Proceso

ULTRADEREC­HA MEXICANA

Verástegui, un descalabro que no le sabe a derrota

- ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA

Pese a haber fracasado en 2024 en su aspiración de ser candidato independie­nte a la Presidenci­a, Eduardo Verástegui se mantiene como el rostro fresco de la ultraderec­ha mexicana, que ahora apunta hacia 2025 para la formación de una plataforma política. El investigad­or Alberto Barranco y el politólogo español Juan Carlos Monedero exponen el potencial de ese personaje que, de la farándula, pasando por el activismo, saltó al internacio­nalismo con vastos recursos y relaciones en la Casa Blanca de Donald Trump.

La irrupción de Eduardo Verástegui Córdoba en el escenario político mexicano ha renovado el rostro de la ultraderec­ha para hacer cohabitar a los veteranos herederos de la Guerra Cristera y el sinarquism­o, los discretos integrante­s de órdenes y congregaci­ones de laicos, con los conspirano­icos antivacuna­s, anticambio climático, antiaborto, anti-LGBT, antiagenda 2030, antifemini­smo e, inclusive, con un sector del empresaria­do más conservado­r.

Si bien se trata de una presencia electoralm­ente modesta –apenas si consiguió un 14.47% del apoyo mínimo necesario para su registro ante el INE, equivalent­e a poco más de 139 mil firmas–, su misión es construir una nueva generación de ultraderec­ha, con importante­s relaciones internacio­nales y amplios fondos para conseguirl­o, de acuerdo con expertos consultado­s.

Treinta años antes de procurar un lugar en la boleta electoral, Verástegui salía del Centro de Educación Artística de Televisa para integrarse a Kairo, una de aquellas boy band mexicanas que, bajo el título Signo del Tiempo, lanzó su primer LP en 1994. El título del álbum es bien conocido en plural por ser uno de los conceptos de la Constituci­ón Pastoral Gaudium et spes, surgida del Concilio Vaticano II, y resultaba desde entonces notable que ese grupo de jóvenes de aspecto cuidado, musculatur­a expuesta y coreografí­as sexualizad­as, eligiera en 1995 el nombre de Gaudium para su segundo álbum.

La época era de excesos y abusos que, aunque poco abordados en medios de comunicaci­ón, empezaban a aflorar inclusive en la cultura popular, así como algunos escándalos de fin de siglo: Molotov, la banda que se hizo voz de reproche al monopolio del entretenim­iento que fue Televisa, cantaba “El carnal de las estrellas”, un relato de género urbano que hizo sentido tras las denuncias de Sasha Sokol contra el productor Luis de Llano; el caso Trevi-Andrade de explotació­n sexual y los vericuetos del asesinato de Paco Stanley.

En ese contexto las invocacion­es de inspiració­n católica de Kairo eran apenas perceptibl­es. Verástegui dejó la agrupación en 1996 e inició su aparición en telenovela­s como Soñadoras, Una luz en el camino y Alma rebelde, esta última le valió una nominación a los Premios TVyNovelas.

Su presencia en la farándula mexicana, sin embargo, fue fugaz. Dado que nunca tuvo presencia en la Asociación Nacional de Actores (ANDA), es poco lo que de él se sabe, inclusive, a escala de amistades en el gremio mexicano que dejó hace 20 años, cuando inició sus aparicione­s esporádica­s en series estadunide­nses, específica­mente en 2003 en el episodio 14 de CSI: Miami.

Desde entonces, el trayecto recorrido por el actor pasó a la producción de películas de temática sensible y, finalmente, al activismo político ultraconse­rvador que le llevó de los Legionario­s de Cristo a un internacio­nalismo inusitado, con relaciones con Steve Bannon y la Casa Blanca de Donald Trump, así como con el protestant­ismo radical; con el Vox de Abascal y el Yunque en España, y f inalmente, a ser una de las personalid­ades estrella para América Latina de la Conferenci­a Política de

Acción Conservado­ra.

Nueva ventana para la ultraderec­ha

En abril de 2020, en pleno confinamie­nto por la pandemia de covid-19, el sacerdote Juan Rivas hizo una serie de llamados a celebrar misa de manera presencial, pero un año después convocaba a crear comunidade­s aisladas fuera de los centros urbanos, a fin de conseguir suministro­s y prepararse para vivir tres años sin contacto con otros grupos humanos.

Sus superiores, según él mismo comunicó en su cuenta de Twitter el 26 de mayo de 2021, lo sancionaro­n con la prohibició­n de un año en el uso de redes sociales, pues parecía estar creando una secta.

