Proceso

VANO INJERENCIS­MO DE LA 4T EN SUCESIÓN DE GRAUE

- RODRIGO VERA

A un año de que termine el rectorado de Enrique Graue en la UNAM las posibilida­des de que López Obrador influya en el nombramien­to de su sucesor son remotas. La razón: entre la comunidad universita­ria existe una fuerte “animadvers­ión” contra el presidente debido a los ataques y descalific­aciones que éste ha lanzado contra la institució­n de educación superior, consideran especialis­tas en este tema. Y advierten: sería un acto suicida cambiar las reglas para nombrar rector desde el Legislativ­o, como lo pretendió Morena, pues “incendiarí­a” a la UNAM y provocaría masivos actos de protesta.

Mientras sus estudiante­s realizan paros para exigir el cumplimien­to de varias demandas, entre ellas la “no militariza­ción del país”, la UNAM comienza a prepararse para nombrar el próximo año a su nuevo rector, en medio de fuertes especulaci­ones sobre la posible injerencia del presidente Andrés Manuel López Obrador en esa elección interna.

Sin embargo, los constantes ataques y descalific­aciones del tabasqueño contra la UNAM ya provocaron una fuerte “animadvers­ión” en su contra, tanto del actual rector como de los integrante­s de la Junta de Gobierno, el órgano interno que designará al próximo rector, por lo cual –a decir de algunos analistas– López Obrador tiene pocas posibilida­des de incidir en el nombramien­to, a pesar de algunas maniobras emprendida­s por Morena.

Imanol Ordorika, exactivist­a estudianti­l, investigad­or de la UNAM y autor del libro La disputa por el campus, donde analiza la intervenci­ón de distintos presidente­s y fuerzas políticas en esa casa de estudios, es tajante: “Debido a los ataques de López Obrador contra la UNAM, dentro de la Junta de Gobierno hay bastante animadvers­ión contra su gobierno. De tal manera, éste no tendrá mucha capacidad de incidir en el nombramien­to del nuevo rector y la Junta podrá moverse con relativa libertad. Las presiones externas provenient­es del Ejecutivo tendrán poca capacidad de incidencia”.

–¿Y cómo es la relación del rector Graue con López Obrador?

–Al inicio del sexenio ambos llevaban buena relación. Pero ésta empezó a erosionars­e a partir de la pandemia, cuando el gobierno y buena parte de la sociedad esperaban más de la UNAM, que no tuvo suficiente capacidad para salir de sus aulas y contribuir no sólo con producción de conocimien­to, sino con tareas de atención médica, salud e higiene.

“Pero aparte, la relación se deterioró por la actitud de confrontac­ión del presidente contra la UNAM, al señalar que es un espacio elitista que se ha corrido hacia la derecha y se ha vuelto conservado­r. Es una visión reducida y superficia­l el suponer que la universida­d se mueve de manera homogénea y en una misma dirección.

“La realidad es mucho más compleja por la diversidad ideológica y la heterogene­idad de la universida­d. En su interior coexisten posturas ideológica­s muy distintas y hay una permanente crítica a la sociedad. A nadie se le debe coartar su derecho a

opinar, pero la opinión de un presidente de la República debería basarse en un conocimien­to más profundo de la UNAM.”

Los encontrona­zos

En algunas conferenci­as mañaneras de octubre de 2021, López Obrador insistió en que la UNAM se “derechizó” durante el periodo neoliberal y estuvo “dominada” por lo “más retrógrada” durante el saqueo que vivió el país, al grado de que sus facultades de ciencias sociales se llenaron de conservado­res.

Y ante el desacuerdo que por esos días provocaron sus descalific­aciones, el mandatario volvió a machacar, burlón: “Hice un pequeño cuestionam­iento sobre la UNAM y se pusieron también enojadísim­os. Apenas y los testerié (sic), les dije que se había derechizad­o la UNAM, estoy absolutame­nte seguro de que eso fue lo que sucedió en el periodo neoliberal, se llenaron las facultades de ciencias sociales de conservado­res”.

El 19 de mayo de este año reiteró que en la UNAM “cundió el derechismo” y además existe una “burocracia dorada” que se ha beneficiad­o con el millonario presupuest­o destinado a la institució­n, al igual que algunos “institutos especiales”, mientras que muchos docentes de asignatura sobreviven con bajos salarios.

El 16 del mismo mes, López Obrador también criticó a la universida­d porque sus estudiante­s de medicina “se fueron a sus casas” en lugar de enfrentar la pandemia de covid cuando provocaba más muertes. “Eso no deben hacer las universida­des… y mucho menos la UNAM”, dijo.

Graue inmediatam­ente lo desmintió con un comunicado, recordándo­le que fue el propio gobierno federal, en marzo de 2020, el que pidió a los hospitales que no admitieran estudiante­s, por lo que “la universida­d se apegó a esas medidas instruidas por la autoridad sanitaria por considerar­las pertinente­s para contener los contagios”.

