VANO INJERENCISMO DE LA 4T EN SUCESIÓN DE GRAUE
A un año de que termine el rectorado de Enrique Graue en la UNAM las posibilidades de que López Obrador influya en el nombramiento de su sucesor son remotas. La razón: entre la comunidad universitaria existe una fuerte “animadversión” contra el presidente debido a los ataques y descalificaciones que éste ha lanzado contra la institución de educación superior, consideran especialistas en este tema. Y advierten: sería un acto suicida cambiar las reglas para nombrar rector desde el Legislativo, como lo pretendió Morena, pues “incendiaría” a la UNAM y provocaría masivos actos de protesta.
Mientras sus estudiantes realizan paros para exigir el cumplimiento de varias demandas, entre ellas la “no militarización del país”, la UNAM comienza a prepararse para nombrar el próximo año a su nuevo rector, en medio de fuertes especulaciones sobre la posible injerencia del presidente Andrés Manuel López Obrador en esa elección interna.
Sin embargo, los constantes ataques y descalificaciones del tabasqueño contra la UNAM ya provocaron una fuerte “animadversión” en su contra, tanto del actual rector como de los integrantes de la Junta de Gobierno, el órgano interno que designará al próximo rector, por lo cual –a decir de algunos analistas– López Obrador tiene pocas posibilidades de incidir en el nombramiento, a pesar de algunas maniobras emprendidas por Morena.
Imanol Ordorika, exactivista estudiantil, investigador de la UNAM y autor del libro La disputa por el campus, donde analiza la intervención de distintos presidentes y fuerzas políticas en esa casa de estudios, es tajante: “Debido a los ataques de López Obrador contra la UNAM, dentro de la Junta de Gobierno hay bastante animadversión contra su gobierno. De tal manera, éste no tendrá mucha capacidad de incidir en el nombramiento del nuevo rector y la Junta podrá moverse con relativa libertad. Las presiones externas provenientes del Ejecutivo tendrán poca capacidad de incidencia”.
–¿Y cómo es la relación del rector Graue con López Obrador?
–Al inicio del sexenio ambos llevaban buena relación. Pero ésta empezó a erosionarse a partir de la pandemia, cuando el gobierno y buena parte de la sociedad esperaban más de la UNAM, que no tuvo suficiente capacidad para salir de sus aulas y contribuir no sólo con producción de conocimiento, sino con tareas de atención médica, salud e higiene.
“Pero aparte, la relación se deterioró por la actitud de confrontación del presidente contra la UNAM, al señalar que es un espacio elitista que se ha corrido hacia la derecha y se ha vuelto conservador. Es una visión reducida y superficial el suponer que la universidad se mueve de manera homogénea y en una misma dirección.
“La realidad es mucho más compleja por la diversidad ideológica y la heterogeneidad de la universidad. En su interior coexisten posturas ideológicas muy distintas y hay una permanente crítica a la sociedad. A nadie se le debe coartar su derecho a
opinar, pero la opinión de un presidente de la República debería basarse en un conocimiento más profundo de la UNAM.”
Los encontronazos
En algunas conferencias mañaneras de octubre de 2021, López Obrador insistió en que la UNAM se “derechizó” durante el periodo neoliberal y estuvo “dominada” por lo “más retrógrada” durante el saqueo que vivió el país, al grado de que sus facultades de ciencias sociales se llenaron de conservadores.
Y ante el desacuerdo que por esos días provocaron sus descalificaciones, el mandatario volvió a machacar, burlón: “Hice un pequeño cuestionamiento sobre la UNAM y se pusieron también enojadísimos. Apenas y los testerié (sic), les dije que se había derechizado la UNAM, estoy absolutamente seguro de que eso fue lo que sucedió en el periodo neoliberal, se llenaron las facultades de ciencias sociales de conservadores”.
El 19 de mayo de este año reiteró que en la UNAM “cundió el derechismo” y además existe una “burocracia dorada” que se ha beneficiado con el millonario presupuesto destinado a la institución, al igual que algunos “institutos especiales”, mientras que muchos docentes de asignatura sobreviven con bajos salarios.
El 16 del mismo mes, López Obrador también criticó a la universidad porque sus estudiantes de medicina “se fueron a sus casas” en lugar de enfrentar la pandemia de covid cuando provocaba más muertes. “Eso no deben hacer las universidades… y mucho menos la UNAM”, dijo.
Graue inmediatamente lo desmintió con un comunicado, recordándole que fue el propio gobierno federal, en marzo de 2020, el que pidió a los hospitales que no admitieran estudiantes, por lo que “la universidad se apegó a esas medidas instruidas por la autoridad sanitaria por considerarlas pertinentes para contener los contagios”.