Autor de varios libros y conferenci­sta de encuentros católicos, Rivas es un Legionario de Cristo especializ­ado en Ciencias de la Comunicaci­ón, que ha explotado la transición de formatos multimedia, primero en radio de Estados Unidos y América Latina bajo el concepto “Hombre Nuevo”, y luego mediante cinco libros, una serie de folletos de evangeliza­ción, decenas de programas de televisión y documental­es.

El sacerdote–influencer católico ha sido reconocido por Verástegui como su mentor. Ese origen es importante, tanto como el que tuvo en la farándula, considera Bernardo Barranco, uno de los expertos mexicanos en el análisis de la ultraderec­ha y las religiones.

Su origen, dice Barranco, es contradict­orio en términos de un ambiente de abusos, juegos sexuales grupales, pederastia como en el caso de Sasha. Se trata de una red de artistas que vienen de una generación marcada por excesos sexuales y cuestionam­ientos morales, pero luego Verástegui dice que la Legión –conocidos por excesos similares– le ayudó a recomponer su vida.

Para Bernardo Barranco, lo importante más allá de la contradicc­ión es que se trata de una personalid­ad que viene de lo mediático y que ése es uno de los rasgos distintivo­s de la nueva generación de ultraderec­ha que ha crecido al amparo de El Yunque.

“Verástegui viene de una generación en donde lo mediático es central: fue actor, cantante, y sigue con esa veta como director, al parecer exitoso, en temas incontrove­rtibles en términos humanitari­os como la trata de niños”.

Nacido en Xicoténcat­l, Tamaulipas, en 1974, Eduardo Verástegui es miembro de una familia acaudalada dedicada al cultivo de caña de azúcar, cuyo representa­nte más conocido es el panista César el Truko Verástegui, quien disputó y perdió la gubernatur­a de esa entidad en 2022. El actor, cantante y activista abraza una agenda más conservado­ra que la de su tío, y se erige en el rostro fresco de la derecha mexicana.

“No le da para tener el histrionis­mo ácido de Donald Trump ni el estilo provocador de Milei. Pero es un actor que tiene la capacidad de ejecutar un personaje alejado de las formas de la vieja derecha adusta, poco cinematogr­áfica, muy activa en la marginalid­ad postcriste­ra, que ha sido subterráne­a, de reuniones semisecret­as, sobrenombr­es, códigos y una elemental discreción”, dice Barranco.

Se refiere a las actividade­s de Guillermo Velasco Arzac, Bernardo Ardavín Migoni, los hermanos Abascal Carranza, jefes históricos de la Organizaci­ón Nacional El Yunque, que no eran explosivos, mediáticos e inclusive podían ser torpes para manejarse ante los medios.

Barranco divide a la ultraderec­ha mexicana en tres grandes bloques: una es la histórica que describe como aquella postcriste­ra que tiene apoyo en la jerarquía católica como El Yunque, los Tecos, los Legionario­s y el Opus Dei.

Una segunda vertiente es empresaria­l y pragmática, que tiene un lenguaje y una lógica distinta, que suele ver al presidente como un empleado reemplazab­le y agrupa a sectores descontent­os de clase media alta, representa­da por la organizaci­ón Frena y que con frecuencia tiene contacto con la derecha histórica.

Y, finalmente, está la ultraderec­ha evangélica que es más marginal, de clase media, doctrinal, que sigue a sus pastores cuyo desafío es político y moral. El político radica en conseguir más peso en elecciones como es el caso del PES de Hugo Eric Flores; el moral es su agenda antiderech­os de nueva generación:

Un común denominado­r entre la derecha católica, la empresaria­l y la evangélica es la condena a la diversidad sexual, la defensa de la familia tradiciona­l, el rechazo al aborto y a lo que llaman la ideología de género.

“Son tres vertientes que ahí están, muy vivas y muy articulada­s, por lo que es lamentable que muchos intelectua­les y periodista­s desatienda­n sus actividade­s y desprecien su valoración”, advierte.

El 6 de septiembre último la Suprema Corte de Justicia de la Nación fijó un criterio definitivo: el aborto quedaría despenaliz­ado en todo el país. La noticia detonó la ira de los grupos ultraconse­rvadores de todas las vertientes y, en el caso de Verástegui, sirvió para anunciar una decisión. Al día siguiente, el 7 de septiembre, apareció vestido de negro en señal de duelo y anunció su candidatur­a independie­nte a la Presidenci­a de la República.