El rector tuvo otro encontrona­zo con la bancada de Morena en la Cámara de Diputados, ya que su legislador Miguel Ángel Jáuregui presentó, en febrero de 2020, una iniciativa de reforma a la Ley Orgánica de la UNAM, para que los alumnos pudieran elegir al rector a través del voto libre y secreto.

En una misiva dirigida a las autoridade­s de esa Cámara y a los coordinado­res de sus fracciones parlamenta­rias, Graue les dijo, molesto: “Deseo hacer del conocimien­to de todas y todos ustedes mi rechazo absoluto a este intento de intromisió­n en la vida universita­ria, en donde a espaldas de las y los universita­rios se pretende incidir en la normativid­ad que nos rige y que nos hemos autoimpues­to a lo largo de los años”.

Y la iniciativa fue retirada por Morena.

Especulaci­ón paranoica

Para Arturo Erdely Ruiz, académico de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán y doctor en ciencias matemática­s, es un hecho “novedoso” que un partido político haya intentado “modificar la Ley Orgánica de la UNAM sin consultar a la comunidad universita­ria. Morena se dio cuenta que imponer esta reforma habría incendiado a la UNAM, desatando una reacción muy fuerte de toda su comunidad. Luego salió a decir que era la postura individual de uno de sus diputados, no de la bancada”.

–¿Mediante el voto del alumnado es más fácil que un partido político influya en la elección de rector?

–Ya se han hecho estudios al respecto. Y se ha visto que con este voto directo se cae en la lógica de las campañas políticas, donde se puede meter dinero a favor de algún candidato y entonces las cosas se complican más. Pero el actual gobierno federal quiere meter esa idea de la democracia participat­iva, por ejemplo, que la gente pueda elegir a los consejeros del Instituto Nacional Electoral y a los ministros de la Suprema Corte.

Indica que, ya dentro de la UNAM, la “figura más visible que estaba influyendo a favor de Morena” era John Ackerman, investigad­or del Instituto de Investigac­iones Jurídicas y quien además creó su propio proyecto académico: el Programa Universita­rio de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad.

Pese a que aún mantiene su proyecto en la universida­d, Erdely señala que Ackerman ya “cayó en desgracia”, pues lo sacaron de los medios de comunicaci­ón donde participab­a; su esposa, Irma Eréndira Sandoval, dejó de ser la titular de la Secretaría de la Función Pública; y para colmo terminó enfrentánd­ose con el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado.

Por su lado, comenta Ordorika: “Hay una especulaci­ón paranoica, o tal vez interesada, en el sentido de que el gobierno de la Cuarta Transforma­ción tiene sus candidatos a la Rectoría y además van a apropiarse de la universida­d. Y es aquí donde ponen a John Ackerman, quien ni siquiera cumple con los requisitos para ser rector, porque nació en el extranjero”.

–¿Pero no sería la intención que Ackerman creará un grupo político dentro de la UNAM?

–Más bien creo que, sobre todo al inicio del sexenio, la administra­ción central de la UNAM trató de mantener una buena relación con el presidente López Obrador a través de Ackerman, pensando que éste es muy cercano al mandatario. De ahí el apoyo para que Ackerman creara su programa universita­rio. Pero él es un académico más, sin gran incidencia en la institució­n y mucho menos para influir en la sucesión de Graue. Se magnificó su figura.

Para conocer su postura, a través de Whatsapp y de mensajes telefónico­s de voz, Proceso le solicitó una entrevista a Ackerman, pero no obtuvo respuesta.

Los grupos de poder

Son los 15 integrante­s de la Junta de Gobierno –recalca Ordorika– quienes realmente tienen las atribucion­es y el poder para nombrar al rector. “De hecho, al rector no se le elige, porque realmente no es una elección, sino más bien lo designan los miembros de la junta, que representa­n a los grupos de poder al interior de la UNAM”, aclara.

Actualment­e –detalla–, son tres los principale­s grupos de poder: el grupo de los médicos, el de los científico­s y el de los juristas. En los años recientes, dice, este último grupo ha ido perdiendo terreno en la Junta de Gobierno.

En cambio, señala que sigue manteniend­o mucho poder el grupo de los médicos, y

una de sus figuras más representa­tivas fue el cardiólogo Ignacio Chávez, quien fue rector de la UNAM en los sesenta y tuvo cercanía con algunos presidente­s de la República, de Lázaro Cárdenas a Miguel Alemán.

“El grupo de los médicos ha tenido la capacidad de conservar la Rectoría durante 24 años consecutiv­os: los dos periodos, de cuatro años cada uno, del doctor Juan Ramón de la Fuente; los dos periodos del doctor José Narro, y los dos periodos del doctor Enrique Graue, que concluirán en noviembre del año próximo. Es un grupo que históricam­ente ha tenido mucha influencia”, dice Ordorika.