El rector tuvo otro encontronazo con la bancada de Morena en la Cámara de Diputados, ya que su legislador Miguel Ángel Jáuregui presentó, en febrero de 2020, una iniciativa de reforma a la Ley Orgánica de la UNAM, para que los alumnos pudieran elegir al rector a través del voto libre y secreto.
En una misiva dirigida a las autoridades de esa Cámara y a los coordinadores de sus fracciones parlamentarias, Graue les dijo, molesto: “Deseo hacer del conocimiento de todas y todos ustedes mi rechazo absoluto a este intento de intromisión en la vida universitaria, en donde a espaldas de las y los universitarios se pretende incidir en la normatividad que nos rige y que nos hemos autoimpuesto a lo largo de los años”.
Y la iniciativa fue retirada por Morena.
Especulación paranoica
Para Arturo Erdely Ruiz, académico de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán y doctor en ciencias matemáticas, es un hecho “novedoso” que un partido político haya intentado “modificar la Ley Orgánica de la UNAM sin consultar a la comunidad universitaria. Morena se dio cuenta que imponer esta reforma habría incendiado a la UNAM, desatando una reacción muy fuerte de toda su comunidad. Luego salió a decir que era la postura individual de uno de sus diputados, no de la bancada”.
–¿Mediante el voto del alumnado es más fácil que un partido político influya en la elección de rector?
–Ya se han hecho estudios al respecto. Y se ha visto que con este voto directo se cae en la lógica de las campañas políticas, donde se puede meter dinero a favor de algún candidato y entonces las cosas se complican más. Pero el actual gobierno federal quiere meter esa idea de la democracia participativa, por ejemplo, que la gente pueda elegir a los consejeros del Instituto Nacional Electoral y a los ministros de la Suprema Corte.
Indica que, ya dentro de la UNAM, la “figura más visible que estaba influyendo a favor de Morena” era John Ackerman, investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas y quien además creó su propio proyecto académico: el Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad.
Pese a que aún mantiene su proyecto en la universidad, Erdely señala que Ackerman ya “cayó en desgracia”, pues lo sacaron de los medios de comunicación donde participaba; su esposa, Irma Eréndira Sandoval, dejó de ser la titular de la Secretaría de la Función Pública; y para colmo terminó enfrentándose con el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado.
Por su lado, comenta Ordorika: “Hay una especulación paranoica, o tal vez interesada, en el sentido de que el gobierno de la Cuarta Transformación tiene sus candidatos a la Rectoría y además van a apropiarse de la universidad. Y es aquí donde ponen a John Ackerman, quien ni siquiera cumple con los requisitos para ser rector, porque nació en el extranjero”.
–¿Pero no sería la intención que Ackerman creará un grupo político dentro de la UNAM?
–Más bien creo que, sobre todo al inicio del sexenio, la administración central de la UNAM trató de mantener una buena relación con el presidente López Obrador a través de Ackerman, pensando que éste es muy cercano al mandatario. De ahí el apoyo para que Ackerman creara su programa universitario. Pero él es un académico más, sin gran incidencia en la institución y mucho menos para influir en la sucesión de Graue. Se magnificó su figura.
Para conocer su postura, a través de Whatsapp y de mensajes telefónicos de voz, Proceso le solicitó una entrevista a Ackerman, pero no obtuvo respuesta.
Los grupos de poder
Son los 15 integrantes de la Junta de Gobierno –recalca Ordorika– quienes realmente tienen las atribuciones y el poder para nombrar al rector. “De hecho, al rector no se le elige, porque realmente no es una elección, sino más bien lo designan los miembros de la junta, que representan a los grupos de poder al interior de la UNAM”, aclara.
Actualmente –detalla–, son tres los principales grupos de poder: el grupo de los médicos, el de los científicos y el de los juristas. En los años recientes, dice, este último grupo ha ido perdiendo terreno en la Junta de Gobierno.
En cambio, señala que sigue manteniendo mucho poder el grupo de los médicos, y
una de sus figuras más representativas fue el cardiólogo Ignacio Chávez, quien fue rector de la UNAM en los sesenta y tuvo cercanía con algunos presidentes de la República, de Lázaro Cárdenas a Miguel Alemán.