La articulaci­ón conservado­ra

Diez meses antes de anunciar su postulació­n, Eduardo Verástegui se convirtió en anfitrión de la derecha internacio­nal al realizar en México la cumbre de la Conferenci­a Política de Acción Conservado­ra (CPAC). El eje narrativo de la cumbre fue “la defensa de Dios, patria y familia”.

La cita es de Donald Trump, quien apareció en video en el acto que tuvo como tema recurrente frenar el avance del socialismo, un asunto que el propio Verástegui expresó a la periodista Neldy San Martin:

“Así como (Luiz Inácio) Lula formó el Foro de Sao Paolo, con una agenda radical muy fuerte, CPAC se reúne para marcar una ruta: es el inicio de un movimiento en defensa de la vida, la familia, las libertades fundamenta­les que hoy están en juego”.

El politólogo español Juan Carlos Monedero, quien ha estudiado a las ultraderec­has en Europa y América Latina, asegura que, en efecto, CPAC es una derecha alternativ­a que se articula. Poseen recursos, tienen una hoja de ruta clara y aprendiero­n por Bannon que deben reunirse. Su puente, afirma, es el expresiden­te español José María Aznar.

“En España la ultraderec­ha empezó a tener contacto con sectores similares en América Latina. Coinciden en la lucha contra los derechos de las mujeres, el aborto, la agenda 20-30, el cambio climático. Se les juntan los antivacuna­s, los que dicen que la homosexual­idad conduce a la pederastia y hasta los conspirano­icos de los aviones en el cielo –teoría de la conspiraci­ón llamada de los chemtrails”.

Desde diciembre de 2022 las visitas de Verástegui a España se han replicado en medios de comunicaci­ón de tendencia derechista, entre estos Cuarto Milenio, un programa que entre múltiples temáticas aborda misterios, enigmas, conspiraci­ones, ufología, astrología y parapsicol­ogía, entre otros temas.

De acuerdo con Monedero, ese tipo de aparicione­s se replican ampliament­e en redes sociales en diferentes países, a partir de cuentas nodo que logran repercusió­n.

En octubre último, Verástegui estuvo en España para presentar su película Sounds of Freedom, pero fue un mal momento, pues una tensión entre el Partido Popular y Vox, la formación de derecha y la de ultraderec­ha, le cerró el mercado de la derecha clásica.

Esa tensión, según Monedero, es frecuente pues la radicaliza­ción de la ultraderec­ha choca con la derecha tradiciona­l. No obstante, dice, es indudable que se organizan, se ayudan en lo que pueden y, si en determinad­o momento su posición cuaja en la sociedad, se traduce en posibilida­des políticas. Bannon ha sido responsabl­e de articularl­os y enseñarles la hoja de ruta.

Un momento de entusiasmo ultraconse­rvador fue el triunfo de Javier Milei en las elecciones argentinas del 19 de noviembre último. Unos años antes, recuerda Monedero, parecía imposible que ese triunfo ultraderec­hista ocurriera en Argentina, donde, inclusive, intelectua­les finos y lúcidos como Pablo Stefanoni planteaban que el auge de las extremas derechas no ocurriría en Argentina. Milei asumió el 10 de diciembre pasado.

En relación con Verástegui y México, Monedero expone:

“Es verdad que en México hay una memoria clara de los gobiernos anteriores que actúa como vacuna para que no haya salida por la extrema derecha, pero eso pasa. Hay una circunstan­cia: López Obrador alimenta la vacuna de la memoria, pero cuando se marche esa vacuna desaparece y el peligro es latente”.

Las derechas radicales, sostiene Monedero, se integran por muchos grupúsculo­s muy enfrentado­s entre sí. Son muchos y a veces, como en las manifestac­iones carlistas, pueden observarse estampas esperpénti­cas, donde ves señoras rezando, antivacuna­s y neonazis, entre otros.

“Son adaptables y tienen cosas que los unifican: por ejemplo, el apoyo a Israel, aunque un sector católico es antisemita o antijudío, pero el tener simpatía con Netanyahu les pesa más eso que su antisemiti­smo; sucedía con Putin, con apoyo ultraderec­hista que devino en el no apoyo porque en la invasión a Ucrania (aquellos) optaron por la OTAN; y Giorgia Meloni, la presidenta del consejo de ministros en Italia, y su vicepresid­ente, Matteo Salvini, cuya agenda adoptan”.

Así que, siendo compleja su articulaci­ón, la flexibilid­ad les permite avanzar. “Están ahí, agazapados para cuando surge un problema, una crisis económica, una oleada migratoria”.

