ACCIÓN CONTRA LA DEPRESIÓN
Dicen por ahí que uno de los males de nuestro tiempo es lo que se conoce clínicamente como Depresión. Tanto, que prácticamente se ha adoptado como un mal necesario o un estado normal con el que irremediablemente hay que lidiar. Pero, ¿se ha preguntado usted qué es realmente la depresión? Hay veces que para comprender mejor las cosas, es de gran ayuda estudiar su etimología. La palabra depresión nos habla de un estado sumido, subyacente, bajo de presión, por debajo de, bajo de potencia, de energía, de impulso, o lo que para el caso es más importante: bajo de pasión. La idea generalizada de pasión es eso que se relaciona sólo con los impulsos sexuales, pero la pasión abarca mucho más que instintos. Muy al contrario, la pasión envuelve a todas las capacidades y los aspectos de la existencia humana. La pasión se refiere más a la conexión que usted siente y mantiene con cada cosa, persona y situación de su vida. La depresión no es tristeza ¡no se confunda! La tristeza es una emoción natural que se siente cuando ocurren cosas que nos duelen: la pérdida de un ser querido, la terminación de una relación, las decepciones, los desastres, etcétera, y es una experiencia por la que rigurosamente tenemos que atravesar, porque al mismo tiempo es una gran enseñanza para nuestra plenitud: sin tristeza no distinguiríamos los estados de gozo y alegría. Pero la depresión es como esas cicatrices que cierran en falso, es decir, que ni son lesiones ni terminan de ser cicatrices, y sólo están ahí obstruyendo que la herida se sane por completo. La depresión deja su estado de emoción natural para ser un círculo vicioso mental, es una tristeza sin motivo, ni trasfondo, ni siquiera tiene definición. Es como una nube gris y borrosa que nos persigue como sombra, y al no poder describir su origen puntualmente, se vuelve más complicada de desvanecer. Si usted le pregunta a una persona deprimida ¿por qué te sientes así? Normalmente contestará “no sé”. Y es justo donde radica el problema. Pasar de largo la vida diciendo “no sé” es como dibujar sobre la arena los planos de una casa. “No sé” ni qué quiero, ni qué no, ni a dónde voy, ni quién soy, ni con quién, ni para qué, ni por qué, ni cómo, ni cuándo, ni dónde; sumergiendo a la vida en el sin ton ni son de “a donde me lleve la corriente”; así cualquier ser humano se deprime, pues no construir un propósito consciente, estar por default, porque así toca, por inercia, adormecidos, sin gusto, o como decían las abuelitas “sin gracia”, y mucho menos pasión por la causa de uno mismo, por supuesto que sume a cualquiera en el fondo de un barril. Cuando se sienta deprimida o deprimido muévase, actúe y deje de repensar tanto sus problemas, menos se queje de ellos, comience por darse cuenta de las cosas que apagan su pasión y en las que sigue usted atrapado: relaciones que murieron hace mucho tiempo, trabajos que le dan lo mismo, lugares que detesta, hábitos que lo consumen, estilos y etapas de vida que ya le quedan zancones; y verá cómo tan sólo con esa conciencia su depresión comenzará a transformarse. Enseguida: ¡tome acción! Y lejos de querer curarla con horas en la cama o fármacos que sólo lo dormirán más, haga cosas productivas: colabore con los demás, únase a causas nobles, limpie su casa, tire o regale lo que ya no use, escriba, pinte, cante, toque música, baile, haga lo que encienda su fuego interior; poco a poco esta hoguera quemará la nube gris que hace que usted crea que la depresión es parte de la vida. En la India las personas tienen una creencia muy sabia que llevan a la práctica: si te fue mal esta vez, trabaja duro, para que en la siguiente vida o etapa o cielo, te vaya aunque sea un poco mejor. Más y mejor acción, es la insuperable medicina contra la depresión.