El teatro y sus políticas públicas
Los recuentos de 2023 alrededor del teatro mexicano son amplísimos y requieren varias entregas para abordar sólo algunos puntos importantes de su hacer cotidiano. ³Ȓƫȸƺ ƺǼ ɎƺƏɎȸȒ ˡȇƏȇƬǣƏƳȒ Ȓ ƏȵȒɵƏƳȒ ƺƬȒȇȓȅǣƬƏmente por los recursos públicos nacionales y estatales no es muy alentador el panorama. Aunque parezca que vamos mejorando, la realidad es que los trabajadores, creadores del teatro y la producción teatral con apoyos públicos han tenido un gran retroceso, debido a los constantes recortes presupuestales al sector.
Los apasionados del teatro y la sociedad en general ɮǣɮƺȇ ǼƏ ƳǣɀȅǣȇɖƬǣȓȇ Ƴƺ ȒȵȒȸɎɖȇǣƳƏƳƺɀ ɵ ˡȇƏȇƬǣƏȅǣƺȇto para que el teatro mexicano se exprese y el alma y el espíritu y la economía se enriquezcan. Menos convoƬƏɎȒȸǣƏɀ ɵ ȅƺȇȒɀ ƫƺȇƺˡƬǣƏƳȒɀ ȵƏȸƏ ȵȸȒǕȸƏȅƏƬǣȓȇً ƬȒproducción y becas tanto federales como estatales. Es grave porque la población teatral ha crecido ɀǣǕȇǣˡƬƏɎǣɮƏȅƺȇɎƺ ɵ ȇȒ ɀƺ ǝƏȇ ȅɖǼɎǣȵǼǣƬƏƳȒ
la cantidad de apoyos.
La obligación del Estado para cubrir el desarrollo de la cultura en un país, según la ONU, es de un 2% y México nada más dedica 0.5% (fuente Grecu). El derecho a la cultura está establecido en el artículo 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en el artículo 4 de nuestra Constitución y es obligatorio su cumplimiento.
Los teatros del Estado desde hace años han dejado de producir obras de teatro. A veces otorgan una pequeña nómina para el equipo, las menos; algo de producción, pocas veces, y en general se les ofrece la taquilla o un porcentaje de ella. Se han convertido en programadores, exhibidores y distribuidores de productos teatrales. Que los teatristas se las arreglen como puedan para producir su obra y concursar en las convocatorias de las que muy pocos serán programados o apoyados.
Si tomamos como ejemplo el de la convocatoria para la programación de los teatros
del Centro Cultural del Bosque para 2024, vemos que se lanzaron cinco categorías para programación. Que en cada categoría concursaron más de mil grupos en promedio y que sólo fueron seleccionados 57 grupos para dar temporadas en los teatros. Es una cantidad alarmante porque se observa una gran oferta de productos culturales para que la gente viva la experiencia del teatro que educa, sana el alma y nos hace ȸƺˢƺɴǣȒȇƏȸِ Èȇ ƫǣƺȇ ǣȇɎƏȇǕǣƫǼƺ ƺȇ ƺɀɎƏ ɀȒƬǣƺƳƏƳ
mercantil, fundamental para la consolidación de la identidad de un país. El neoliberalismo nos ha hecho creer que ȵƏȸƏ ɀƺȸ ɖȇ ɎƺƏɎȸȒ ǔɖƺȸɎƺ Ɏǣƺȇƺ ȷɖƺ ɀƺȸ ƏɖɎȒɀɖˡƬǣƺȇɎƺ ɵ ȇȒ ȇƺƬƺɀǣɎƏȸ ˡȇƏȇƬǣƏȅǣƺȇɎȒ ƳƺǼ 0ɀɎƏƳȒً
y con eso se ha liberado de una responsabilidad social, que no es ningún regalo y se paga, sino una obligación pagada con nuestros impuestos.
Desgraciadamente el gobierno actual ha seguido esa política, pero bajo el concepto de la cultura popular, masiva, artesanal, comunitaria. Cultura fundamental, e importantísimo el realce que ha tenido este sector. Pero los creadores esƬƻȇǣƬȒɀ ٫ȷɖƺ ȇȒ ɀȒȅȒɀ ˡǔǥɀ ȇǣ Ƴƺ ǼƏ ƬǼƏɀƺ ƏǼɎƏ ɵ
media– han visto cerrados sus lugares de trabajo, han dejado de ser contratados por las instituciones públicas en programas o festivales que antes existían; han visto cerrarse muchas puertas.
La voluntad de los funcionarios culturales de exigir, negociar y obtener más presupuestos para la instancia que comandan se ha visto mermada. Se cuestiona si los dirigentes inamovibles pueden servirse con la cuchara (grande) del organismo al que sirven, y también el que sea una práctica común el intercambio de favores con el ȷɖƺ ɀƺ ƫƺȇƺˡƬǣƏȇ ȵƺȸɀȒȇƏǼ ɵ ȵȸȒǔƺɀǣȒȇƏǼȅƺȇɎƺ
por ocupar un puesto. En 2024 se inicia el juego de las sillas, donde los funcionarios se mueven de lugar y sólo cambian de puesto sin haber renovación de cuadros.
Ahora es el momento de romper con esa inercia y que las nuevas generaciones tomen las riendas de los organismos públicos teatrales de México y ya no sea más de lo mismo. Que vengan nuevas ideas, nuevas perspectivas y, tal vez, el arriesgarlo todo por el teatro mexicano de hoy.