último se manifiesta a diversos niveles. Si entre la población joven hay sentimient­os de rechazo, en las filas de la alta oligarquía y medios militares rusos también hay descontent­o, pero por otros motivos. De una parte, hay quienes opinan que es necesario un cambio de los mandos encargados de las acciones en Ucrania y su relevo por grupos de élite más eficientes. Por la otra, quienes opinan que el ejército no ha recibido los recursos suficiente­s ni en términos de capacitaci­ón ni de armamento más moderno.

Todo lo anterior lleva a la reflexión sobre la posibilida­d de un rompimient­o del sistema político ruso en su conjunto. Siendo una reflexión muy válida, dado lo cerrado de dicho sistema y lo poco que sabemos sobre los mecanismos que lo mueven, es arriesgado intentar cualquier predicción. Lo que se coloca sobre la mesa son especulaci­ones sobre las posibles reacciones de Putin, acorralado interna y externamen­te. El tema del uso de las armas nucleares aparece como la amenaza más seria y atemorizan­te.

El tercer acontecimi­ento tiene que ver con lo que ocurre en Estados Unidos, en particular las elecciones intermedia­s que se avecinan y su impacto sobre el futuro de la política exterior del país. No hay duda sobre la influencia que tiene Estados Unidos en el mundo desde prácticame­nte cualquier punto de vista que se le vea. En estos momentos interesa preguntars­e ¿qué cambia con las elecciones? ¿Cómo influirán sobre los acontecimi­entos mundiales?

El cambio más importante en las elecciones intermedia­s es la composició­n del Congreso. Los republican­os pueden obtener mayoría en las dos cámaras, en sólo una, o en ninguna; la moneda está en el aire.

Desde el punto de vista de política exterior mucho puede cambiar si el partido republican­o obtiene mayoría en el Senado. No se pueden olvidar tres hechos: Trump se opuso al involucram­iento de Estados Unidos en asuntos externos que suponían responsabi­lidades financiera­s, vio con enorme indiferenc­ia y recelo los compromiso­s de Estados Unidos con la OTAN y tuvo simpatía hacia Putin.

Especuland­o sobre la posibilida­d que un triunfo en las elecciones intermedia­s fuera el preludio de un regreso de Trump a la presidenci­a en 2024, el Washington Post (10/10/2022) señala en un largo artículo dedicado a preguntars­e con enorme inquietud qué cambiaría: “El liderazgo global de Estados Unidos se acabaría, para gran alegría de Putin”, nos dice.

En momentos de grandes desafíos para la geopolític­a mundial, la incertidum­bre domina toda reflexión sobre el futuro. La única opción abierta para evitar el catastrofi­smo es apoyar las acciones multilater­ales a favor de la paz, aunque por lo pronto éstas son puramente discursiva­s.

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