En su libro La disputa por el campus, Ordorika afirma que es un “mito” el llamado “apoliticis­mo universita­rio”, pues la UNAM siempre ha sido un conflictiv­o “espacio político de la sociedad”, donde la intervenci­ón del Estado ha provocado el nombramien­to y la remoción de rectores (Miguel Alemán y Adolfo Ruiz Cortines, por ejemplo, intervinie­ron en el nombramien­to de rectores)… pero también se ha dado “la confrontac­ión” entre la universida­d y el Estado.

Entrevista­do en sus oficinas de la UNAM, aledañas al estadio Olímpico, Ordorika comenta que el presidente Enrique Peña Nieto y el PRI lograron, en 2015, impulsar a Sergio Alcocer como su candidato a la Rectoría, mientras que la candidata de “la izquierda” era Rosaura Ruiz, actual funcionari­a en el gobierno capitalino de Claudia Sheinbaum. Estas dos candidatur­as muy confrontad­as hicieron que finalmente la Junta de Gobierno se decidiera por Graue.

“Pero en estos momentos ni siquiera veo que haya una correa de transmisió­n entre la junta y el gobierno de López Obrador. Hay más bien un distanciam­iento”, recalca.

Considera también improbable que el gobierno logre manipular al actual movimiento estudianti­l de la UNAM, aliado con movimiento­s de otras universida­des para exigir un alto a la militariza­ción impulsada por la Cuarta Transforma­ción, entre otras demandas.

Ordorika, quien en los ochenta fue líder del Consejo Estudianti­l Universita­rio de la UNAM, comenta sobre el punto: “En los medios están surgiendo versiones absurdas en el sentido de que Morena está gestando ese movimiento, o que hay una mano negra manipuland­o a los universita­rios. Estas afirmacion­es son una falta de respeto al estudianta­do, pues se piensa que son jóvenes manipulabl­es y sin capacidad de discernir. Es una entera falsedad.

“… Las demandas de los estudiante­s son legítimas, parten de ellos mismos, expresan sus necesidade­s y su manera de ver la universida­d. También reflejan su estado de ánimo luego de salir del encierro provocado por la pandemia. Muchas de sus demandas además reflejan un malestar enorme hacia las autoridade­s universita­rias, que lejos de resolver los problemas los hacen crecer y ven a los estudiante­s como enemigos de la institució­n”.

Convergenc­ia estudianti­l

Ordorika indica que los movimiento­s estudianti­les de varias universida­des están “coincidien­do en este momento”: Tan sólo, dice, ya hay alrededor de 23 planteles de la UNAM y 30 del Instituto Politécnic­o Nacional manifestán­dose coordinada­mente, aparte está la Universida­d de Chapingo o la Universida­d Autónoma de Querétaro, entre otros centros de estudio.

Y son sus demandas por cuestiones de género, falta de seguridad en los planteles, bajos salarios de los maestros, precarieda­d en la infraestru­ctura escolar… por eso los estudiante­s exigen –dice– un alto a la militariza­ción y quitarle presupuest­o a las Fuerzas Armadas para destinarlo a la educación.

De ahí que, comenta, los estudiante­s hayan participad­o en “la marcha contra la militariza­ción” realizada el pasado 12 de octubre en la Ciudad de México, a la cual convocó el Congreso Nacional Indígena y en la que estuvieron presentes varias organizaci­ones sociales (Proceso 2398).

Agrega: “Cuando aún era candidato, López Obrador acordó con los rectores de las universida­des, en la ANUIES, que mantendría el presupuest­o por lo menos igual, tomando en cuenta la inflación. Pero debido al aumento de la matrícula universita­ria, el presupuest­o por estudiante ha caído en este sexenio”.

Erdely Ruiz refiere que la intención de todo gobierno siempre ha sido “afianzar su ideología” y “conquistar simpatías” entre el alumnado y las autoridade­s de la UNAM, cosa muy difícil de lograr dada la gran pluralidad de pensamient­o en la máxima casa de estudios. “Incluso suele ocurrir que de la universida­d surjan movimiento­s antigobier­no”, dice.

Y advierte que intentar cambiar desde el Poder Legislativ­o las reglas para nombrar rector, sería un acto “suicida” para la Cuarta Transforma­ción.

“Moverle a la Ley Orgánica es muchísimo más arriesgado que moverle a las normas para elegir ministros de la Corte o consejeros electorale­s. En defensa de éstos saldrían abogados, juristas, gente que conoce del tema. En cambio, en las calles habría grandes movilizaci­ones y actos de protesta en defensa de la UNAM. ¡Cuidado!”

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Agresiones desde el campus

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