EL ACOSO CONTRA STEELS,
“UNA CONTINUACIÓN DEL CASO FLORENCE CASSEZ”
La periodista Emmanuelle Steels no tiene duda: el hostigamiento en redes sociales y el seguimiento físico que ha sufrido en la Ciudad de México apuntan a los actores del montaje mediático-judicial contra la ciudadana francesa Florence Cassez, el mexicano Israel Vallarta Cisneros y varios de sus familiares, y que permanecen impunes desde la falsa detención de la pareja en 2005.
El acoso contra Steels sucedió en paralelo a la difusión de la serie El caso CassezVallarta: Una novela criminal en Netflix, que retomó en gran parte su trabajo periodístico y apuntó directamente hacia los principales protagonistas del caso: Genaro García Luna, Luis Cárdenas Palomino –ambos actualmente encarcelados– y el empresario Eduardo Margolis Sobol.
“Las amenazas que recibo actualmente son una continuación del caso Cassez: como Israel Vallarta sigue en la cárcel sin juicio, toda la verdad no ha salido sobre el caso, los principales responsables de tortura y fabricación de culpables siguen en la impunidad y no han sido molestados (…) esto les permite seguir intimidando gente, amenazarla”, dice la periodista.
Y asevera en entrevista con Proceso:
“La impunidad se perpetúa hasta las últimas consecuencias, pues los periodistas que investiguen sobre el caso, no sólo yo, han sido objeto de intimidación… Los actores siguen en la impunidad, los culpables fabricados no han tenido acceso a un juicio equitativo; entonces las personas que se esconden detrás del montaje judicial piensan que todavía tienen las manos libres para que no se revele su responsabilidad en el caso”.
Con el apoyo de la organización Artículo 19, la periodista belga, corresponsal en México para medios francófonos desde 2008, presentó una denuncia ante la Fiscalía Especializada en la Atención de Delitos contra la Libertad de Expresión y se acercó al Mecanismo de Protección a Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas después que una cuenta en Twitter le indicó que la estaban siguiendo en la capital del país.
Días más tarde la periodista francesa Anne Vigna –colaboradora de Proceso y quien estuvo en México y trabajó con Steels sobre el caso Cassez– recibió de la misma cuenta de Twitter dos videos donde aparece Steels, grabada subrepticiamente. Una prueba intimidatoria de que, en efecto, la siguieron.
Steels reveló el sinnúmero de irregularidades del caso Cassez-Vallarta en su libro El teatro del engaño, de 2015. Empezó a recibir las primeras señales de acoso en julio pasado, tras la difusión del tráiler promocional de la serie de Netflix, producida por el escritor Jorge Volpi, a su vez el autor del libro Una novela criminal, publicado en 2018 y basado en la investigación de Steels.
A partir de la difusión del tráiler de la serie, el 28 de julio, ella empezó a recibir mensajes de Ramsés Ancira, un periodista al servicio de Margolis. Le mandó una treintena de mensajes criticando su trabajo –sin haber leído el libro– y acusando a Steels de estar al servicio de los Vallarta.
Entre otros infundios sostenía que El teatro del engaño fue financiado por la defensa de Florence Cassez. En unos mensajes también le propuso entablar el diálogo con Margolis porque éste quería hablar con ella.
La serie señaló el papel de Margolis en la persecución contra Cassez y Vallarta, que ya había sido revelada en Proceso en 2012, y documentada en los libros de Steels, Volpi y José Reveles sobre el montaje.
Varios hilos del caso convergen hacia Margolis: fue socio de Sebastien Cassez –hermano de Florence–, trabajó con Vallarta, estuvo vinculado con Cristina Valladares –una de las acusadoras de Vallarta– y era muy cercano a la Agencia Federal de Investigación, entonces dirigida por García Luna y Cárdenas Palomino, la cual organizó el montaje televisivo “en vivo” de la detención de Cassez y Vallarta.
La serie incluye una entrevista con el empresario, quien se ha dedicado, entre otros negocios, a proveer servicios de protección a la comunidad judía de México y tiene una empresa de automóviles blindados llamada Epel en el corazón de Polanco. Ante el equipo de grabación de Netflix, Margolis habló con el rostro oculto y rechazó haber participado en el caso. Alguien como él no perdería su tiempo en vengarse de Vallarta y Cassez, dijo.
Steels afirma que no recibió amenazas cuando publicó su libro, hace siete años, sino después del éxito que tuvo el documental en la plataforma de streaming. “Es el poder de Netflix, el hecho que la plataforma abarca a un público mucho más amplio y que mucha más gente en México tomó conciencia de lo que ocurrió en ese caso”, señala.
La serie despertó un gran interés en el caso Vallarta, que llegó hasta la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador. En medio de la efervescencia, varios medios de comunicación entrevistaron a Emmanuelle Steels. La periodista, por su lado, organizó una presentación del libro con los familiares de Vallarta, en la cual denunciaron la injusticia que lo mantiene en la cárcel desde 2005.
Después de la primera oleada de mensajes de Ancira, la periodista belga recibió insultos de una cuenta de Twitter llamada @jose_sy14. El usuario le envió mensajes de tono amenazante, como este: “ojalá te secuestren a ti emmanuel (sic)” y un “mejor se salga del país en vez de quejarse”.
El mismo seudónimo escribió un mensaje enigmático al periodista Jesús Escobar, conductor del noticiario de La Octava, cuando realizaba una serie de entrevistas sobre Margolis con diversas periodistas, como Anabel Hernández, Léonore Mahieux y la propia Steels.
Posteriormente surgió una tercera cuenta de Twitter, llamada Eduardo44412361, que le mandó un mensaje firmado “Margolis”. En dos comentarios públicos, esta cuenta detalló movimientos de Steels en tiempo real: una primera vez mientras iba caminando por la zona de Polanco y otra cuando estaba en la terraza de un Starbucks. “Nunca voy al Starbucks ni está cerca de mi casa”, sostiene la periodista.
“Tengo la sensación que mi caso personal es un reflejo, a pequeña escala y menos grave, de la situación de los periodistas en México, de la vulnerabilidad con que se ejerce el oficio. Es mi caso concreto, pero pienso que es el caso de muchas otras historias de periodistas agredidos o asesinados, es como una secuela de estas historias de impunidad”, reflexiona.