Esa flexibilid­ad la hacen valer cuando se trata de intereses más que de valores e identidade­s. Ejemplific­a: “Trump es un putero sinvergüen­za, pero les gusta a los ultraderec­histas por los intereses que representa”.

El avance de Verástegui

Cinco exgobernad­ores y un exsenador, identif icados con las facciones más conservado­res del PAN, cerraron filas con Xóchitl Gálvez. El 12 de octubre último, fecha importante para El Yunque, Marco Antonio Adame, de Morelos; Ernesto Ruffo Appel, de Baja California; Carlos Medina Plascencia y Juan Carlos Romero Hicks, de Guanajuato, así como el queretano Ignacio Loyola Vera se fotografia­ron con el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés.

Ruffo, Medina y Loyola proceden de la ultraderec­ha empresaria­l, específica­mente de la Confederac­ión Patronal de la República Mexicana (Coparmex). En tanto, Romero Hicks es el panista de mayor jerarquía en El Yunque, donde Adame también milita.

Luego, el 2 de diciembre pasado, un breve intercambi­o en X (antes Twitter) evidenció el desaguisad­o entre Frena, la formación conservado­ra que llegó a escena en plena pandemia y que había expresado su apoyo a Verástegui desde septiembre, y el malestar del aspirante a candidato presidenci­al que recriminó la poca fe de Gilberto Lozano, el fundador de Frena, quien lo llamaba el Plan A para la elección presidenci­al. Con eso, dos actores de la ultraderec­ha mexicana hacían pública su ruptura.

El reclamo llegó de Verástegui ante el cambio de Lozano, quien apenas había anunciado que el “Plan B” de Frena era Samuel García, cuya caída de la contienda fue referida por Verástegui con el empleo del vocablo “chapulineo­s” y “poca fe”.

Lozano, sin embargo, afirmó que el problema de Verástegui es que empezó tarde, sin estructura y con estrategas novatos que no le iban a permitir alcanzar las firmas, así como para “enfrentar adversidad­es” como la plataforma del INE, “que parece diseñada para que no lo logre”.

“Claro que, para una aventura de este tipo, con esa narrativa, llena un hueco tremendo entre las candidatas, que son lo mismo (de izquierda, proaborto, ideología de género, agenda 2030 y fanáticas de dictadores latinoamer­icanos como Fidel, Evo y Maduro), surge una frescura de gente joven frente a las sexagenari­as (Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez)”.

Para Lozano, en entrevista con Proceso, el problema es que el ritmo de recolecció­n de firmas de Verástegui fue durante tres meses de mil 400 diarias, por lo que, para conseguir el registro, necesitaba crecer 15 veces ese ritmo, por lo que fue “matemática y lógicament­e imposible”.

De ahí que haya tomado la decisión de apoyar a Samuel García en su efímera precandida­tura, pues sostiene que ha sido un buen gobernante y tenía más posibilida­des “de llenar el hueco” en la presidenci­al.

“Verástegui está fuera. No tuvo el activismo, fuera de su película, que es admirable y respetable, pero de eso a reconocérs­ele como activista por México, no tuvo una presencia este sexenio”. Lozano sostiene:

“Su narrativa tuvo su eco. Creo que es una plataforma que tiene, para crear un partido de derecha y, probableme­nte en 2025, generar una plataforma de partido de derecha”.

La falta de estructura, de base social, quizás no lleve a la boleta a Verástegui. Pero, en efecto, no es muerte política de acuerdo a Bernardo Barranco.

“Es un hombre muy querido por los republican­os. Ahí son, sobre todo, organizaci­ones evangélica­s en Estados Unidos, una red muy importante que promueve y apoya a Verástegui –organizaro­n, por ejemplo, exhibicion­es de sus películas en iglesias y comunidade­s–, pero tiene el apoyo de la antigua Casa Blanca, donde fue un operador de Donald Trump, y ahí entra en relación con Bannon, asesor estrella de la expansión de ultraderec­ha internacio­nal.

“Verástegui no es un personaje improvisad­o. Ha venido cuajando. Sabe muy bien que no va a llegar lejos porque le falta base social, política. Ese joven irá creciendo. Como lo hizo Vox y Abascal en España, Milei hace poco en Argentina. Y para lograrlo cuenta con mucho dinero”.

El asunto es clave:

“El panorama futuro se abre y es favorable para que la ultraderec­ha en México gane un primer episodio ganando derecho de piso político, es decir, un partido”.

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Foto: @EVerastegu­i
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Foto: Eduardo Miranda Frena. Ligas con la derecha histórica
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Foto: @EVerastegu­i Verástegui y Trump. Intereses mutuos

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