Compra departamento, descubre riesgos en el inmueble y el vendedor desaparece
Señor director:
Yucatán se vende a pedazos. Predadores disfrazados de expertos inmobiliarios, tras la máxima ganancia a expensas del comprador, plagan la ciudad de Mérida y sus alrededores.
Si vas a invertir en bienes raíces, ten presente este nombre: licenciado Juan Francisco Betancourt Ulloa, al frente de Almendaro Inmobiliaria, pues les da a las palabras fraude y negligencia todo un nuevo significado.
Y mucho cuidado, pues dan de baja razones sociales por demandas y crean nuevas, por lo que no tengo la certeza de que la inmobiliaria se siga llamando de la misma manera, pero él sí.
Tras dejar el cargo de director general del Colegio Montreal, del cual su familia es dueña, Juan Betancourt Ulloa construyó un conjunto de townhouses en Dzitya, Mérida. Mediante Mexstage bienes raíces, se me presentó la opción de compra de una de esas casas. El producto que me vendieron: townhouse de lujo con roof garden con piscina.
Los permisos demoraron en extremo, pues como no contemplaron el roof garden desde un inicio, el ayuntamiento no emitía la licencia. Comencé a temer que la demora fuera por no haber sido aprobada la modificación estructural del tercer piso; le expresé mi temor a Betancourt Ulloa y él me afirmaba que todos los cálculos estaban bien y que en algún momento me haría entrega de los planos estructurales, eléctricos e hidráulicos. Cosa que nunca ocurrió, pese a llevar más de un año pidiéndolos ya con carácter de urgencia, pues las entradas de agua, la viga de soporte vencida y las grietas en el techo, justo debajo de las vigas que sostienen esa alberca, indican que esos cálculos estructurales pueden haber sido incorrectos o que los correctos refuerzos no hayan sido colocados debidamente.
La cama de la recámara principal está debajo de la alberca; literal: siete toneladas de riesgo.
La negligencia del licenciado Betancourt Ulloa puede conllevar consecuencias catastróficas; se niega a dar la cara, pero lo más peligroso: el hombre sigue construyendo otros desarrollos. A mi casa me manda a su trabajador, el señor Josué Martínez Gutiérrez, a quien compartí mi inquietud de la grieta del techo de la recámara, justo debajo del peso estructural de la alberca y me tildó de loca.
Entre la colección de ineptitudes del señor Josué Martínez Gutiérrez está la audacia de convertir una piscina en pileta (al venir a reparar la mala calidad e incorrecta aplicación del chukum (recubrimiento) –por tercera ocasión–, taparon el desagüe, y tuvo que romperse el chukum.
Tras rehacer la alberca, no compró el tapón para poder llenarla, por lo que el chukum se cuarteó de nuevo. Tuvo que rehacerse por cuarta vez. La lista de ineptitudes, fallas, daños y perjuicios, propiedad irremplazable dañada, es kafkianamente larga.
Dos veces tuvieron que rehacer las escaleras. La alberca la rehicieron cuatro veces, todo por ineptitud, negligencia, falta de supervisión, nula comunicación, aplicación de materiales de la peor calidad. Si eso hicieron repetidamente mal en algo tan sencillo, ¿cómo están los estudios de cargas y refuerzos estructurales?
Entra agua por varios lados, unos insólitos: ¡por el contacto de luz! Da pánico pisar esa agua por temor a que mi hija de 10 años o yo podamos morir electrocutadas.
Juan Francisco Betancourt Ulloa se rehúsa a hacer entrega de los planos, sin los cuales es imposible determinar la seguridad habitacional del “inmueble de lujo” que me vendió. Tras la revisión profesional de un arquitecto está en duda la seguridad de la casa. Los vicios en la estructura apuntan a que no está pudiendo con la carga.
Llevo más de un año literal de rodillas secando suelos cubiertos de agua y conteniendo una pesadilla. Dos veces me he resbalado y caído. La lista de daños y perjuicios crece por día, pues yo pierdo mis consultas (soy psicoterapeuta) por estar atendiendo las entradas de agua. Me es imposible vivir así.
Por este medio demando a Juan Francisco Betancourt Ulloa a: entregar planos estructural, eléctrico e hidráulico; reparar económicamente por daños y perjuicios; y revisar por un arquitecto e ingeniero imparcial los planos para rehacer el estudio de cargas y dictaminar la seguridad (a largo plazo) del roof garden.
De ser habitable y seguro el inmueble, solicito un compromiso con fecha de reparación de todos los vicios y detalles, a mano de nuevo personal calificado. De ser dictaminado como irreparable e inseguro, exijo el reembolso total de mi compra.
Atentamente,