“El grupo de los médicos ha tenido la capacidad de conservar la Rectoría durante 24 años consecutivos: los dos periodos, de cuatro años cada uno, del doctor Juan Ramón de la Fuente; los dos periodos del doctor José Narro, y los dos periodos del doctor Enrique Graue, que concluirán en noviembre del año próximo. Es un grupo que históricamente ha tenido mucha influencia”, dice Ordorika.
En su libro La disputa por el campus, Ordorika afirma que es un “mito” el llamado “apoliticismo universitario”, pues la UNAM siempre ha sido un conflictivo “espacio político de la sociedad”, donde la intervención del Estado ha provocado el nombramiento y la remoción de rectores (Miguel Alemán y Adolfo Ruiz Cortines, por ejemplo, intervinieron en el nombramiento de rectores)… pero también se ha dado “la confrontación” entre la universidad y el Estado.
Entrevistado en sus oficinas de la UNAM, aledañas al estadio Olímpico, Ordorika comenta que el presidente Enrique Peña Nieto y el PRI lograron, en 2015, impulsar a Sergio Alcocer como su candidato a la Rectoría, mientras que la candidata de “la izquierda” era Rosaura Ruiz, actual funcionaria en el gobierno capitalino de Claudia Sheinbaum. Estas dos candidaturas muy confrontadas hicieron que finalmente la Junta de Gobierno se decidiera por Graue.
“Pero en estos momentos ni siquiera veo que haya una correa de transmisión entre la junta y el gobierno de López Obrador. Hay más bien un distanciamiento”, recalca.
Considera también improbable que el gobierno logre manipular al actual movimiento estudiantil de la UNAM, aliado con movimientos de otras universidades para exigir un alto a la militarización impulsada por la Cuarta Transformación, entre otras demandas.
Ordorika, quien en los ochenta fue líder del Consejo Estudiantil Universitario de la UNAM, comenta sobre el punto: “En los medios están surgiendo versiones absurdas en el sentido de que Morena está gestando ese movimiento, o que hay una mano negra manipulando a los universitarios. Estas afirmaciones son una falta de respeto al estudiantado, pues se piensa que son jóvenes manipulables y sin capacidad de discernir. Es una entera falsedad.
“… Las demandas de los estudiantes son legítimas, parten de ellos mismos, expresan sus necesidades y su manera de ver la universidad. También reflejan su estado de ánimo luego de salir del encierro provocado por la pandemia. Muchas de sus demandas además reflejan un malestar enorme hacia las autoridades universitarias, que lejos de resolver los problemas los hacen crecer y ven a los estudiantes como enemigos de la institución”.
Convergencia estudiantil
Ordorika indica que los movimientos estudiantiles de varias universidades están “coincidiendo en este momento”: Tan sólo, dice, ya hay alrededor de 23 planteles de la UNAM y 30 del Instituto Politécnico Nacional manifestándose coordinadamente, aparte está la Universidad de Chapingo o la Universidad Autónoma de Querétaro, entre otros centros de estudio.
Y son sus demandas por cuestiones de género, falta de seguridad en los planteles, bajos salarios de los maestros, precariedad en la infraestructura escolar… por eso los estudiantes exigen –dice– un alto a la militarización y quitarle presupuesto a las Fuerzas Armadas para destinarlo a la educación.
De ahí que, comenta, los estudiantes hayan participado en “la marcha contra la militarización” realizada el pasado 12 de octubre en la Ciudad de México, a la cual convocó el Congreso Nacional Indígena y en la que estuvieron presentes varias organizaciones sociales (Proceso 2398).
Agrega: “Cuando aún era candidato, López Obrador acordó con los rectores de las universidades, en la ANUIES, que mantendría el presupuesto por lo menos igual, tomando en cuenta la inflación. Pero debido al aumento de la matrícula universitaria, el presupuesto por estudiante ha caído en este sexenio”.
Erdely Ruiz refiere que la intención de todo gobierno siempre ha sido “afianzar su ideología” y “conquistar simpatías” entre el alumnado y las autoridades de la UNAM, cosa muy difícil de lograr dada la gran pluralidad de pensamiento en la máxima casa de estudios. “Incluso suele ocurrir que de la universidad surjan movimientos antigobierno”, dice.
Y advierte que intentar cambiar desde el Poder Legislativo las reglas para nombrar rector, sería un acto “suicida” para la Cuarta Transformación.
“Moverle a la Ley Orgánica es muchísimo más arriesgado que moverle a las normas para elegir ministros de la Corte o consejeros electorales. En defensa de éstos saldrían abogados, juristas, gente que conoce del tema. En cambio, en las calles habría grandes movilizaciones y actos de protesta en defensa de la UNAM. ¡Cuidado!”